Dentro de su mente, los pensamientos indistintos se arremolinaban como un torbellino ansioso, como un huracán en medio de un desierto lleno de fina arena. Xie Lian sentía que faltaba algo, que el hilo de sus recuerdos estaba inconcluso, pero mientras más pensaba más le dolía la cabeza.
Y en medio de esa guerra de conjeturas, los tres días pasaron.
Tenía una intensión asesina, justo ahora tenía la determinación para desatar la maldición del Rostro Humano en la gente del Reino de Yong An.
Pero alguien desestabilizó sus emociones.
Inicialmente Xie Lian se hirió a sí mismo clavando una espada en su abdomen y dio un plazo de tres días como una última oportunidad de redención para esa gente, quería sentirse justo y si al final nadie lo ayudara tendría su conciencia limpia al tomar venganza y acabar con todos. Pero un hombre de mediana edad que pasaba por su lado se compadeció de él. En medio de la lluvia, le dio unas palabras de aliento junto a un viejo sombrero de Bambú para que se cubriera.
Eso fue todo.
Ese pequeño acto, hizo que Xie Lian se retractara de su intención inicial.
A un lado, entre la espesura del bosque estaba escondido Bai Wuxiang, sus túnicas prístinas revoloteaban con el viento y la máscara que cubría su rostro, la mitad llorando y la mitad riendo, ocultaba perfectamente la alegría del demonio.
Él... se arrepintió.
Él... no se ensució las manos.
Su corazón latía como tambor, su respiración estaba algo agitada y tenía la fuerte necesidad de correr hacia él y abrazarlo, darle calor y curar la herida en su abdomen, que aunque no lo mataría seguramente dolía.
Sin embargo, las cosas no eran tan sencillas. La enfermedad del rostro humano tenía que desatarse por destino en el reino de Yong An y además previamente Xie Lian se había encargado de convocar a todas las almas resentidas y sedientas de sangre de su su reino caído. Xie Lian podría estar en paz, pero esas almas no.
Viéndose en la penosa necesidad de intervenir para que no fuese Xie Lian el chivo expiatorio esta vez, hizo su aparición frente a Dianxia para darle un sacudón de realidad y después de intercambiar un par de palabras, de odio y rencor por parte de Xie Lian y de arrogancia y suficiencia por parte de Bai Wuxiang, el demonio finalmente retiró la espada de su abdomen y con ella se dispuso a desatar la maldición, porque obviamente no permitiría que lo hiciera Dianxia.
Xie Lian, enfurecido como una fiera salvaje, luchó contra él con todas sus fuerzas tratando de impedir que lo hiciera. Lo golpeó con todo lo que tenía pero el demonio parecía estar hecho de acero, era extremadamente fuerte.
"¿Por qué estás tan enojado? De cualquier forma lo hecho, hecho está ¿Por qué no simplemente disfrutar de la venganza?"
Aunque sus palabras eran crudas, en el fondo solo quería que Xie Lian dejara de intervenir y se fuera de allí. Las cosas tenían que seguir su curso, Yong An tenía que desaparecer como una vez lo hizo Xian Le, e incluso Wu Yong. Eso era algo inevitable, pero Xie Lian no lo entendía, o tal vez no se resignaba como hace tiempo no lo hizo con el destino de su pueblo.
Lleno de determinación gritó: "¡HEY! ¡VENGAN A MI!"
En medio de la oscuridad de la noche, los espíritus resentidos que estaban ya atacando a la gente de Yong An, se volvieron hacia Dianxia. Él cerró los ojos fuertemente, su corazón bombeaba y palpitaba a gran velocidad, en su mente pensó que sufrir por alguien más, que salvar a la gente común era lo suficientemente bueno como para sacrificarse. Pero cuando la ola de espíritus malignos no llegaron hasta él abrió nuevamente los ojos y estos se entornaron llenos de asombro por lo que vio.
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VEN A MI LADO || Bai Wuxiang x Xie Lian
FanfictionBai Wuxiang, conocido como el Blanco sin-rostro ha estado persiguiendo obsesivamente a Xie Lian durante mucho tiempo tratando por cualquier medio llamar su atención, llegando incluso a provocar la caída del Reino Xian Le. Xie Lian, ajeno a lo que p...