II

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Me estiro sobre mi cama. Ruedo sobre las cobijas y abro los ojos. Bostezo, un dolor punza mi cabeza haciéndome quejar, hago una mueca de dolor y me enderezo. Siento un mareo y todo se pone oscuro. La presión que siente mi cabeza es enorme. Respiro profundo y logro calmarme. Después de unos segundos todo vuelve a la normalidad. El dolor se fué junto con el mareo. No es la primera vez que sucede esto, fué a causa de la anemia que me dió, me han quedado secuelas de mareos y dolores. Pero con el medicamento todo ha podido mejorar.

Me levanto de mi cama, camino descalza por el suelo frío. Entro al baño y levanto la tapa de la taza.

Termino y abro la ducha. Espero que salga el agua caliente, me ha sido imposible bañar con agua fría, no sé cómo hay gente que lo soporta, simplemente no puedo.

Salgo 15 minutos después y tomo mi celular. Lo prendo y veo que tengo mensajes de mi padre y amigos de la universidad. Sonrío al ver los lindos deseos que me mandan y los respondo. Termino y saco mi ropa de unos cajones del clóset.

Cómo he decidido que iré a comprar ropa, entre vestidos, faldas y pantalones, usaré unos vaqueros de tiro alto, unos tenis y una blusa corta negra. Seco mi largo pelo castaño con la toalla. Lo dejo suelto y me maquillo.

Salgo de la habitación y bajo.

–Hola querida– dice Lu acercándose con una sonrisa. Sonrío.

–Hola Lu, ¿Qué tal?–digo felizmente y me mira atenta.

–Todo bien, acabo de regresar a mi madre a su casa– asiento –¿Ya quieres desayunar?– vuelvo asentir varias veces –De acuerdo, le diré a Chloe que te prepare el desayuno a tí y a tu amiga– dice y da unos pasos.

–Seguro, iré a despertarla– respondo y ella asiente.

Me alejo sin decir nada más y camino directo a su habitación. Toco la puerta un par de veces y no obtengo respuesta. Toco de nuevo. Nada.
Abro la puerta un poco y veo que no está en la cama Amélie. Entro a la habitación y escucho ruidos en el baño.

–Maldición, ¿Porqué me tiene que pasar esto a mi? ¿No fué suficiente con el dolor de espalda?– escucho que habla pero no oigo respuesta de alguien. Me acerco a la puerta del baño y toco.

–¿Amélie? ¿Estás bien?

–¡Ay! Mady, no, no estoy bien. Tengo un fuerte dolor de estómago y realmente no sé porqué.

–¿Puedo entrar?–pregunto para poder tratar de saber más.

–Sí.

No dice más y abro la puerta. La miro sentada en la taza con los brazos aferrados a su estómago, un poco inclinada.

–¿Dónde te duele?– habló y ella se endereza un poco.

–Aquí– señala abajo de sus costillas, donde sería la boca del estómago. –duele demasiado, como si me ardiera también.

La miro bien y está un poco inflamada. Frunzo el ceño.

–Dios amiga pues que hiciste– digo y río, me mira algo confusa ya que me acabo de reír de ella.

–No es gracioso. Enserio duele mucho.

–Le hablaré a un doctor para que venga. –digo y niega.

–No es necesario, es una gastritis. Ahorita saldré y veré qué hay para tomar.

Asiento y salgo.

–¿Quieres que te preparen el desayuno?– pregunto desde afuera.

–No, no creo poder. Será al rato.

Jurando AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora