Kakashi desde que sus hormonas se alborotaron, empezó a tener sueños no muy santos con su mejor amigo.
Pero nunca pensó que podrían volverse realidad...
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Historia inspirada en canciones y...
— ¿Habéis visto lo mismo que yo? — se escuchaba entre una gran multitud, una Rin emocionada, sutilmente sonrojada, pero precisamente feliz, viendo la puerta principal. Y como no estarlo, ella sabía desde mucho tiempo que esos dos se querían, solo que su orgullo e inseguridades les cegaban con solo pensar en una declaración.
— Totalmente. No se dieron más rodeos.— dijo mientras llegaba a su lado, una mujer de pelo azul, con a su lado un peli verde y piel blanquecina de la misma edad de la peli lacio, los cuales estaban felices. "Bendito sea el alcohol" pensaban los tres.
— Como tu nos dijiste, Rin, solo era cuestión de tiempo. — dijo el chico peliverde, observando su celular con interés.
Ambas mujeres, un poco curiosas, miraron la pantalla del chico, viendo una foto de Obito y Kakashi saliendo discretamente del lugar.
— Zetsu, porfavor mándame eso ahora, me ayudará en el futuro para molestar a Obito. — Pedía Konan amablemente mientras daba un pequeño trago de su mojito. El recientemente denominado como Zetsu procedió a enviársela, mientras Rin solo negaba divertidamente.
La linda pelicastaña, abrió sus ojos y observó el lugar de la recepción, observando la puerta abrirse, donde sus dos mejores amigos desaparecieron, viendo una persona conocida, saliendo solo a segundos de el par de enamorados. Ver aquella acción le provocó en ella una leve sensación de desasosiego. Escuchando la conversación entre los dos amigos adyacentes, reprimió aquella sensación, con tal de disfrutar lo que quedaba de la divertida juerga.
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En la casa de Kakashi...
El camino a casa del peliplata fue un poco... fogoso. Mientras caminaban rápidamente entre las veredas, se detenían en lugares oscuros, en donde se aprovechaban para saborearse mutuamente.
Cuando ingresaron a la residencia del Hatake, Obito acorraló a Kakashi contra la pared de la pequeña recepción, mientras lo tomaba posesivamente de las caderas mientras que el peliplata tenía sus manos en el cuello y cabello del contrario.
— ¿Tú habitación sigue siendo la misma? — preguntó mientras respiraba profundamente en el cuello del contrario, aspirando aquel olor a perfume que le encantaba y recordaba perfectamente.
— Sí, la primera, arriba a la derecha. — dijo el peliplateado, mientras iban muy cerca subiendo las escaleras rápidamente.
El peli azabache vio la puerta y la abrió para cerrarla desde dentro con seguro, solo por precaución. La habitación, con lo poco que se veía, podia fácilmente distinguir la cama de dos plazas, dos mesitas de noche y una lámpara.
