❝Lisa de un día a otro, empieza a recibir notas de color rosa con preguntas un tanto estúpidas, pero aún así, solamente las sigue contestando con indiferencia. Ni siquiera pasándole por la cabeza la identidad detrás de aquellas estúpidas preguntas.❞...
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—¡Lisa! —Rosé, ahora de cabello rosa se acercaba a pasos rápidos hacia la tailandesa de expresión decaída que intentaba ocultar con su cabello. Habían pasado aproximadamente dos semanas después de lo ocurrido. Dos semanas en las cuales se perdió de todo por haber sido expulsada por violencia, pero no estaba arrepentida en lo absoluto.
Su madre todavía estaba molesta con ella puesto que nunca había participado en una pelea o algo por el estilo. Y de un día para otro, tenía rasguños y una gran carta para su madre donde explicaba la razón de su expulsión temporal. —¡Volviste! ¡Te extrañé mucho!
Un círculo de cuchicheos de pronto la invadió cuando Sehun pasó a su lado. La miró de reojo y volvió a irse echando humo por las orejas. La tailandesa suspiró, no esperó que el año fuera así de desastroso.
—¿Quieres entrar? —Preguntó la de cabello rosa y la contraria asintió comenzando a abrirse paso entre las personas con la cabeza gacha. Todos podían observar la otra faceta —o la verdadera faceta— de Lisa. No era la misma que llegaba con la cabeza en alto e irradiando elegancia. —¿Qué hiciste en estos días? —"Cosas" murmuró. Definitivamente no tenía ganas de iniciar una conversación con alguien.
La verdad era que Lisa no había hecho nada más que pensar en todo lo que había pasado. Todo en su cabeza se encontraba confuso, no sabía qué pensar o qué hacer con las acciones que tomó de manera acelerada. Muchas veces trató de no pensar en ello para no seguir torturándose más, pero cada día todo se hacía más inevitable.
¿Le gustaba Jennie?
Formó una mueca y siguió caminando al lado de su mejor amiga. Sentía que solamente le daba igual, pero en la parte más recóndita de su corazón parecía existir una luz de esperanza. Lisa rió bajito. Parecía la típica película de romance adolescente, con la diferencia de que no estaba loca de amor por la coreana.
—Lisa, tengo que ir a un lugar. ¿Podrías ir tú sola al salón? No voy a tardar. —La susodicha asintió viéndola alejarse. Siguió caminando con la cabeza gacha sin importar que alguien se tropezara con ella. A su cabeza se le vinieron los recuerdos de Sehun y Jennie y no pudo evitar no cerrar sus puños.
Hasta que alguien tomó su muñeca y la arrastró hasta el salón de artes.
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