Levanté la mirada. Sonreí. Tomé mi maleta y comencé a caminar. Amélie iba detrás mío. Y se acerca.
–Estoy tan emocionada, nunca había estado aquí, ¡en New York! Y lo mejor, ¡CONTIGO!–grita y río.
–Ay amiga, yo no hubiera imaginado que volvería a viajar. Y aquí estoy. Un nuevo comienzo.
–Tú tranquila– responde tomándome de los hombros –que mientras estés conmigo, todo estará bien– dice sonriendo y la abrazo.
–Gracias, realmente te amo, eres la mejor– digo y la suelto.
Seguimos caminando hasta tomar un taxi. Subimos al taxi, y en el camino hubo un silencio, pero no incómodo, fué un silencio tranquilo, ambas mirando por la ventana, tomando fotos y sonriendo. La felicidad poco a poco va llegando y me hace sentir satisfecha.
Llegamos a una casa que mi papá mandó hacer hace años para sus viajes de negocios. Actualmente está solamente cuidada bajo empleados que se dedican a limpiar dos veces a la semana para que no esté sucia todo el tiempo.
Al llegar nos abre la puerta la actual ama de llaves, que con una sonrisa y su potente mirada de ojos claros nos recibe.
–Buenos días señorita Ramirez, es un gusto tenerla aquí. Igualmente a usted señorita Sanz. La casa está preparada para que tengan una cálida bienvenida y se sientan en confianza.
–Gracias señora..– digo haciendo una pausa para que me diga su nombre.
–Lucrecia, pueden decirme Lu, soy la ama de llaves, cualquier queja o duda pueden decirme– asiento y entro a la casa, mientras Amélie se queda atrás hablando con Lu.
Miro a todas partes. La casa es muy amplia, los muebles de piel con mesas de mármol con cuarzo. Lámparas diseñadas por mi madre, realmente su estilo. Me recuerda tanto a ella. El aroma, los perfumes, los recuerdos llegan a mi mente, haciéndome chocar con alguien. Vuelvo a la realidad y veo con quién choqué.
–Disculpe señorita, no ví por dónde iba– dijo una señora de avanzada edad.
–Ah, no, fuí yo, lo siento, estaba distraída. –digo tomándola para que no caiga. Asiente y sigue su camino.
–Ella es Viviana, la anterior ama de llaves. Mi madre– dice Lu entrando a la sala, con Amélie por un lado.
–Oh, que gran sorpresa– digo.
–No se preocupe, solo está de visita. Mañana se irá a casa– responde tomándola de la mano. Niego con la cabeza.
–No es necesario, hay 10 habitaciones, puede quedarse en una.– digo y asiente Lu.
–Lo sé, pero, aquí entre nos– dice y se acerca un poco bajando la voz, provocando que me acerque a ella para escucharla. –realmente no le gusta estar aquí, es un misterio, solo ella sabe.
Río.
–Está bien, respeto su decisión–digo entre risas.
–Usted señorita– dice la anciana señalandome –tiene la sonrisa de su madre, Sandra.
–¿La conoció?– digo dando un pequeño brinco.
–Claro que sí, fuí ama de llaves cuando estuvo aquí hace 10 años. Yo no estaba tan vieja como ahora, aún era fuerte, pero ya pasaba la edad y me tenía que jubilar. – dijo y rió.
–Que bueno, me alegro mucho– digo mirándola. Luego baje mi mirada y al instante Amélie notó mi cambio de humor y habló.
–Bueno, tenemos que desempacar– dijo acercándose a mí – para poder ir a conocer la ciudad. Nos vemos luego– dijo y me tomó del brazo y caminó deprisa, sin esperar respuesta. Yo no me resistí porque realmente aún me afectaba todo el tema con mi madre.
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Jurando Amor
Teen FictionMadison Ramírez, una mujer empresaria y arquitecta, proveniente de una familia prodigiosa y prominente, que a raíz de la muerte de su madre, siente que su vida termina, pero con el tiempo logra sanar esa herida profunda y decide comenzar de nuevo. 3...