Segunda semana: Angs/Drama/Tragedy/Hurt-Comfort
Categoría: Tragedia.
Tema: Omegaverse.
Palabras: 907.ღ
El omega observó al alfa a la distancia. Su aroma era arrasador, logrando que sus fosas nasales se extendieran en búsqueda de conservar la fragancia grabada en su memoria. Todo su lobo interior aullaba, gritaba, rasgaba.
Es él, es él.
No podía controlarlo. Observó el barato vestir que llevaba de momento: no se comparaba en nada al de él. No, por supuesto que no. Llevaba una pañoleta roja atada a uno de sus elegantes brazos, signo inequívoco del estrato social que ostentaba tan poderoso ser.
Thomas bajó la mirada y observó las sandalias rotas que portaba él. No. No podía. El beta a su lado haló de la cadena a su cuello y volvió a gritar para escuchar las ofertas hacia él.Sería vendido. Era un omega. Un esclavo y una escoria por orden de la sociedad. Su condición empeoraba por el simple hecho de ser macho. Todos los alfas se unían a betas, hermosas betas que daban a luz una preciosa generación que conservaba perfectamente el linaje. Los omegas, en cambio, solo servían para una cosa: placer. Comercializados y vendidos como esclavos sexuales, eran mantenidos a los harems de alfas de poca monta.
Ese hermoso alfa no lo miraría a él. Nunca.
Cerró los ojos y escuchó una oferta, dos, quizá tres. Podía casi, casi pasar por una omega, quizá alguien pensara que no tenía formas, quizá un lobo lo comprase y se enojara cuando descubriese que debajo de su sucia ropa, escondía su naturaleza.
Cuando sus pardos se develaron de nueva cuenta, aquel hermoso par color miel le observaba a la distancia: olía en su dirección. Lo sabía, podía verlo. Sus feromonas se desataron. Fue su lobo rogando por atención, porque el alfa lo mirara a él."Vendido."
Thomas no lo notó, no escuchó. No cuando el trance llegó. Debía ir a él... Debía. Pero no ocurrió. Sintió el ardor de las cadenas en su cuello, y después, oscuridad.
Cuando abrió los ojos de nueva cuenta, se encontró con el aroma a cera. Analizó en silencio la habitación y no encontró más que suciedad. ¿Dónde estaba? Parpadeó confundido mientras se ponía de pie y caminaba torpemente hacia la cortina que servía de puerta. El aroma a cítricos de aquel alfa llegó a él al instante, se sintió mareado, atraído, todo por partes iguales. Necesitaba verlo, necesitaba encontrarse con aquellos ojos color miel. No importó más que ello en su mente, no cuando sus piernas corrieron y se permitieron guiarse por el aroma, por el instinto.
Escaleras, habitaciones. Thomas no debía ser un experto para adivinar que se hallaba en uno de esos ostentosos castillos. Un lord, quizá un vizconde. ¿Lo había comprado acaso? ¿El alfa lo había elegido como él lo había hecho?
Se detuvo cuando el aroma finalmente delató su fuente. El precioso alfa castaño estaba de pie, junto a una enorme ventana. Sus profundos ojos color miel le estaban observando en silencio, quizá estupefactos.
—¿Cómo has llegado aquí, omega?
Thomas lo notó al instante: el alfa se esforzaba por no oler, pero estaba afectado por él, por su naturaleza, por sus feromonas. Sucedía una vez, solo una vez en la vida. Él lo sabía, sus lobos lo sabían. Tenía que suceder.
—¿Me habéis comprado en el mercado? —Thomas le observó confundido, observando a su alrededor, notando que aquella habitación guardaba más aromas que el del alfa—. ¿Vuestro lobo también lo sintió? ¿Nosotros...?
La frase quedó al aire. El ardor que se instaló en su mejilla le hizo casi caer al piso. Cuando sus pardos volvieron a enfocar, notó que una rubia le observaba altiva, y notoriamente, molesta.
—¿Cómo os atrevéis a hablarle así a mi compañero? Omega inmundo.
¿Qué? Thomas parpadeó confundido, notando finalmente, la marca que descansaba en el cuello de la beta. Unidos. Ese precioso alfa estaba unido a la omega de rubios cabellos. Unidos. La palabra continuó rebotando como pelota de ping pong en su cabeza. Escuchó un par de voces más, pasos. Pronto sintió sus hombros ser apresados mientras él era empujado hacia atrás.
—¿Ha sido Aml quien ha comprado esta escoria? —Cuestionó la beta al guardia, quien asintió y retrocedió un paso.
Un hombre moreno entró a la habitación, haciendo una leve reverencia que tanto la beta como el alfa de ojos miel aceptaron con un asentimiento de cabeza.
—Lo siento, mi señora. El sedante debió ser más eficaz. Trasladaremos la mercancía en conjunto con el tributo de esta noche. Será entregado a los salvajes del sur tal como fue ordenado.
Thomas se heló al instante. Eso no podía suceder. Todo su cuerpo tembló cuando fue arrastrado fuera de la preciosa habitación, fuera del alcance de la vista de aquel hermoso par de color miel. Su lobo aulló con desesperación desde el fondo, sabiéndose rechazado. La pena y el dolor llegaron apretando su corazón, rogando que dejase de funcionar.
Alguna vez escuchó, que los destinados, eran especiales. La leyenda creció como una estúpida esperanza en su cabeza, haciéndole pensar que algún día su alfa le hallaría y le sacaría de la miseria de su condición.
Pero existían dos posibilidades en este mundo: ser aceptado o ser rechazado por tu destinado. El omega jamás imaginó que la segunda opción, era un destino peor que la muerte a manos de los alfas del sur.Y lo haría, moriría a manos de los salvajes tarde o temprano, sino es que su lobo se rendía antes al dolor de su corazón.
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Dylmas is Life
De TodoRecopilación hecha especialmente para el Dylmas Fest. Hallarás de todo un poco, desde smut extraño, hasta situaciones hilarantes. Todas ellas narradas en menos de mil palabras (o quizá unas veinte más). Disfruta