2. Sɪɴᴇ ᴅɪᴇ.

140 16 0
                                    

.
.
.

--:--
.
.
.

–¿Estoy muerta?–, se repetía una y otra vez la protagonista. No era capaz de moverse, solo recordaba una voz grave y unas garras oscuras, antes de quedar dormida. O eso pensó. Tampoco era capaz de sentir dolor alguno, pero aún así, recordaba una gran contusión y gritos desesperados, ¿qué estaba sucediendo?

El tiempo pasaba lento, muy lento. ¿Siquiera estaba pasando? Se sentía tan rara aquella situación que en lo único que podía pensar era en dormir, aunque necesitaba despertar.

Una música agradable comenzó a sonar, los acordes de una guitarra acústica rebotaban en su cabeza, embriagandola con su suave melodía. Tenía mucha curiosidad por ver quien o qué era lo que provocaba aquella canción y ese era el golpe de realidad que necesitaba para despertarse, pero cuando despertó, no era capaz de escuchar nada más que su propia respiración.

–...

Abrió lentamente los ojos, y lo primero que vio, fue el cielo, o lo que parecía ser este. Tenía unos colores distintos, pues el rojo envolvía el ambiente. Era todo muy tétrico y macabro, solo podía pensar en que no debía estar allí. La hierbas altas arañaban su piel, así que decidió ponerse en pie, aunque le resultó difícil. Un hormigueo correteaba por sus piernas, parecía que llevaba ahí bastante tiempo. 

Dubitaba en si debía hablar o pedir auxilio, pero se decidió por simplemente dar una pequeña vuelta alrededor. No era capaz de ver más allá, simplemente era como si el mundo estuviese limitado. Al rato de merodear por la zona, divisó una estructura, algo similar a lo que era una puerta, hecha completamente de chatarra. Sentía que esa puerta iba a socorrerla, a ayudarla a salir de ese lugar.

Su paso se aceleró, hasta que llegó a la puerta y se paró frente a esta. Tenía un mecanismo bastante sencillo de comprender, una palanca con tres luces que parpadeaban. Rozó su fría mano en la palanca metálica, pero algo más llamó su atención.

–Баю-баюшки-баю... (bayu bayushki bayu)...

Una nana cirílica comenzó a sonar, envolviendo a la chica y nublando sus sentidos. Aquella melodía era tarareada por alguien... O por algo. Provenía de la oscuridad e incitaba a Ellie a que se adentrase con ella, como un hechizo.

Pensó por unos segundos en la canción que la hizo despertar, pero esta no era similar para nada.

Confundida, dio un paso hacia atrás, intentando averiguar de dónde provenía aquella melodía. Era muy llamativa, pero tenía algo extraño... La maldad estaba imbuida en sus notas, sabía que algo no iba bien.

Una corriente eléctrica recorrió toda su espina dorsal, era capaz de ver algunas sombras moverse entre los arbustos, incluso podía percibir como algunas miradas recaían peso sobre ella, era una sensación escalofriante.

Iba a adentrarse más en el bosque, confundida por aquellas lúgubres miradas y triste melodía, pero antes de que eso ocurriese, la puerta que se situaba detrás de ella se abrió. Escuchaba un sonido distinto, era una voz dulce y afeminada, que cantaba una alegre canción sobre la familia y la amistad, mientras las personas aplaudían a su alrededor, acompañada de una guitarra acústica.

–...

Atraída por aquella alegre melodía, volvió a dirigir su mirada hacia la salida, andando hacia esta con tranquilidad. Poco a poco, fue sacándose la primera canción de su cabeza, creyendo que había tomado la elección correcta.

Las garras de la muerte. [Dead By Daylight]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora