ᴊᵒᵇᵘⁿ

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Osano y [Y/N], dos amigos inseparables de doce y once años, caminaban juntos por la acera con sus mochilas escolares llenas de libros y lápices. El sol matutino comenzaba a despuntar, bañando las calles con una luz dorada. En lugar de seguir el camino habitual hacia la escuela, tomaron un desvío por un sendero que conducía a un parque distante, en los límites de su vecindario. Este parque, conocido por su antiguo roble centenario y su tranquilo lago, era un lugar que siempre habían querido explorar. Con cada paso, intercambiaban miradas cómplices y risas contenidas, emocionados por la aventura y la pequeña travesura que les esperaba más allá de los árboles.

━¿No es divertido estar aquí en vez de en la aburrida escuela? ━dijo Osano al llegar con su mejor amigo, [Y/N], quien asintió ante la pregunta. Ambos estaban tomando un pequeño descanso después de haber jugado intensamente. Los dos estaban sentados en el verdoso pasto, rodeados de flores silvestres y el suave murmullo del viento entre las hojas.

━Osano ━llamó el menor a su amigo, tomando el balón entre sus pequeñas manos cuando este rodó hacia su dirección━. ¿No crees que debamos irnos ya? N-no creo que sea bueno estar aquí mucho tiempo sin un adulto que nos supervise.

━No seas un cobarde, [Y/N] ━dijo Osano mientras acercaba su mano al cabello del otro y comenzaba a despeinarlo━. No me digas que te dio miedo lo que dijo la maestra ayer sobre los secuestros de menores.

━No... ━[Y/N] apartó la mano de su acompañante de su despeinado cabello━. Es solo que ya se está haciendo tarde, y nuestras madres se enojarán con nosotros.

Bufó divertido el de hebras naranjas; no podía creer que su amigo creyera todo lo que los adultos decían. Por eso él siempre tomaba las decisiones para poder divertirse. En un momento, Osano le arrebató el balón de las manos a [Y/N], ganándose una mirada de completa confusión e intriga de parte de este.

━Si tanto quieres que nos vayamos ━comentó estirando su brazo con el balón y lanzándolo con todas sus fuerzas un poco más lejos de lo debido del parque━, ve por el balón y nos iremos como quieres.

Comentó con burla antes de alejarse en la dirección contraria. Los ojos de [Y/N] lo observaron con irritación por la acción tan infantil. Sin más, se fue en busca de su juguete que su madre le había regalado con tanto esfuerzo por su cumpleaños.

Osano se encontraba en la entrada del parque, esperando que volviese su amigo con una cara enojada y reprochándole por haber lanzado tan lejos su balón. No negará que le parecía linda la manera en que se enojaba, pero jamás lo admitiría en voz alta. Estuvo esperando unos tres minutos, pero en ningún momento apareció el menor. Osano se estaba inquietando por no ver señales de [Y/N].

━¿Por qué tarda tanto? No lancé tan lejos ese tonto balón, ¿verdad? ━se cuestionó. Miró a ambos lados de donde estaba, hasta que se fijó en el cielo que se estaba tornando de un naranja un poco pálido, señalando que atardecería en cualquier momento. Osano siguió esperando, y esperando, y esperando, hasta sentir ya miedo por no verlo.

━¡[Y/N], si esto es un castigo por haber lanzado lejos tu balón! ━gritó curvando sus manos y colocándolas en ambos lados de su boca━. ¡Quiero que sepas que no me arrepiento y vengas ya de una vez!

Nada.

━¡Hablo en serio, s-si no dejas esto, me iré sin ti! ━amenazó, aunque obviamente era mentira, rogando que el niño apareciera con una sonrisa en su rostro y se disculpara por haberlo hecho esperar.

Pero nadie vino, nadie le respondió a sus gritos. Él estaba solo ahora, y eso estaba mal. Tiró su mochila al suelo, ensuciándola por el impacto. Osano corrió hacia donde estaban los juegos, comenzando a gritar el nombre de la persona que quería encontrar. Gritó y gritó, sin recibir respuestas. Cada grito que daba estaba cargado de miedo, angustia y preocupación. Quería una señal, cualquiera: un llanto, un quejido de dolor, una risa, un estornudo, lo que fuera, pero que le perteneciera a [Y/N].

[••••]

━Osano. Osano.

━Osano Najimi ━La voz grave llamó al niño, que se sobresaltó al oír su nombre completo━. ¿Estás bien, niño?

¿Dónde estaba?, se preguntó por un momento al ver a un hombre sentado frente a él, separados por una mesa metálica. ¿Cómo llegó aquí? Otra pregunta más. Recordaba haber estado en el parque, buscando a su... Oh, ya recordó.

━Te lo preguntaré una vez más ━habló nuevamente aquel oficial, acomodando sus manos para estar en una buena posición━. ¿A qué hora viste por última vez a [Y/N] Tokimiya?

━Esta mañana... íbamos camino a la escuela... ━fue interrumpido a mitad de su oración por el mismo oficial.

━¿Y por qué no estaban en la escuela en vez de en ese parque? ━Osano no supo qué responder, quería justificar el porqué estaban ahí pero nada salía de su boca.

Miró sus pequeñas manos, las cuales estaban cubiertas de curitas al haber buscado por los arbustos espinosos que había en el lugar. Pero no encontró nada, su madre fue la que lo encontró en ese sitio, mientras él, con lágrimas, contaba lo que había pasado. Sus ojos reflejaban la hinchazón de tanto llorar, y sus mejillas tenían rastros de las lágrimas ya secas.

El oficial miró al niño con una mezcla de comprensión y severidad. Sabía que presionar más no ayudaría en nada.

━Terminamos, puedes irte ━dijo el oficial, abriéndole la puerta para que saliera de la sala de interrogación.

Osano se levantó de la silla y salió, encontrándose del otro lado de la puerta a su madre, quien lo abrazó al instante en cuanto lo vio. Ambos salieron agarrados de la mano, pero los ojos de Osano pudieron ver a la madre de [Y/N], quien estaba con oficiales, con los ojos rojos, probablemente de tanto llorar, al igual que él. El ambiente era pesado, lleno de una tristeza palpable que parecía envolver a todos en la estación de policía.

Osano sintió una oleada de culpa y desesperación. Miró a su madre, buscando consuelo, pero lo único que encontró fue el reflejo de su propia angustia en los ojos de ella. Sabía que esta sería la última vez que vería a la madre de [Y/N] en su vida, una imagen que quedaría grabada en su memoria para siempre.

Al salir de la estación, el cielo estaba teñido de un gris oscuro, presagiando una tormenta inminente. Osano y su madre caminaron en silencio, el ruido de sus pasos resonando en la acera mojada por la reciente lluvia. El peso de lo ocurrido parecía hundirlos más con cada paso.

Finalmente, Osano rompió el silencio, su voz apenas un susurro:

━Mamá, ¿crees que [Y/N] estará bien?

La madre de Osano lo miró con lágrimas en los ojos, sin saber qué responder. Lo abrazó con fuerza, intentando transmitirle la poca esperanza que quedaba.

━No lo sé, hijo. Solo podemos rezar por él.

Ambos siguieron caminando, perdidos en sus pensamientos, mientras la oscuridad de la noche envolvía la ciudad.

꙰𝑨𝒏𝒂𝒕𝒂 𝑵𝒐 𝑨𝒊 𝑵𝒊 𝑴𝒖𝒄𝒉𝒖̄꙰ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora