Shikadai Nara tenía tres años y entendía muchas cosas para ser tan pequeño: por ejemplo, que su abuela materna gritaba demasiado, aunque nunca a él o su madre. Siempre a su padre, llamándolo "vago", una palabra que él realmente no entendía.
Sabía que, de todos los "primos", el favorito del tío Hokage Kakashi era él, aunque el pequeño no entendía eso.
También sabía que la tía Kurenai lo amaba de una manera tan exagerada que solamente se comparaba a la manera en que su madre lo hacía; lo mismo sucedía con sus primos Kasumi y Asuma juñior*, quienes lo trataban como a un hermano, siempre consintiéndolo y jugando con él a armar rompecabezas o Shogi.
Sabía que su madre era la mujer más hermosa y amable de todas las madres, pero que cuando estaba de mal humor era no era bueno estar cerca de la capitana anbu, jugando con él, enseñándole tecnicas de su clan y le preparaba deliciosa comida. Aunque siempre se quedara dormido a mitad de ella.
Pero lo que más sabía era que su padre repetía mucho la palabra "problemático".
Problemático esto, problemático aquello. Esa palabra la escuchaba tanto desde pequeño, que la primera que dijo fue, claramente, "problemático". Para sorpresa de su padre, quien había intentado que dijera "papá".
Entonces, esa mañana el pequeño Shikadai sabía que se había metido en un rollo... muy problemático.
Como era bien sabido, los Nara poseían una extensa parte de bosque para su criadero de ciervos, animales que el heredero nunca había podido ver de cerca. A veces, cuando sus tíos estaban de visita, solían salir al jardín a tomar el té mientras platicaban de cosas que no le interesaban a un niño de esa edad, así que miraba hacia las nubes desde los brazos de su tío Shino. Y siempre, uno de esos hermosos animales le seguía con la mirada.
Shikadai tenía una fascinación por aquellos animales con ojos oscuros y mirada sigilosa; en cierta manera, los ciervos que deambulaban por el jardín le recordaban mucho a su padre: sigilosos, calculadores y fríos.
Porque Shikamaru Nara podría ser alguien maravilloso, pero el pequeño tenía un concepto de él como un hombre frío. Al menos, con él lo era.
Shikadai había encontrado algo mejor que mirar las nubes: los ciervos.
Fue por eso que aquella mañana había sido diferente.
Desde que el pequeño Nara había aprendido a caminar y abrir las ventanas y puertas con objetos que andaban por su alrededor, su abuela había sugerido cambiar su habitación del segundo piso a la que era la antigua oficina de descanso de su fallecido esposo. Claro que Shikamaru y su abuela habían tenido una gran pelea respecto a eso, incluso su equipo se había metido, hasta que su esposa tomó la última palabra, y ahí si no pudo protestar.
Y es que no importaba lo fuerte o valiente que el shinobi fuera, ella siempre tenia la ultima palabra.
Shikadai despertó como siempre mucho antes que su familia. Esperó paciente e incluso emocionado, porque sabía que pronto "Oto-sama" se acercaría a su ventana. Había generado cierta fascinación hacia cierto ciervo en específico, llegando a adorarlo de una manera tan magnifica y poco saludable, llorando desconsoladamente cuando sus padres lo sacaban de la casa o cuando el ciervo no andaba por los alrededores. Y hay que decir de Shikadai Nara, que de todos los niños de dos años, él era el único que no hacía berrinches
Sus tíos decían que era la viva imagen de Shikamaru exceptuando su ojos, los cuales eran idénticos a los de su madre.El había heredado la tranquilidad de ambos y su inteligencia.
Y después de varios segundos... ocurrió.
Shikadai se levantó rápidamente y pegó su carita al cristal de la ventana y vio al ciervo. Era enorme, incluso más que cualquier otro que deambulaba por el jardín, con una piel tan lustrosa que el pequeño deseaba tocar, unos ojos tan oscuros y fríos como los de su padre, y esa mirada calculadora e impenetrable.
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Shikahina
FanfictionHistoria de la familia Nara- Hyuuga This story inspired me several fanfix abandoned fragments that I was able to put together and from my imagination as well