CH 1 - Cuando octubre truena, viento lleva

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Martes, 3 de Octubre de 20xx

"Gorda yo de ti me alejava de Joel"

Querido diario de bolsillo:

Si bien duele encontrar escrito un insulto en tu taquilla, más me está doliendo ver ese "alejava"con v.


Cierro mi pequeña libreta de ositos panda y saco un rotulador del estuche. Si se hace, se hace bien.

Aguanto la puertecilla de mi taquilla y sobre esa v maldita pinto una b y añado una coma después de la palabra Gorda. Ahora sí. Ahora puedo sentirme insultada libremente sin derrames cerebrales.

Me levanto mi sudadera negra oversize de Sailor Moon y observo mis lorcitas estomacales cubiertas por unos vaqueros grises talla 42 de cintura alta. Está claro que lo único que comparto con una modelo de Cibeles (de las de comer aire y parecer un niño africano hambriento) es mi estatura. Mi 1.73 cm ayuda más si cabe a abultarme ante la vida, aunque estoy aprendiendo a vivir con ello. No es fácil cuando no eres un bicho palo, pero voy progresando.

—Nenas, llamáis demasiado la atención. —Susurro mientras pellizco uno de mis bultitos de grasa, blanditos y suaves. —Y no queremos eso. No con matonas catetas, al menos.

Dejo mis libros de historia, guardo los de matemáticas en la mochila y cierro la taquilla. En un post-it escribo una respuesta a tan amable mensaje y la coloco debajo del  mismo:

Chata, si pudiese me alejaría kilómetros, pero es que es mi vecino.  Qué cabrón es el karma, ¿verdad?

Suspiro, me coloco la sudadera y la mochila y camino hacia mi siguiente clase. 

No es de extrañar que estas muestras de odio públicas hacia mi persona ya no me afecten (casi). Estos pasados diecisiete años me han ayudado a sobrellevarlo. No, no exagero. Desde que nací tengo que soportar la presencia de Joel Sendra.

Popular, notas excelentes, malote y mi vecino. Ah, y mi bullier más dedicado. Se me olvidaba comentar eso.

Si me preguntasen cuándo empezó todo... no sabría el momento exacto. De mocosos diría que hasta nos llevamos bien durante un tiempo. Esos tiernos e inocentes años de la vida en los que ni siquiera Joel tenía maldad, jugando en el garaje de mi casa con una pelota medio pinchada o pintando garabatos con mi colección de plastidecores roídos.

Y luego empezó a torcerse todo. De un te levanto la falda de vez en cuando a un te tiro de la coleta cada día. De un "no quiero jugar más contigo, ahora tengo nuevos amigos" a una ronda de insultos del colegio a casa orquestada por él y sus nuevos colegas. 

Y así hasta hoy. De la escuela al instituto. Toda una vida soportando burlas sobre mi físico, risas, tirones de coleta, pintadas en mi mobiliario  académico y acoso de vez en cuando en las redes sociales.

Por supuesto que mis santos padres han intentado hablar con cada director y profesor que han podido sobre el tema pero ¿Cómo van a expulsar al alumno más brillante y ejemplar que tienen? Son todo chiquilladas, claro. Si es que la única mancha en el impecable historial como estudiante de Joel soy yo. Yo soy el problema, algo haré para hacerle comportarse así. Manda narices.

Resoplo frustrada y niego con la cabeza mientras agarro el pomo de la puerta de clase. No, ni hablar. Por mis santos ovarios que no voy a dejar que un martes a las ocho de la mañana ya esté amargada por ese subnormal.  Mi cuerpo es perfecto tal y como es, mi sudadera de Sailor Moon es super adorable y voy a entrar en esa clase de matemáticas y a disfrutar aprendiendo como si fuese una jodida erudita. Bueno, lo último no. Odio las matemáticas y tenerlas a primera hora no es lo más agradable que puede pasar.

Querido diario de bolsilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora