CAPÍTULO 27

820 72 53
                                    


De un solo movimiento entra en mi y cuando lo hace deja libre mis manos y ese es mi momento, tomo la navaja que estaba bajo mi cuerpo y antes de que él pueda reaccionar la abro y hundo la hoja de la misma en su garganta, corro la cara cuando los chorros de sangre me salpican, el maldito cae a mi lado y lo miro mientras se desangra.

—Te dije que a ti también te mataría —le susurro, siento que me convertí en un monstruo ya no es la primera vez que mato sin ningún remordimiento... Pero ahora no es momento de arrepentimientos era él o yo y sin duda me elegí.

Tomo su arma y otra más que hay en el lugar y me dispongo a salir, apenas puedo caminar, pero no puedo permitir morir en este sitio, mi hijo me necesita y aún nos falta mucho por vivir... Salgo de la habitación y para mi buena suerte no hay nadie en la puerta, giro por un pasillo y comienzo a oír voces, intento respirar hondo pero me es casi imposible, estoy demasiado herida, al llegar al final del pasillo hay una puerta abierta, para mí suerte las armas tienen silenciador y tal parece solo hay dos hombres aquí me paro en la puerta y le disparó a ambos ya que tengo a mi favor el efecto sorpresa, cuando me voy a dar la vuelta uno me está apuntando pero soy más rápida y lo bajo antes de que alarme a nadie... Ya solo quedan once.
Bajo suavemente las escaleras y en la sala hay tres, así que vuelvo a subir y desde arriba logro matar a dos, pero en el intercambio de tiros siento como una bala perfora mi carne, caigo de rodillas por el dolor, hasta aquí llegue mi cuerpo ya no resiste más, un sumbido se apodera de mis oídos y a lo lejos siento un fuerte intercambio de tiros, mis párpados pesan y mis ojos se van cerrando poco a poco...

De pronto ya no escucho nada más, me veo rodeada de oscuridad y un hermoso silencio que me transmite la paz que hace tiempo no sentía, miro en todas las direcciones pero lo único que veo es negro, no sé dónde sea que esté pero tengo mucho frío... De repente me siento tan sola, ya no importa quién soy, quién fui o quién quise ser... Parece que aquí donde estoy todo fue en vano.

"¿Así se siente morir?" pienso.

Que deprimente... Me muero por estar con mi pequeño, pero aquí me siento demasiado bien, ya no hay dolor, problemas ni peligros, me siento a salvo, me duele sentir que estoy abandonando a Matt y Dante pero no lo puedo evitar creo que acabo de llegar a mi límite, se que Dan cuidara de nuestro hijo, me gustaría cuidarlos desde aquí, pero no sé si esa mierda sea verdad.

No tengo ni la mas mínima idea del tiempo que ha pasado desde que estoy aquí, pero ya no siento dolor, de pronto un brillo muy luminicente ciega mis ojos, los aprieto y cuando los abro veo un hermoso día, el cielo esta pintado de un hermoso celeste, estoy en una especie de parque, me giro para inspeccionar mejor el lugar y cuando lo hago me topo con mi mamá, se ve tan hermosa como la recordaba, su sonrisa irradia paz, se ve tan viva, feliz, sin poder evitarlo me lanzo a sus brazos, me ha hecho tanta falta.

—Mami, te he echado mucho de menos —entre lágrimas me escondo en su cuello.

Cuando me aparto veo a Ricardo, mi padre esta a nuestro lado —Papá —hablo emocionada —él al igual que mi madre me abraza muy fuerte.

—No deberías estar aquí —me dice mi madre mientras nos dirige a una banca, ahí nos sentamos.

—Es verdad hija, todos te necesitan —ahora habla papá.

—No estoy tan segura de que me necesiten, ya no soy tan buena eh matado a varias personas, estoy segura de que ellos estarán mejor sin mi.

—Estamos muy orgullosos de la mujer en la que te has convertido, mi nieto es hermoso y debes estar con él, te necesita a su lado, es verdad que has cometido errores y tomado malas decisiones, pero de eso trata la vida hija, de fallar una y mil veces y de esas mismas fallas aprender una y mil lecciones, siempre fuiste muy fuerte y se que vas a elegir bien tú camino.

¿Yo, tu sumisa? Sí, Tú Y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora