Mi familia aumenta.

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Delante del espejo me vuelvo a salpicar los ojos con agua fría. Será la décima vez que lo hago. Llevo un buen rato en el baño, aunque creo que no se han dado ni cuenta. Se lo estarán pasando muy bien.

Estoy en una situación en la que no sé si estoy soñando. Es la primera vez que escucho hablar de cosas así a mamá.

Sobre esas cosas.

Nunca pensé que ella pudiera fijarse en alguien, o incluso tener una pareja, una relación...

Siempre me imaginé a mi madre solo para mi. Ya sé que suena egoísta, pero dependo totalmente de ella. El único y verdadero apoyo que tengo, la que siempre estará allí para mí.

A lo mejor no son ellos los que se precipitan y sea yo. Es justo que mamá disfrute también y que tenga su libertad.

Antes de que me salga una lágrima precipitada en el vacío de mi mejilla oigo como alguien llama insistentemente a la puerta del baño. Me alegra pensar en que mamá venga a consolarme.

-¡Ahora voy!

Inmediatamente cojo un toalla y me seco la cara quitándome gran parte del maquillaje sin importarme demasiado el aspecto que tenga.

En cuanto salgo del baño no me encuentro con la persona que esperaba.

-Hola Ángel -saludo yo con poco entusiasmo.

-¿Cómo te encuentras?

Vaya... Parece ser que él si que se ha dado cuenta de mi auséncia... Ahora parece simpático.

-Bien, bien. No pasa nada.

-Tienes mala cara.

-Tranquilo, no te preocupes, no me pasa nada -insisto yo.

-Claro que me preocupo.

-No entiendo porque me dices eso.

-Está claro. Ahora somos hermanos.

...

Hace aproximadamente dos horas.

Dejo el chocolate en la nevera con prisa y hago un intento de plancharme el vestido con las manos pero no consigo nada. Cuando ya me encuentro delante de la puerta aparece mamá corriendo muy emocionada, o por lo menos eso decían sus ojos.

-Vamos cariño, abre tú -me dice en un susurro.

-Vale mamá, tranquila.

Un momento de silencio, pero el timbre suena otra vez, esta vez más insistente.

Sólo se oye el chirrido de la puerta abrirse esperando desvelar que persona se encuentra detrás.

O personas.

-¡Buenas noches señoritas!

Se trataba de un señor vestido con un traje muy elegante, aunque llevaba un gorrito de navidad muy gracioso que simpatizaba su imagen. Sus ojos eran de un verde botella, preciosos. Se posaron en mi inmediatamente.

-Y tu serás Chiara. Tu madre me ha hablado mucho de ti -me dice rascándose la cabeza y después dándome la mano-, y al parecer no me ha mentido. Eres preciosa, tal y como me ha dicho tu madre. Yo soy Raúl, encantado de conocerte.

Con un gesto un poco patoso le doy la mano y le saludo un poco tímida. Mamá le indicó que entrara dentro. Pero no iba sólo, y me acababa de enterar. Detrás suya se encontraba un chico bastante serio. Su aspecto era muy curioso.

Al parecer se dio cuenta de que le estaba observando porque su fría mirada se posó en mi. Me miró analizándome y yo hice lo mismo.  Me fijé en su pelo, que estaba peinado de una manera que nunca había visto a unos chicos de mi edad, se podría decir que iba elegante. Y admito que le quedaba realmente bien.

Sus ojos grises me tenían intimidada. Estaba muy serio. Tal vez demasiado para la edad que tenía. De todas maneras no parecía muy amigable.

-A ver Chiara, estos son Raúl y su hijo Ángel. No se como explicártelo -mamá parecía nerviosa-. Llevo un tiempo con Raúl ...

Miro a Ángel , que aún no me había saludado y después miro a mamá emocionada.

-¿Cómo? ¿Me estás queriendo decir que vosotros dos sois novios?

-Bueno ... Sí algo así.

-¡Qué guay!

-Pero el caso es que... Ahora el va avenirse a vivir aquí, con nosotras, y Ángel también. A partir de ahora seremos una espécie de familia. Intentémoslo.

Bajo la mirada y pienso en lo que ha dicho. Me espera una noche muy larga. Y escucharé a mamá decir cosas que nunca imaginaría.

Amor, no existe en mi diccionarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora