Era de mañana, con un bonito clima cálido y un resplandeciente sol iluminando las calles y el adentro de los hogares. Los pájaros volaban cantarines mientras que los transeúntes se acultaban en las sombras para así evitar la luz quemante del sol.
En la vivienda de los Jeon una alta sinfonía retumbaba por las paredes, embriagándola con la dulce y melódica voz de quien la cantaba. Aquella misma voz masculina era "copiada" por el delicado canto de una mujer. Bella y radiante sea física que mentalmente.
Era Jazztel lo que escuchaba, uno de sus géneros favoritos desde que tenía uso de razón, tanto así que justo ahora, mientras cocinaba, lo escuchaba y tarareaba los párrafos en inglés.
Con sus delgadas manos tomaba los frutos maduros de la nevera, unas manzana rojas y bananas que sucesivamente fueron depositadas en el centro de la isla de la cocina, unos cuchillos, dos bandejas pequeñas decoradas con figuras de superhéroes de Batman y la otra de Daredevil y unas cucharitas de café. Con las frutas sobre el mesón, comenzó a pelarlas, las picó, luego las hizo una espesa papilla y repartió las porciones en cada bandeja.
—¡Amor!—exclamó ella apenas estuvo lista para salir de la cocina con en sus manos las porciones de comida—¡Ya están listas!
Sin más que hacer, se encaminó por el largo pasillo de la casa luego de salir y controlar una última vez la cocina. En llegar a la sala de estar no tardó más de dos minutos más o menos, con su radiante sonrisa que enmarcaba sus peculiares ojos gatunos, formuló: —Ehy, amor.
Entonces el hombre que le daba la espalda y que se encontraba sentado en una cómoda colchoneta en el suelo, se giró y formuló sonriente: —Más te vale apurarte o terminarán comiéndome a mí.
Ella le devolvió el gesto mientras se encamina hacia él, tomó asiento a su lado estirando sus largas piernas y apoyando los recipientes a su lado. Sus ojos brillaron de euforia y su corazón se estrechó de ternura cuando vio lo que tenía delante...
Sus dos pequeños hijos de no más de nueve meses jugaban con peluches y diferentes juguetitos de goma. El más pálido sostenía entre sus dedos un peluche de elefante mientras que el de mejillas abultadas meneaba de un lado al otro un "martillo" colorido y relleno de piedritas que lo hacían sonar a cada movimiento. Ellos únicamente vestían unos pañales, sus cuerpitos desnudos por el resto de partes debido al calor del día; gateaban de un lado al otro entre risas. Sin embargo, JungKook ya había dado sus primeros pasos el día anterior mientras que Jimin tan solo seguía sin querer ponerse de pie, no les importó demasiado a los padres puesto que la carita sorprendida que había puesto al ver a JungKook dar sus primeros pasos no había tenido precio. Había sido realmente hermosa.
—Jimin, pequeñín. Ven aquí—el padre lo llamó creando su típico eyesmile. Tuvo que repetir el llamado y enseñarle a Jimin la bandeja de papilla para que el pequeño gateara hacia él rápidamente, riendo en vos alta con su aguda vocesita.
A JungKook no fue necesario que lo llamarán, él se puso en pie torpemente y caminó de manera "rara" hacia la madre, quede claro que cayó más de cinco veces durante el metro y medio de distancia.
—¿A Jimin le gusta que papá le dé de comer?—el apuesto mayor besó la nariz del infante y metió en él la cucharita rebosante de dulce papilla.
Jimin rió sin entender mucho.
JungKook, sentado sobre el regazo de su madre (al igual que Jimin sobre el padre), también comía sus frutas, riendo de las traviesas cosquillas que de vez en cuando le hacía su madre.
Luego de minutos Jimin terminó de comer. Estaba sacio, pero resultaba que era un pequeño realmente glotón y no dudó en ir hacia donde estaba su mellizo, todo ello mientras agarraba en el camino el peluche de elefante que antes tenía JungKook y con los ojos divertidos de sus padres posados sobre su pequeña anatomía.
Jimin quedó sentado delante de ellos, la madre sintiéndose derretir ante la imagen tan bella de su hijo y JungKook mirándolo curioso mientras engullía.
Una risa infantil escapó de sus finos labios cuando vió a Jimin abrir la boca sin ningún motivo. Su corazón inocente sintiendo la calidez del gesto de su mellizo.Todos rieron, incluso Jimin que ahora movía el peluche de JungKook de un lado al otro mientras daba saltitos por llamar la atención.
Y entonces Jimin habló, en un susurro y con palabras entrecortadas, balbuceó: —Jung-Jungie.
Los padres quedaron en un silencio absoluto, algo decepcionados por no haber escuchado un "mamá" o un "papá".
Pero el pequeño de tez pálida quedó con sus ojos negros sobre la figura regordeta y que ahora estaba perdida en su mundo, con su peluche en mano y una expresión de hambre sobre su propia bandeja de papilla. En JungKook la curiosidad inexplicable de lo diferente que se había escuchado aquél llamado, una voz diferente a la de su padre y madre que sus oídos querían escuchar una y otra vez.“Porque el destino ya está escrito incluso antes de existir”
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SAUDADE: Sangre de mi Sangre | Kookmin
FanfictionJimin y Jungkook son mellizos de apenas ocho años, con una mentalidad inocente debido al ambiente en el que han crecido: uno libre de cualquier daño a la infancia. Pero cuando las cosas en casa de los Jeon cambian, el peculiar cariño de Jungkook hac...