Comienzo.

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No he hecho nada malo, y necesito saber por qué soy castigada.

Este es el comienzo, mi historia:

No conozco a mi padre, el traidor que nos dejó a mamá y a mi, pero pese a ello viví los mejor años de mi vida junto a mi madre.

Pero la estabilidad no dura mucho, o por lo menos en mi hogar, porque cuando menos te los esperas el diablo llama a la puerta de tu casa.

Lo que hace que yo, cada mañana de mis miserables días me despierte empapada en lágrimas, es por ese cabrón que conocí el día de navidad del año pasado.

...

Día de navidad.

Hoy mamá me ha dicho que me esperará una sorpresa, se le veía muy feliz.

Ha insistido en que era un secreto y que no me podía contar nada, debía esperar el momento.

Me encanta verla tan contenta.

Aún no sé como ha conseguido tantos regalos, estamos justas de dinero y la he tenido que reñir un poco porque no nos lo podemos permitir. Se preocupa demasiado por mi. En casa somos dos, pero disponemos tan sólo del sueldo de mamá.

Del que se supone que tiene que ser mi padre, prefiero no hablar de ello, que se quede en que no tengo y punto.

Para no explotar de curiosidad llamo a Celia. Al primer bip responde. Esta chica no se separa del móvil, de verdad estoy empezando a creer que tiene un problema.

-¡Hola cariño! -su voz sigue siendo chillona a través del móvil-.

-¡Guapa! ¿Contenta?

-¡No te los vas a creer!

-¿Que te han traído?

Pasado un tiempo, de que Celia me hubiese contado todo lo que le han traído con detalles incluidos, y me olvido de decirle lo que me ha "traído" papá Noel, a mi.

-Bueno, las botas azules no me gustan mucho... Podría regalartelas... -de repente oigo como alguien llama a gritos a mi amiga- . Chao preciosa, me llaman.

-Adiós, ya te llamaré mañana. Piénsate lo de las botas -dije yo divertida, pero sabiendo que se lo tomaría enserio-.

Aunque parece un poco maleducada, así es ella, y me gusta como es. Ya me gustaría a mi tener ese aire tan despreocupado.

Pienso que el que la había llamado había sido su hermano. Sonrío para mi misma al pensar en él. O su hermana. Que monada.

...

-Pasa, pasa, no te cortes... En mi casa no mordemos. A lo mejor mi hermano. Porque mi hermana es inofensiva, y mis padres no están.

Era la primera vez que iba a casa de Celia desde que la conocí el primer día que empezamos el curso. Cuarto de la ESO.

Yo era nueva en el instituto y ella fue muy maja.

Es lo contrario a mi. Yo soy tímida y ella en cambio es muy extrovertida y pasa de todo lo que se dice de ella. Lo pude comprobar el primer día de clase.

Mientras pasaba por los pasillos un profesor le llamó la atención.

Buenos días, insulto y un hasta luego por su parte.

La cuestión es que me sorprende lo rápido que nos hemos hecho amigas.

-¡Que guay es tu casa! -exclamo yo sin rodeos-.

-Una preciosidad, lo sé.

Iba en serio. Tan sólo entrar impresionaba. El pasillo era de un color granate claro que se mezclaba con toques de blanco en algunas partes, adornado por marcos con fotos de la familia junta y por separado, me fijé en la que salía Celia. Era en blanco y negro. Se le veía con el pelo más corto de como lo llevaba ahora, más o menos por los hombros. Estaba preciosa, sus ojos azules estaban camuflados por el color de la fotografía, pero se notaba igual que eran muy claros. Sus gruesos labios en forma de corazón daban un beso en el aire de una forma muy graciosa, mientras que su pequeña y redondita nariz seguía en su sitio.

No me dió tiempo a ver más porque apareció una personita corriendo y gritando de la nada con un adorable vestido rosa.

Se me lanzó como si nada y me empezó a dar besos en la pierna mientras que me abrazaba. ¡Quiero una hermanita como ella! ¡Qué mona!

-¡Qué es este jaleo!

El que había hablado era un chico uno o dos años mayor que yo. Llevaba una camiseta apretada y unos pantalones bastante anchos que parecían ser sus pijamas. Sus ojos eran idénticos a los de Celia y a los de la pequeña que seguía abrazada a mí. El pelo, de un color mas oscuro que el de mi amiga, estaba bastante alborotado.

Imaginé que era su hermano.

Seguro.

Al notar mi presencia me miró fijamente y sonrió.

Sentía como la cara me ardía, así que miré a Celia buscando ayuda.

-Estos son mis hermanos, Eva y Germán. Ella es Chiara dijo señalándome a mí-.

-¿Chiara? ¿Eso no es italiano? -me preguntó-.

-Sí...

-Venga. Deja que el señorito se vaya y se cambie -dijo Celia un poco impaciente por quedarse a solas conmigo-.

Germán se miró y pareció un poco avergonzado por su vestuario. Despareció con Eva en brazos después de despegármela a la fuerza.

-¡Encantado!-gritó desde no sé donde-.

-¡Igualmente! -grité yo mientras Celia movía la cabeza en señal de desaprobación-.

-Sé que te mola, como a todas, pero no te enamores de él porque te partirá el corazón -dijo en voz baja- .

Yo miré al suelo y me hice la tonta.

...

Día de navidad. Por la noche.

Mamá me ha obligado a ponerme guapa. No me a quedado otra que hacerle caso porque daba pena verle después de un día de limpieza general y llenar la mesa de deliciosos platos. Para chuparse los dedos.

Cuando salí del baño me la encontré emocionada.

-¡Que guapa!

Yo sonreí y le dí un beso mientras me acababa de poner los pendientes. Ella también estaba arreglada. Y muy guapa.

Pasé por detrás de ella cuando entró en el baño, dispuesta a robar un poco de chocolate de la cocina.

Difícil elección ... ¿Chocolate negro, con leche, blanco, o con almendras?

Soy una maniática de los dulces. Media nevera es mía.

Al final estoy desenvolviendo el de chocolate blanco... No me decido cuánto coger, tampoco quiero engordar.

Iba a meterme dos cuadraditos en la boca, cuando de repente llaman al timbre...

Amor, no existe en mi diccionarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora