Dinamarca

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No cálido, ni frío... tampoco neutral. Sentimiento que se siente, se traga y consume con tranquilidad. Droga infalible, altos y bajos en un mismo sabor intrigante a todo y a nada. Cuando no queda nadie a quién acudir ante los fantasmas del pasado, del futuro y de la pausa temporal voluntaria bañada en escape.

Cansancio, no tristeza, ni depresión. ¿O sí? Cama pequeña, colchón con vista al exterior de invierno pasivo y lejano. Estrellas lejanas, lejanos problemas y burbuja de seguridad con máscaras de embriaguez, experimentos y dar un paso extra, y otro más.

Chiquilla rubia y tímida, amor a primera vista, conquista segura. Inseguridades familiares, nudos en el cuerpo y olor a vainilla. Labios sabor a fresa, piel color crema ruborizada de cereza, mirada de ojos oscuros no pudieron ocultar sus deseos, ni sus maldiciones.

Joven de pecas, ojos verdes como aceitunas, y hermandad anhelosa. Sonrisa prostituta y sacrificio pactado al escondite, a la defensa, al muro de piedra que su corazón formó alguna vez. Escape al sentimiento, hasta la vista pronuncia, corazón partido en islas sin faroles. Regaliz repartido en caramelo macizo, premio al penetrador de escudos leídos desde otros continentes.

Muchacho desproporcional. Estatura alta, carne viva como emociones, virginidad al toque de queda y cambio drástico del quién soy yo. Viajante psicodélico, sin retorno, sin justicia, sin paz ni causa. Abrazo confortante, promesa del no suicidio, autodestrucción aletargada por inyecciones de cariño inesperado. Flor en otoño, que aguantó el invierno. Fénix alado y consciencia con debates a las estrellas.

Independencia con miedo presente, emoción y positivismo con nostalgias, alcohol, el neón y la identidad asentada en suspiros. Proceso de destrucción de capaz, recuerdo de traumas y el mar presente. Atardecer suave y naranja con tintes de azul, como en aquél otro lugar, como en cualquier otro existente.

Corazón golpeado por la despedida, avión en espera. Abrazo profundo, silencio de ambas huellas marcadas en el corazón. Lágrimas presentes en una promesa de impronunciables palabras, del nos veremos pronto, del cuídate, del no lo hagas más. Beso amoroso sin romance, con firmeza y confianza devota, como lo que fuimos, somos y seremos. Adiós quebrantado, enmendado con esperanza y cariño, el capítulo más disfrutado... se ha terminado.

Nostalgia de NeónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora