Capítulo 4.

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Las palabras de Iván fueron como una bomba de relojería para Naiara. Solo podía oír en su cabeza ''matarte a ti''. Miró a Iván preocupada, y no supo porque en aquel momento pero una sensación de miedo le invadió por completo. Se levantó de la cama asustada, tapandose con la manta y apoyandose en la fría y dura pared. ¿A qué estaba jugando? ¿Por qué la querían matar? ¿Por qué no lo había echo? Y aún más importante, ¿lo haría ahora?. Iván la miró sin comprender del todo porque estaba actuando así Nai. Podía comprender hasta un cierto punto el miedo que sentía de él ahora, pero a pesar de todo él le había demostrado en numerosas ocasiones todo lo que la quería. Y ella huía de ahora de él, como un perro asustado, como un maldito insecto. La sensación de traición empezó a brotar en el corazón de Iván. Se levantó más molesto consigo mismo por ser de la condición que era, que con Nai. Y fue hacía su cuarto sin volver a mirar a su amiga. Si lo hacía, el corazón se le rompería en dos y no quería que la parte más asquerosa de él saliese a la luz. Se encerró con llave en su cuarto y empezó a comprender que la condición de él era mucho más óscura de lo que jamás Naiara podría comprender. Naiara decidió levantarse y salir en busca de Bartolome. No pensó mucho en la ropa que debía ponerse, lo primero que cogió fueron unos vaqueros y una vieja camiseta que era bastante más ancha que ella. Intentó salir con cuidado por la casa, sabía que Iván podría sorprenderla en cualquier momento, sus pies rozaban con cuidado el suelo haciendo el menor ruido posible. Abrió la puerta con el máximo cuidado que tenía y entonces algo la sorprendió a sus espaldas. Sintió la mano de él encima de su hombro y un escalofrío le recorrió el cuerpo. No era miedo como antes, ahora era anhelo. Le había echado de menos y se arrepentía de su actitud irracional, pero por una extraña razón tenía que ver a Bartolome y dejar un poco de lado a Iván.

-Déjame que te lleve yo, de ese modo me sentiré algo más tranquilo.-La voz de Iván sonaba distante y fría, como si aquellas palabras hubieran sido ensayadas. Naiara sabía que estaba utilizando aquella barrera que levantaba él cuando se sentía triste o preocupado.

-Vale.

-Pero una condición, antes de las 12 intenta estar aquí. -Naiara percibió como las palabras de él no era una orden, sino una suplicación. Se sentía arrepentido y ella también. No sabía como decirlo, tenía miedo, tenía un cierto orgullo que se lo impedía. Pero necesitaba decirselo.Aunque comprendió que no era el momento, ni el lugar. Hizo caso omiso a sus palabras y salió hasta el coche de él. Dentro de este, la temperatura era más baja de lo normal. No dijo nada, se limitó a obedecerle y a esperar a llegar a su destino.

La casa de Bartolome daba la sensación de tranquilidad incluso desde fuera, se podía apreciar el aura que desprendía aquella casa. Naiara se tiraba horas mirandola, pensando que igual era ella la única que podía verlo. Pero por otra parte, Iván no podía acercarse al umbral de aquella casa. Esta vez no le hizó falta tocar a la puerta, simplemente Bartolome le abrió. Y no sabía como pero aquella sonrisa de B era aún más especial de lo normal, más increíble. Naiara no se había dado cuenta de todo lo que le echaba de menos, hasta que estuvo a unos escasos centímetros de él. De repente unos brazos la rodearon y sintió como si estaba en el mismo cielo, aquello era lo que le gustaba. Una sensación de hogar le comenzó a invadir por dentro. Le miró a los ojos y decidió pasar, siempre agarrandole la mano sintiendose segura. Solo le hizó falta mirar atrás un segundo y vio como los ojos de Iván parecían llamas. Pero no pensó en las consecuencias que causaba su acto, entró en la casa y como si una especie de hechizo la protegierá, sus problemas se empezaron a olvidar. Bartolome se acomodó enseguida en la butaca que había al lado de Naiara. Nai copiando sus movimientos, aunque ni siquiera igual de agil se sentó en una silla en frente de él. Bartolome miraba con curiosidad a Naiara, diferente de como lo hacía días atrás.

-Naiara, ¿qué te preocupa?.- Los ojos de Naiara se dilataron en un segundo, se había dado cuenta de las intenciones que traía incluso antes de hablar. Incluso antes de cruzar la puerta de su casa.

-Bartolome ¿tú sabías qué me quería matar Iván, no? Y también sabías lo de la guerra, estoy segura.

-Sí, lo sabía. Lo he sabido en todo momento y por eso te alejaba de él, de ellos, de su mundo y de la asquerosa manera en la que actua. Me da asco. Él y toda su gente.

-¿Pero por qué? ¿Por qué yo?

-Naiara es una larga historia , demasiado para contarla, demasiado para ti.

-No estoy para escusas, ya que me quieren matar lo mínimo que debería saber es el porqué.

-Hace años cuando naciste, se escapó una criatura extraña pero muy poderosa del mundo de los demonios. Se escapó un Drishk. Llevaba guardado bajo llave durante milenios, es una criatura demasiado peligrosa incluso para nosotros. Es la unión de todas las fuerzas existentes en nuestros dos mundo. Hará unos 6 milenios un ángel y un ángel caído se enamoraron y para juntar su amor, crearon esta especie de criatura con la fuerza de las dos. Una verdadera aberración, pero un día cuando naciste todo temblaba. Sabíamos que tu nacimiento iba a traer maldad, sin embargo decidimos seguir con tu vida. Y fue ese mismo día, el 12 de mayo de 1994 cuando se escapó de su cárcel particular. Como su poder necesita una portal hacía el exterior, decidió habitar en ti. Y bueno Iván venía con la misión de matarte a ti y al monstruo que habita dentro de ti. Pero aquí estoy yo intentando salvar tu alma y controlar a lo que te condena. Por eso Iván dice que estás condenada al infierno, porque tu alma esta llena de pecado. Lo que no contabamos era que Iván y yo acabaríamos enamorados de la chica misteriosa. Lo siento, Naiara.

Todas aquellas palabras transpasaron el alma de Naiara, el peligro que era ella misma para todo lo que quería. La amenaza que llevaba dentro para la humanidad. Esa era una sensación que derribó y descuartizó toda sensación de felicidad que podía llegar a sentir. Y luego estaba el odio, un odio cegador. Ese odio que sentía hacía Iván y Bartolome por haber guardado este secreto del que se había visto metida sin quererlo. Huir era la única escapatoria, huir sin nada y sin nadie. Igual la muerte la achezaría y así dejaría tranquilos a todos. Así Iván no tendría que matarla con sus propias manos y así Bartolome dejaría de preocuparse de una estúpida humana. Eso es lo que haría, actuaría con normalidad y cuando no estuviera nadie en casa se largaría. No dejaría rastro y así todo sería la paz que anhelaba ella.

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No tardó bastante en hacer el trayecto de vuelta a casa, pero los minutos a ellas se le hacían eternos. Cuando entró por la puerta a casa no podía mirar a los ojos de Iván, si no acabaría llorando y confesando todo. Desde ese momento todo para Nai fue muy rápido, llenó una maleta de ropa sin preocuparse demasiado por lo estaba eligiendo y se fue hacía el salón. Donde le escribió una pequeña carta a Iván:

Iván me voy, no quiero que me busques , dile a los que te controlan que he muerto. Ya no te quiero, te odio, te odio con todo mi corazón. Y solo tu recuerdo me da asco, he decidido irme lejos de ti y Bartolome.Los dos sois criaturas repugnantes. ¿De verdad pensaste alguna vez que te quisé? Que estúpido e inocente has sido. Hasta siempre, Naiara.

Cuando terminó de escribirla una pequeña lágrima llegó hasta la boca de Nai, rápidamente ella se la seco. Sabía que había mentido demasiado pero si no lo hacía Iván iría a buscarla. Prefería que la odiase a verle sufrir de esa manera.Tampoco es que ella se sintierá demasiado cómoda con la situación pero no había otra escapatoria. Por lo menos para los ojos de la inocente y triste Naiara.

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