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Cambios

Vicky

—Tampoco te alteres, si sigues con los tratamientos y cuidados necesarios se pueden evitar consecuencias graves... Ahora estás en la fase severa, en esta suelen haber mareos o pérdidas de memoria por períodos de tiempo muy cortos. Por eso te tengo que dar tratamiento antes de que pases a la fase clónica, está es mucho más grave y se empiezan a tener convulsiones violentas que podrían producir la muerte —explica la neuróloga pacientemente. Escuchaba a la doctora atentamente sin saber que decir, solo maldecía mi pasado por provocarme esto, sin esto yo sería más feliz—. ¿Me escuchas señorita?

—Si, si... Perdona, es que me ha pillado desprevenida... ¿Cuál es el tratamiento que debo seguir? En serio, odio esto, no quiero que me pase nada doctora —digo preocupada.

—Escúchame Vicky, todo va a salir bien, te ayudaré en todo lo que pueda, es mi trabajo hacerlo. Con el tratamiento y mis indicaciones intentaremos eliminar aquel tumor que se aloja en tu cerebro, ¿vale? —dice intentando mantenerme en calma.

—Claro, haré todo lo que usted diga, necesito acabar con esto... —digo un poco más animada.

Me dio todas las indicaciones necesarias y los medicamentos que debía tomar para regular el crecimiento del tumor.

—¿Ha quedado todo claro, Vicky? —me pregunta mientras firma mis informes médicos y me los da.

—Todo claro doctora —agarro los informes y les echo un vistazo—. ¿No hay forma de eliminar el tumor por completo? 

—A ver, tendríamos que someterte a cirugía, este proceso es bastante largo. Hay que determinar si eres apta para intervenirte quirúrgicamente o no. De todos modos, yo te iré informando personalmente de todo lo que podamos hacer —escucho con atención para no perder ningún detalle—. Para eso son los medicamentos que te receté, para que podamos frenar el crecimiento del tumor poco a poco hasta poder operarte.

—Entiendo, muchísimas gracias de verdad.

— A ti, espero que mejores poco a poco, nos vemos —se levanta de la silla y se despide de mí con una sonrisa.

Salgo del hospital, me monto en el coche y me dirijo a la farmacia para comprar los medicamentos que me han recetado.

Al llegar a la farmacia, aparco el coche y bajo del mismo. En la puerta habían varias personas quejándose por el precio de algún producto, me acerqué y escuché que se quejaban por el precio de las tiritas. Por alguna extraña razón iban todos con pasamontañas. Entro sin mirarles y le doy a la farmacéutica el informe de las medicinas. 

Pago los medicamentos y salgo de allí, dirigiéndome a casa de mi madre. 

Al llegar la encontré en casa, cosa que no esperaba.

—Hola mamá, ¿qué haces aquí tan pronto? —pregunto dejando el bolso en el sofá.

—Hola hija, vine pronto porque me llamaron del hospital por ti... ¿pensabas contármelo? —me mira esperando una respuesta por mi parte.

—¿Quién te lo dijo? Y a parte, acabo de enterarme de ello, no lo sabía hasta esta mañana, ¿pensabas que no te lo iba a contar? —digo sin apartar la mirada de ella—. ¿Alguna vez te importé? Ni siquiera sabías de mi trauma cerebral hasta que te lo dije el otro día.

—Soy superior en esta ciudad, me informan de todo lo que tenga que ver conmigo y eres mi hija, te quiero y me preocupo por ti, ¿entiendes? Y ya te he explicado millones de veces la razón por la que te tuve que dejar en España —dice con pesadez intentando no perder la calma.

Devuélveme mi asexualidad - Gustabo GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora