Capítulo 9

754 126 14
                                    

–Estás enamorado de Sienna Sforza.

–Sí.

–De nuevo –Fabrizio lo miró con curiosidad hasta que él asintió–. En serio, ¿alguna vez dejaste de pensar en ella?

–No de nuevo con eso, por favor –pidió, poniendo en blanco los ojos–. Ya te dije que no es lo que piensas. Nunca se me ocurrió... no pensé que alguna vez volvería a considerar asuntos así.

–¿Asuntos así?

–Una nueva relación. Cuando me casé, lo hice con la firme creencia de que sería para siempre.

–Vaya. A veces me entra tanta curiosidad que quiero arriesgarme a preguntar qué fue exactamente lo que pasó. Pero, luego, temo que la respuesta hará que enfrente un dilema y detesto los asuntos complicados.

–Muy sabio de tu parte.

–Gracioso –Fabrizio medio sonrió–. Entonces, supongo que veré más de Sienna.

–Eso me temo.

–Solo porque soltaste la respuesta correcta aceptaré hablarle nuevamente.

–Eres infantil –rió Dawson, incrédulo–. ¿No le hablabas a Sienna?

–¡No! ¿Por qué lo haría? Tú eras el único motivo para hacerlo. Cuando terminaron su relación, una de las mayores alegrías fue que ya no tendría que hablarle.

–¿Tanto te intimida?

–No es eso –protestó, cruzando los brazos con terquedad. Dawson rió más fuerte–. Bueno, quizás un poco –admitió a regañadientes.

–No te preocupes. Sienna es... –suspiró, sin hallar las palabras–. Eres mi mejor amigo, se llevarán bien.

–Eso dijiste antes. Y tampoco te creí.

–Ahora hazlo. Crecimos.

–Ustedes.

–Cierto –Dawson asintió, muy divertido–. Pero un día también crecerás, así que ven un día a comer con nosotros y háblale. ¿De acuerdo?

–No sé por qué tengo que sufrir yo, si el loco eres tú, pero está bien –murmuró.


***


–Realmente hablaste con las niñas.

Dawson miró a su exesposa largamente antes de asentir.

–Como te lo dije.

–Supongo que eso significa que has decidido continuar con tu vida –soltó, con un toque de amargura.

–Creo que eso lo dejamos claro durante el divorcio.

–No necesito preguntarte para saber. Ya lo he escuchado, de varias personas.

Ante la falta de respuesta de Dawson, continuó:

–Y, aun así, ¿vas a negarlo? ¿Qué ella...? La detesto, siempre lo hice.

–Aunque te lo dije muchas veces, te lo repetiré por última vez, entre Sienna y yo no existía nada.

–No existía. Pero, ahora sí, ¿verdad?

–No creo que sea algo que deba discutir contigo, Gina –musitó, cansado–. Ya no. Sí, sé que eres la madre de mis hijas, siempre lo serás, pero no eres más mi esposa. No actúes como tal.

–Pero las niñas pueden verse afectadas... –protestó, con poca convicción.

–Yo soy un adulto, sé cómo manejar mi vida personal y tengo claras mis prioridades, Gina. Las niñas siempre vendrán primero y eso lo sabe la persona que está conmigo y si alguien más está conmigo en un futuro, también lo sabrá. Así que no te preocupes por las niñas, su madre siempre serás tú. Lo saben. Y yo lo sé.

Una historia (Sforza 7.5 - Sienna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora