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Venganza

Vicky

Estaba entre la espada y la pared, eché un vistazo afuera y vi a Gustabo siendo arrastrado por uno de los guardias.

—¡Gus! —grito saliendo al patio, el sujeto que se lo llevaba me apuntó con el arma—. Suéltalo, por favor —dije apuntándole con el arma, mis nervios estaban a flor de piel y no tenía la capacidad de pensar con claridad.

—O si no, ¿qué? ¿Qué vas a hacer? —me dice con tono desafiante acercando su arma a la sien de Gustabo—. No tienes el suficiente valor para dis-

De repente, vi el cuerpo de aquel sujeto caer al suelo y un charco de sangre empezó a formarse debajo de aquel cuerpo.

—Capullo... —Conway acababa de disparar al sujeto y tenía su camisa blanca salpicada de sangre—. Horacio, llévate a Gustabo, ¡rápido! —Horacio cogió en brazos a Gustabo y se lo llevó corriendo al coche.

—¡Vicky, rápido, tenemos que irnos! —escuchaba a Conway hablarme, pero mis músculos no respondían a mis estímulos.

Muchas cosas se me pasaban por la cabeza, al ver esa sangre siento como mi estómago se revolvía. Iba a salir corriendo de ahí cuando, de repente, sentí que alguien me agarraba de la cintura.

—No no, por Dios, si la fiesta acaba de empezar. Sería de muy mala educación iros sin saludar a uno de los anfitriones —dice una voz muy familiar acariciándome con el frío cañón de la pistola en la sien.

—¡SUÉLTALA HIJO DE PERRA! —grita Conway apuntando al sujeto que me agarraba por detrás.

—Pero, ¿y esos modales señor Conway? —dice chasqueando la lengua—. Ahora mismo tengo la cereza del pastel entre mis brazos —su voz me daba ganas de vomitar, obviamente sabía quién era el hijo de puta que tenía detrás.

De repente, siento como aquel sujeto me lame el cuello. A Conway se le tornan los ojos rojos de la rabia e impotencia del momento. Al sentir la saliva de John en mi cuello, sin darme cuenta, me di la vuelta y le metí un rodillazo en sus genitales haciendo que cayera al suelo. 

Al caer al suelo, su arma salió disparada de sus manos, la agarré y empecé a dispararle sin control, bala tras bala, sentía la necesidad de hacer eso desde hace mucho tiempo, cuando la pistola se quedó sin munición empecé a pegar su cuerpo magullado con esta.

—¡VICKY! ¡YA BASTA! —grita Conway agarrándome de la cintura echándome para atrás—. Tenemos que irnos de aquí cuanto antes o nos agarrarán los hombres que quedan dentro —sin hacerle mucho caso, me zafé de su agarre y escupí encima del cadáver de John—. Ya basta Vicky, le has dejado hecho mierda —me agarra fuertemente del brazo para arrastrarme fuera de la casa.

Una parte de mí se sentía aliviada y otra mal por haber hecho lo que había hecho. Por primera vez en mucho tiempo me había sentido vengada por todo lo que había sufrido en el pasado, pero no era suficiente. 

Nos dirigimos al coche de Conway con él todavía sujetándome del brazo. Agité mi brazo para que dejase de agarrarme, pero no obtuve resultado alguno.

—Lo siento Vicky, debo hacerlo por tu seguridad, ahora mismo estás fuera de control y no quiero arriesgarme —agarra unas esposas del coche y me las puso, no protesté.

No quedaban más coches de los nuestros en la zona, solo el de Conway. Me metió en el coche, cerró mi puerta y se sentó en el asiento del piloto para salir rápidamente del lugar.

Devuélveme mi asexualidad - Gustabo GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora