Epílogo

1K 79 47
                                    

Parte 12

(Epílogo)

Las ruedas del carromato giraban y giraban dejando marcas en el camino polvoriento. Más allá, perdiéndose en el horizonte, veía la última mirada de Leiftan.

Las ruedas del carromato giraban y giraban. Dejaban marcas en la tierra que se estaban perdiendo con el viento que se levantaba al atardecer, ¿o era sólo el destino quién le indicaba que jamás volvería por el mismo camino?, el destino que borraba las marcas de regreso.

Las ruedas del carromato giraban y giraban. Ya no estaba Leiftan en el horizonte; se había marchado. De pronto una sacudida; las ruedas habían chocado contra una piedra que estaba en el camino.

Dejó de concentrarse en las ruedas y miró hacia la chica que seguía mirando en dirección al horizonte, justo donde había estado Leiftan. Las lágrimas brillaban cuando la luz del sol del atardecer las tocaba con dulzura, acariciándolas. De repente el llanto cristalino resbalaba por la cara de esa chica y caían sobre su regazo.

Tenía razón... los ojos de esa insípida estatua nunca habían sido tan amargos como los de ella al marcharse.

Nevra se acurrucó en el carromato, se cubrió completamente del fuerte viendo del atardecer sabiendo que el frío se avecinada y también con la esperanza de no ser reconocido, no aún. Quizás, él también tenía algunas lágrimas que derramar.

Escondido, se dejó llevar por el cansancio y por el movimiento constante.

Un recuerdo... el de ella marchándose. El recuerdo de él quien no había podido detenerla ni quien había podido alcanzar a despedirse.

El recuerdo de sentirse desdichado al ver la estatua, al saber que más de la mitad de su corazón se iba con Erika.

—Erika sin lugar a dudas es muy linda. —alguien se había sentado junto a él en el asiento que había en el cerezo. —Creo que un día me lo dijiste.

Nevra asintió al escucharla.

—Ella y yo ya hemos hablado...

Él la miró con los ojos abiertos.

—Erika me buscó una vez que tomó la decisión de irse. Me buscó porque quería conocerme mejor. Reconozco que al principio me puse a la defensiva porque recordé lo alejado que estabas tú de mí, pero una vez que la escuché hablar me sentí más tranquila. —sonrió con tristeza. —Ella me pidió que te cuidara y que te hiciera muy feliz.

Brezna... —murmuró, Nevra. Agachó su cabeza con un poco de vergüenza.

Realmente es una buena chica. —le tomó la mano al pelinegro. —Al final le prometí que te haría feliz... yo se lo prometí, y con esa promesa Erika quedó más tranquila, pero ¿cómo hacerlo si tú nunca fuiste mío?, ¿cómo cuidarte si ya estás herido?

Brezna. —negó él. —Yo te quiero mucho, no quise hacerte daño.

Ella se acercó despacio a Nevra. Dejó tiernamente sus labios sobre los de él y lo besó con delicadeza.

Yo podría hacerte feliz... —susurró. —pero no soy Erika. Te amo, Nevra, y es por eso que seré yo quien te deje a ti. Eres libre de estar con la persona que quieras...

Le dio un último beso en la frente y se retiró en dirección al cuartel sin esperar respuestas de él; no necesitaba una respuesta, no necesitaban decirse nada más.

Se quedó mirando la estatua de Erika sintiendo un gran peso en el corazón.

Si Miiko no hubiese sido una cobarde ni Valkyon un débil, él sería feliz.

Cuando abro los ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora