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Me removí entre mis sábanas, y realmente no sé como lo hice, pero pude salir del montón de bolitas que me rodeaban.

Agarré la ropa y entré al baño para asearme. Una vez lista, salí y me encontré con ONU sentado en la almohada rascando uno de sus ojos.

—Buenos días.— Dije con tono bajo y acercándome a él. Lo recogí en mis manos y salí de la habitación, dejando esta semiabierta. Encendí la televisión y fui a la cocina preparando un café y sacando las magdalenas que compré.

ONU alzó sus manitas hacia mi. Solté una pequeña risa y abriendo una magdalena se la entregué entera, dejándolo en el sofá.

Regresé a la cocina para sacar el café y saqué un cartón de leche y un vaso de chupito. Al volver al sofá lo vi con la boca mordiendo la magdalena como si no hubiera un mañana.

—¡Espera espera!— Dejé los vasos y el cartón en la mesita y me acerqué a él, tirando de la magdalena. —¡Te estás comiendo el papel! ¡Suelta!— Dije riéndome y sacando la magdalena por fin. Nota mental, quitarle el envoltorio a todo. Le devolví la magdalena que esperaba ansioso para volver a atacarla. —No sé como funciona vuestro organismo, pero parecéis no tener fondo.

Agarré el vaso de café comiendo mi magdalena y miré la televisión, viendo en pantalla la sede de la ONU llena de reporteros alrededor con múltiples agentes entrando y saliendo.


—Las autoridades siguen investigando la desaparación de los países. Hace dos días que los países entraron a la sala de juntas y no se supo nada más de ellos. El FBI y la CIA entre otros trabajan día y noche buscando a los queridos country de los que nadie conoce su paradero.— Varias personas salían alrededor con banderas, algunos incluso lloraban.


Llevé mi mano al puente de la nariz.

—En menudo fregado me estoy metiendo.— Miré de reojo a ONU quién se bebía la leche.

Suspiré y escuché unos quejidos desde el pasillo. Giré y vi a varios de los países que entraban a la sala tallando sus ojos. Sonreí al verlos a todos con sus respectivas prendas.

—Buenos días.— Dije con una sonrisa, agarrando a Japón y Perú para ayudarlos a subir mientras los demás subían por su cuenta.

Me levanté y fui a la cocina para agarrar más vasos de chupito y la bolsa de las magdalenas. Fui colocando la leche en los vasos y entregando a cada uno, para después agarrar las magdalenas y darle una a cada una, no sin antes quitarles el papel.

Me erguí y los miré a todos, contándolos.

—Falta uno...— Me agarré la nuca y giré sobre mi misma caminando a mi habitación.

Entré viendo un pequeño bulto entre las sábanas que parecía temblar. Me acerqué y destapé un poco las sábanas, viendo al pequeño echo bolita temblando de frío, con sus mejillas enrojecidas y respirando de forma profunda.

—¿Bolivia? Boli...— Abrió sus ojos emitiendo un pequeño quejido. —Estás rojo. ¿Te encuentras bien? ¿Te duele la cabeza?— El boliviano asintió. Lo agarré entre mis manos, notando como el contrario se dejaba caer en estas. El boliviano estaba débil y temblaba. —Aii no...— Miré el armario, sacando de esta una manta y dejar a Bolivia dentro y enrollarlo un poco, ya que la manta era bastante más grande.

Regresé a la sala, captando la atención de los demás.

—Chicos Bolivia no se encuentra bien.— Lo dejé en el sofá, mientras los demás se acercaban para poder verlo. Miré por la ventana, notando que todavía estaba nublado y chispeaba. —Supongo que se resfrió en la calle...— Aquello me hizo pensar. Si Bolivia estaba así, no quería imaginar como podrían estar los otros países que todavía estaban en paradero desconocido. Además, no conocía como funcionaba el cuerpo de un country, no eran humanos normales, y el tamaño le preocupaba bastante. Un resfriado normal en alguien tan pequeño podría ser muy peligroso.

Como niños (Countryhumans y lectora) {ONU × lectora}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora