Eta

1.3K 147 617
                                    

"Dicen que la forma del rey del inframundo refleja los corazones de aquellos que miran hacia él. Dicen que, algunas veces, su figura es tan hermosa que es casi imposible definirlo."

   Ni siquiera fui capaz de dormir esa noche, porque demasiadas cosas que debía organizar en mi mente. Tantas, que necesité escribir una lista.

   En el tope estaba el asunto de mi pavo real ardiente sobre mi pecho sin razón aparente y justo después de que Katarina me advirtiera del asunto. No pensaba que era sospechoso, pero sí particular. Debía averiguar qué hablaba con Erek justo cuando sintió su insignia quemar sobre la piel y así saber si sus palabras de algún modo tenían algo que ver.

   Le seguía el incongruente misterio de los uniformados de azul oscuro y la razón del por qué me buscaban con tanto afán. Aquel hombre de ojos azules no salía de mi cabeza por más que lo tratase, moviéndose como un constante recuerdo de su pacífica ofrenda que terminó siendo desventajosa. No cabía duda de que aquella organización parecía liderada por él, pero ¿quién carajos era, y qué demonios quería?

   Resalté sin vacilar el más importante acontecimiento del día: el absurdo secuestro. La inexperta y torpe aparición de aquellos dos individuos que formaban parte de algún grupo más grande me dio a entender que la mayoría eran principiantes en todo ese mundo, tanto así que Erek pudo con uno de ellos sin demasiado esfuerzo. No fueron capaces de atraparnos a pesar de que tuvieron varias oportunidades, y ni siquiera llegaron a golpearnos demasiado para vernos gravemente heridos. Sin embargo, nada de eso respondía la razón de quererme a mí, a mis hermanas, y a un supuesto número cuatro; tampoco la razón de que estuviesen involucrados con drogas, ni mucho menos aquel anillo que utilizaban de distintivo.

   Gracias a Erek, ahora tenía una visión más cercana de aquella joya. Parecía ser de plata bastante pulida; una calavera se extendía desde un costado, con los huesos de las costillas brindando forma circular de anillo, el cráneo del lado izquierdo parecía contar con los típicos cuencos vacíos en donde debían ir los ojos y la nariz, y estaba tallado con diferentes formas y texturas sobre el material. Desde el otro lado era parecido, pero a diferencia de que la calavera parecía ser un poco más delicada, estando completamente lisa y el agujero de la nariz formaba una sutil figura de corazón. Ambos cráneos se encontraban en el medio para forjar la silueta de una perfecta sortija.

   Jamás había visto tal cosa que proviniera de alguna orden.

   Suspiré pesadamente y guardé el anillo en un cajón junto a mi cama. Me dolía la cabeza de tanto pensar. No olvidé agregar a la lista la supuesta voz familiar que me pareció reconocer de la Agia llamada Némesis. No pude detallarla, ni siquiera para estudiar su porte y figura, porque quizás eso me hubiese dado una pista, pero no tenía nada. 

   Absolutamente nada.

   Lo mejor que podía hacer por ahora, era hablar con Roth. Estoy segura de que gracias a él fuimos rescatados el día de hoy por los Ikarianos al percatarse de lo sucedido a través de las cámaras de la ciudad. No obstante, no había tenido oportunidad de hablar demasiado. En el momento en que pisamos la orden, Cronos se cercioró de que estuviésemos bien y nos envió a ducharnos y descansar. No nos hizo demasiadas preguntas, y caminamos hacia las habitaciones con un océano de dudas con oleaje violento atacando nuestras mentes. Recuerdo haber visto a Erek antes de cruzar por el pasillo, pero ninguno de los dos dijo nada.

   Mis músculos palpitaban por cansancio cuando me siento en el borde de la cama, pero decido ignorarlo. Miro la hora en mi celular en su lugar: marcaba las once de la noche. Sabía que Roth no estaría dormido a esta hora, así que caminé descalza por la habitación para escabullirme hasta la suya.

IKARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora