💮#09💮

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Katsuki: ¿Lo que dijo la señora Inko es verdad?

Mitsuki: Katsuki...

Katsuki: Yo solo pregunte si es verdad

El corazón de Mitsuki se estrujo al escuchar lo último que menciono su hijo, en cualquier otro momento lo habría reprendido por haberla cortado de esa manera, pero ahora le era imposible hacer eso, pues el pelicenzo que siempre se la pasaba gritando, había bajado los niveles de su voz indescriptiblemente.

Mitsuki: Si, es verdad

Katsuki: ¿Por qué?

Mitsuki: Yo no lo se

Katsuki levanto su mirada, y Mitsuki pudo ver unas leves lágrimas en los ojos de su hijo, y eso basto para hacerla sentir la peor persona del mundo.

Su hijo no mostraba debilidad ante nadie, nunca lo había visto llorar aun siendo ella su madre, recordó aquella ves donde jugando tropezó y se raspo la rodilla, notaba el dolor en los ojos de su pequeño, pero ni una sola lagrima, así de fuerte era Katsuki, y verlo al borde del llanto significaba que esto sobrepaso su fuerza.

Como madre se sentía devastada, y por primera vez en mucho tiempo no sabía cómo actuar, si lo intentaba consolar lo haría sentir inferior haciéndole mucho más daño y dejarlo solo en un momento como este tampoco era una opción, no sabía qué hacer y durante el tiempo en que pensaba como actuar, el pequeño niño corrió hacia su habitación dejando a la mayor sola sintiéndose como la peor madre del mundo.

Mitsuki Bakugo, era una mujer firme, de carácter fuerte y ese mismo carácter fue el que heredo su hijo, sin embargo, al igual que su pequeño no soporto el dolor de escuchar la dura decisión de Inko, ella no soporto haberse quedado estática y no saber cómo actuar.

La rubia ceniza no soporto y lloro, lloro como hace mucho que no lo hacía, ¿Tan mala madre había sido?, ni siquiera se había dado cuenta de la velocidad en que su hijo estaba conociendo el mundo, se sentía de lo peor, pero como siempre, aquel hombre que la eligió como esposa, llego en el momento oportuno para calmar las dolencias de su familia.

Masaru Bakugo era todo lo contrario a su hijo y esposa, era una persona tranquila, llena de paciencia y capaz de actuar ante cualquier situación, siempre pasaba mucho tiempo en el trabajo, aun así, se hacía un espacio en su agitado horario para dedicarse a su familia, pues los amaba con todo su ser.

Ese día había acordado llegar temprano para hablar con el pequeño Katsuki, pero cuando abrió la puerta de la casa lo que vio lo supero demasiado.

Su esposa se acercó a él y lo envolvió en un abrazo mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas, ver así a Mitsuki era realmente extraño y solo significaba que algo estaba realmente mal.

Devolvió el abrazo y mientras la intentaba calmar pidió que le explicara lo que pasaba, Mitsuki le conto todo y también desahogo sus pesares en su marido, Masaru logro calmarla y quitarle todos esos pensamientos a su mujer y después de ello, le dijo que él se encargaría de todo.

Mitsuki se alivió en el instante que escucho aquellas palabras de Masaru, sabía que podía depositar toda su confianza en él, pues Masaru sabia como llegar a esos dos rubios explosivos que tenía en su familia.

El señor Bakugo besó la frente de su esposa y luego tomo rumbo hacia la habitación de su hijo, sabía que hablar con él sería más difícil, pues Katsuki era cerrado, pero después de vivir tantos años con Mitsuki, había aprendido algunas cosas.

Toco la puerta avisando que iba a entrar y después de girar la perilla, la oscuridad del cuarto lo recibió, prendió la luz y pudo ver a su hijo acotado boca abajo con la cabeza metida entre las almohadas, se acercó lentamente y se sentó a su costado.

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