Otoño

50 1 0
                                    

Otoño.
Aquella temporada con sus tonos tan distinguibles, anaranjados y fríos. El aire se siente tan fresco que todo el mundo procede a colocarse ropa abrigada. Los niños salen con suéteres y gorros de lana. Todo anuncia que pronto sera la temporada de invierno, pero mientras tanto el otoño va derribando aquellas hojas secas de los árboles. Aún no ha nevado, por lo tanto el andar de los niños al correr y jugar sobre las hojas suena con un ligero crujir. Muchos de aquellos mocosos se divierten acumulando aquellas hojas secas con la intención de enterrarse o aventarse en ellas, pero el propósito siempre es el mismo. Divertirse.

Yo deje de verles el lado bueno a esas espantosas cosas, aunque parezcan inofensivas, nunca olvidare lo ocurrido en mis años mozos. A decir verdad podría afirmar que el otoño me trajo infinidad de problemas ya a mi edad adulta. Permanentemente alerta, nervioso y paranoico, siempre mirando hacía atrás con la esperanza de que nada me siga de nuevo.

Cuento esto para aquellas personas allegadas a mi; amigos, familia, incluso hasta conocidos. Así como también para aquellas personas que jamas han visto mi rostro ni entablado alguna conversación conmigo, aquellos sujetos de rostros desconocidos para mi, que nunca han tenido la oportunidad de escuchar mi voz, saber mi nombre, mi complexión, nada. Mi finalidad de contar lo que viví es para mantener a las personas a salvo, todas las que pueda de serme posible. Lamentare mucho extenderme en el tema, pero ya soy viejo, tengo setenta y dos años y aunque odie hablar como si fuese una urraca debo de contar toda esta historia de principio a fin para advertir del mal que acecha en los lugares menos esperados.

Empezó en otoño, lo recuerdo bien incluso a pesar de mi edad y mi salud mental, aquel espantoso otoño que desencadenaría problema tras problema.
Aquel otoño...

El paso de las hojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora