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Emilio

Vicky

Terminamos de comer y ayudé a Horacio a recoger y a lavar los platos, al terminar esto me fui a sentarme con los chicos un rato antes de irme a casa.

Antes de entrar al salón les escuché hablar un tanto fuerte, creo que estaban discutiendo.

—Que no me gusta joder, ya os he dicho que no quiero ninguna relación con nadie, solo quiero que no se me acerque, no quiero problemas con Michelle —dice levantándose—. Y punto, se acabó el tema.

—No creo que Michelle diga algo, acéptalo, te gusta —suelta Conway mientras enciende un cigarro.

—Concuerdo con el superintendente —añade Volkov mirando a Gustabo.

Yo estaba al lado de la puerta escuchando y viendo todo, la verdad es que no sabía qué hacer. En realidad, la situación me hacía gracia, pero prefería no decir nada.

—Se acabó, no quiero tener ningún tipo de relación con ella y ya joder —suelta frustrado y sale del salón.

Se paró un momento a mirarme cuando me encontraba al lado de la puerta. Bajé la mirada y salió de la casa dando un leve portazo.

Entro al salón y Volkov clava su mirada en mí. Agarro mi bolso y les miro.

—Me tengo que ir, gracias por la cena —les dedico una sonrisa y salgo del salón.

—¡Adiós preciosa! ¡Después te llamo! —grita Horacio desde la cocina.

Salgo de la casa y veo a Gustabo fumando apoyado en la pared. Lo miro por unos segundos con una mueca de desagrado y me monto en el coche para irme a mi casa.

Al llegar a la casa, me tomé una ducha y me puse ropa cómoda, no tenía mucho sueño así que planeaba ver alguna serie hasta quedarme dormida.

Me dirigí a la cocina, me hice unas palomitas y me encaminé a la sala de estar. Encendí la tele para seguir viendo "Big Mouth", esta serie la verdad es que me tenía muy enganchada y era todo un show.

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Al día siguiente, me desperté decidida a tener un día productivo. Me lavé la cara y desayuné. Seguido de eso me puse a limpiar toda la casa y a terminar de ordenar los muebles que me quedaban. 

Al terminar, me senté en el sofá acompañada de un zumo de naranja. Agarré el portátil y me dispuse a mandar un correo al centro de criminología de Los Santos, necesitaba empezar a trabajar en mi profesión y ganar dinero, mis ahorros no serían infinitos. Redacté el correo y adjunté mi currículum que reunía toda mi vida laboral, los idiomas que había estudiado, etc...

Lo envíe y alguien tocó el timbre, dudaba en si abrir ya que nadie sabía mi dirección excepto mi madre.

Abrí la puerta y para mi sorpresa era Segismunda. ¿Cómo llegó hasta aquí? No le di la dirección de mi casa en ningún momento. Aparté los pensamientos negativos y le dediqué una sonrisa.

—¡Hola preciosa mía! —dice dándome un abrazo—. ¿Puedo pasar?

—Hola, claro, pasa —le di paso a la casa y cerré la puerta—. ¿A qué se debe esta visita?

—Pues, he venido a contarte algunas cosillas —dice tirándose en el sofá.

Me acerco al sofá y me siento a su lado.

Devuélveme mi asexualidad - Gustabo GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora