Carta 11

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¿En serio no sabes quién soy? te di una pista muy importante pero bueno ya valió

Sabes...tengo curiosidad de saber qué harás cuándo descubras quien soy

Con cariño

V

Atte: Ya te lo he dicho y no me cansare de hacerlo ¡Me encanta tus ojos! Quisiera que mis hijos tengan tus ojos.

—¡Quisiera que mis hijos tengan tus ojos!— exclama fangs fingiendo voz de mujer

—A mí se me hace que quiere que tú seas el padre de sus hijos — dice Sweet con burla

Jughead ríe, de verdad aquella chica de las cartas lo estaba ilusionando, aquello era raro porque ni siquiera lo conocía

—¡Ya! — Exclama Fangs — Ella quiere saber qué vas a hacer cuando lo encuentres y siendo sinceros yo también

El pelinegro lo piensa — la verdad no tengo idea — Se encoge de hombros — sólo sé que me gusta lo que escribe, me hace sentir alguien especial. Creo que la chica me está empezando a gustar

— ¿Cómo puede ser eso posible? —pregunta Fangs incrédulo, una cosa era fastidiarlo con la chica misteriosa y otra era que su amigo se lo tomara muy enserio aquello — No la conoces

En aquel momento pasa una chica algo subida de peso, esa chica era Ethel quien al ver al chico lo saluda con una sonrisa, a ella siempre le ha gustado Jugehad, eso no era ningún secreto para nadie inclusive para el mismo Jugehad que sabía aquello, pero siempre lo ha ignorado ya que jamás le tomo tanta importancia

— ¿qué tal si es ella? — pregunta Sweet— ¿Qué harás? los tres sabemos que ella no es exactamente tu tipo

— ¿Lo dices porque no es tan agraciada? — Jughead niega— Chicos sea quien sea la chica no me importa, la belleza pasa y lo que queda es lo que hay en el interior. A mi gusta de sus pensamientos de la chica, su forma de ser — mira a Ethel y le devuelve saludo— Estaría bien si ella es la admiradora, pero yo sé que no lo es

Lo piensa, piensa todo lo que lo que podría hacer cuando encuentra la chica, algo dentro de él le dice que ella es demasiado especial

— Creo que cuando la encuentre te daré un beso — sentencia el pelinegro con una sonrisa

Sus amigos lo miran incrédulos, ya lo habían perdido definitivamente.

•𝐂𝐀𝐑𝐓𝐀𝐒 𝐏𝐀𝐑𝐀 𝐄𝐋 ⇢ JeronicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora