-ꜱɪᴇᴛᴇ- ❝ ʀᴏᴘᴛᴜʀᴀ ❞

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Wooyoung se quedó mirando la puerta durante varios minutos. Podía sentir fuertemente su respiración, cada exhalación golpeaba la madera frente a su rostro.

Sentía sus manos temblar levemente, pero las mantenía junto a su cuerpo, aún sin reaccionar.

Hasta que cerró lentamente los ojos, y se dejó caer contra la madera de la puerta. Su cuerpo y su mente se sentían muy débiles luego de aquella discusión.

Las lágrimas ya no eran forzadas a esconderse, no había nadie más en la habitación. Sólo se dejó desplomarse y soltar toda la tristeza que se había guardado frente a San.

Su cuerpo se deslizó hacía abajo, apoyándose contra la puerta que parecía ser su único apollo en ese momento.

Ya no podía aguantar aquello, ya no. No podía más.

Su mente abrumada regresaba en el tiempo a todas las veces que San lo trató de mala manera, todas aquellas discusiones que hacían que las personas se voltearan a verlos en los pasillos, que ponían a Mingi y Seonghwa incómodos; Recordaba la cantidad de amistades que tuvo que terminar por culpa de los celos del mayor; la cantidad de escenas dramáticas que este armaba en cualquier lugar. Ese infierno que había tratado de soportar durante 2 años.

Pero sus lágrimas no salían por esos recuerdos.

Lloraba por todos aquellos esos buenos momentos junto a San. La forma en la que lo trataba cuándo estaban solos; los tiernos y románticos detalles que le avergonzaba mostrar en público.

Recordaba la forma en la que San se quedaba a dormir en su departamento, en las temporadas frías, y ambos se desvelaban mirando películas de su infancia, entre las mantas cálidas de la cama de Wooyoung.
Recordaba la forma atenta en la que el mayor iba a buscarlo, luego de estudiar con el señor Kim; cómo le preguntaba siempre como le había ido, y dejaba que le explicara los términos químicos que había aprendido (aunque el no los comprendiera).

Cuándo cerraba sus ojos, solo podia ver el rostro molesto de San,cada vez que hacía sus escenas de celos. Pero si los mantenía abiertos, las lágrimas salian al ver su departamento y que cada cosa le recordara a él.

En ese momento, más que nunca antes, recordaba la forma en la que, los brazos del mayor, lo abrazaban por la espalda mientras dormían; casi podía sentir la frente de San apoyándose en su hombro y soltando pequeños ronquidos.

Ese sentimiento de calor que su cuerpo le daba. La comodidad de estar entre sus brazos. Los perezosos besos que se daban al despertar.

Los momentos hermosos en los que ambos se escapaban en la motocicleta, y, comprando comida en el camino, improvisaban un picnic en algún parque de la ciudad.

Sus conversaciones sobre absolutamente nada, que duraban horas.

Sus jugueteos tiernos; sus noches apasionadas; sus discusiónes tontas; sus peleas serias; la intimidad que compartían mutuamente; La confianza que pareció que jamás logró desarrollarse para San.

Todo eso pasaba por su mente en aquél momento.

Pero esos recuerdos hermosos se veían obscurecidos por todo lo demás, todas las escenas de celos, la forma controladora en la que San lo trataba cuándo estaban en público.

Todo lo que lo llevaba hasta la actualidad: estar sentado contra la puerta, llorando mares culpa de ese hombre de cabello marrón con blanco.

Sintió la respiración faltarle. Abrazo sus piernas y apoyó la cabeza sobre sus rodillas, mojando la bata, que aún tenía puesta,con sus lágrimas.

Se sentía morir.

Se sentía morir

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𝐀𝐍𝐓𝐎𝐍𝐈𝐌𝐈𝐀  ▍# 𝙎𝘼𝙉𝙒𝙊𝙊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora