CAPÍTULO FINAL

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Bueno, decidí darle un fin a esta novela. Después de un año en la que pasó en hiatus, hoy por fin le di el final. ¿Es como lo esperaba? Probablemente no, pero tampoco me disgustó. Queda pendiente el epilogo el cual a final de mes estaré subiendo. Ofrezco una disculpa por la eterna demora. 

¡Muchas gracias por leer! 

Y gracias por la paciencia brindada y por continuar guardando la historia. 










‹‹Déjalo ir›› me susurró la voz del inconsciente.

Sí, esa era la mejor opción, era la más segura y viable para ambos. No podíamos, no debíamos sucumbir a esta danza erótica a la cual nuestros deseos estaban siendo arrastrados.

Sin embargo, mi lado impulsivo mandó al carajo a mi cordura y mi cuerpo se movió solo. Corrió hasta darle alcance.

—Cobarde —grité sin miedo. Sus pasos se detuvieron.

—Detente —me advirtió con voz peligrosa. Mi cuerpo vibró ante el tono empleado.

Sus ojos azules se posaron fieros en mi persona, desafiándome a que lo llamara cobarde de nuevo. Sí, quería provocarlo, deseaba corromper esa cordura que lo estaba deteniendo, que lo estaba alejando de mi piel, de mi ser.

—¿Por qué? —pregunté fingiendo una inocencia que estaba lejos de tener. Su mirada relampagueo furiosa al darse cuenta. Dio unos cuantos pasos hasta quedar cerca de mí.

—Déjalo estar, Luna. Estás jugando con fuego —susurró.

—¿No fuiste tú el que me dijo que fluyera? Estoy haciendo lo que me place —argumenté.

—¡En tu baile, por Dios! No en... —se interrumpió.

—¿En qué? —volví a desafiarlo.

—¡Maldición! —juró por lo bajo y me tomó del brazo. Su agarre firme y fuerte me hizo sentirme tímida de repente, pero pronto fue olvidado al ingresar al salón contiguo. Este estaba totalmente lleno de espejos. ¿Por qué diablos un salón tendría espejos en cada jodida pared? ¿Sería algún fetiche secreto de algún ser perverso de la escuela? No, probablemente este iba designado a las bailarinas de Pole Dance a quienes gustaba estar llenas de reflejos de sus cuerpos —. ¿Qué pretendes? ¿A dónde quieres llegar con esta absurda actitud? —confrontó.

Mis ojos soñadores lo observaron pensativa. Su expresión corporal era de total defensa. Se estaba protegiendo... ¿De mí? Sonreí ampliamente, después de todo no le era tan indiferente como quería que pensara.

—Cuando te vi la primera vez, temí de tu persona. Eras la viva imagen de todo lo que huía; masculinidad, pasión, desenfreno y misterio. Estaba cansada de siempre buscar y no encontrar la mínima pizca que me hiciera hervir la sangre y mi cuerpo vibrara con la sola cercanía. Te puedo asegurar que intenté no poner en mis ojos en ti, pero cada vez que intentaba olvidarme de tu persona, mis pensamientos y sentimientos gravitaban hacía a ti y terminaba perdiéndome tu mirada. Luego fuiste mi tutor y sentí mi cuerpo soltarse, amoldarse a ti tal cual perfecto rompecabezas.

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