Lo que quiero entregar

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La navidad era un dolor de cabeza.

Akaashi vio escéptico el pequeño papel entre sus dedos, entrecerrando los ojos como si lo escrito ahí fuera solo un problema de enfoque, incluso un delirio producto del onigiri pasado que se había comido en la mañana, sin embargo, el nombre en el papel no cambiaba. No es que tuviera un problema en particular con el juego del "Amigo secreto", puesto que con lo observador que era no le costaba saber qué regalo podía gustarle a cada uno de sus compañeros de equipo, pero sólo había uno de esos integrantes que hacía que miles de ideas se agolpen en su mente hasta reducirse a la nada.

—¡No es justo! ¡Yo quería sacar el papel primero!

—Sacaste el último lugar en el "piedra-papel o tijeras", así que tendrás que esperar.

—De cierta forma es increíble, nunca había visto a alguien perder tantas veces.

El armador soltó un suspiro casi imperceptible mientras escuchaba a la estrella y capitán de su equipo hacer algo muy semejante a un berrinche ante la indiferencia de sus managers que seguían repartiendo los papeles para el juego.

—Akaashi, no te tocó tu mismo nombre, ¿verdad?

Se vio muy tentado a afirmar y escapar de la tortuosa búsqueda que le esperaba, pero tampoco quería arruinar la esencia del juego. Obviamente no tenía nada que ver con lo terroríficas que podían llegar a ser sus managers si se enteraban, por supuesto que no.

—No, Suzumeda-san— Le respondió honestamente, a lo que la chica asintió con una sonrisa para seguir llevando la cajita con los nombres a los miembros faltantes.

—Recuerden que tendrán tres semanas para comprar el regalo, más vale que no se olviden. ¡Especialmente tú, Bokuto!

Guardó el papelito en su bolsillo, su inquisitiva mirada dirigida al objetivo en un vano intento de que el regalo ideal fuera a brillar sobre su cabeza en cualquier momento.

—Tu mirada da miedo— La voz de Konoha lo sacó de sus pensamientos, notando que ya varios estaban listos con su papel.

—Lo veo relajado, Konoha-san— Le comentó con aire sombrío.

—Si, lo único que pedía era que no me tocara cierto rey del drama como el año pasado, no después de todo el esfuerzo que hice para que solo dijera un "Ah...gracias"— Rememoró con enfado la sangre, el sudor y las lágrimas que había vertido en ese regalo, aunque solo le había costado un par de yenes en el negocio de la esquina en realidad—. Oh, Komi-yan, ¿qué tal?— Le preguntó al líbero imitando el cabello levantado de su capitán para saber si le había tocado su nombre.

—¡Safe!— Dijo el otro levantando el pulgar, a lo que Akaashi rodó los ojos, tratando de apartar el pensamiento malvado de delatarlos en la trampa que estaban haciendo a su manager.

—¡Akaaaaashi!— Se escuchó cierta energética voz que hizo que el armador por instinto escondiera mejor su papel.

—¡El torbellino!— Exclamaron Konoha y Komi al ver a Bokuto correr en dirección a donde estaban.

—¡Ya les dije que no soy un torbellino!— Exclamó justo antes de resbalar con la red que estaba en el suelo, cayendo de golpe sobre el armador y los otros dos.

—Ah, cuidado, estoy guardando la red— Dijo Yukie aún sujetando uno de los extremos.

—Muy tarde— Murmuró apenas el "Experto en todo, pero Maestro en nada" tratando de volver a respirar.

Akaashi solo miraba el techo del gimnasio en silencio, su lista mental de posibles regalos comenzando a ser encabezada por "Algo resistente", más que su espíritu navideño al menos, aunque eso no era tan difícil.

Búhos en NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora