CH 2 - Por un placer, mil dolores

591 33 0
                                    

Viernes, 6 de Octubre del 20xx

Querido diario de bolsillo:

Si alguna vez tengo la oportunidad y descubro en mí una parte lésbica, pienso comprar un camión lleno de bolas chinas. Madre de Dios la de cosas que se pueden hacer con ellas.


Me distraigo dibujando una esfera al pie de la página como colofón final. Se parece más a un guisante aplastado y enganchado a las drogas que a nada remotamente redondo, pero bueno, que no soy una artista no es una novedad, ese es más el campo de experiencia de Iris.

«Por cierto, que lleva diez minutos en el baño. A ver si aparece de una vez que la camarera ya nos ha traído la merienda y yo no sé cuánto voy a aguantar sin profanar a este sagrado brownie que tengo enfrente.»

Por supuesto sé lo que es entrar en un restaurante de comida rápida cuando tienes un ligero sobrepeso. Y sé aún más lo que es quedarte para pedir un brownie. El insulto silencioso de las miradas reprobatorias de todo aquel que se digna a prestarte atención. 

Está gorda porque se hincha a bollos.

Como si tuviesen derecho a juzgarme o a sentirse por encima de mí por tener unos kilos por debajo. Siempre ha sido así y mentiría si dijese que no me ha afectado muchísimo durante gran parte de mi vida. Pero llega un punto en el que o te plantas, te quieres a ti misma y levantas el mentón desafiante a todos los que te quieran hundir, o dejas que te arrastren a la miseria más absoluta.

Yo he elegido que quiero lo primero. Y comerme un maldito brownie todos los  viernes con mi mejor amiga.

—Si quieres aprobar Dibujo Técnico, vas a tener que esmerarte más en tu conceptualización de las esferas. —Iris por fin se digna a aparecer y me coge el bolígrafo intentando amañar mi pobre guisante pocho.

—¡Iris! Estoy teniendo un momento íntimo conmigo misma y mi diario. P-r-i-v-a-d-o.

— Cariño, no tienes momentos íntimos conmigo a no ser que tengan que ver con frotarte el clítoris hasta hacerlo arder. Entonces sí, estarías teniendo un momento privado.

—Eres una romántica.

Me gusta complacer. O algo así era.

Pongo los ojos en blanco  y le doy un bocado de maravilla celestial a mi brownie de Nutella. Mientras lo hago,  Iris junta las manos formando un círculo con su índice y su pulgar para agradecerle a la madre tierra el batido de chocolate con triple de nata que tiene delante y le pide permiso a la vaca que ha proporcionado la leche para bebérselo. Una vez acaba con la ceremonia de su batido, hace lo mismo con mi brownie por mí.  Mi Iris, siempre tan considerada.

—Pues esta noche va a haber botellón cerca del All nights. Luego podríamos aprovecharnos del  machismo de la sociedad y entrar sin pagar por tener vaginas. —Levanto la mirada y arqueo una ceja incrédula.

—Claro, espérame allí que justo ayer me compré un vestidito monísimo para la ocasión.

—Marian. Necesitas follar. Llevas un año sin probar pepino. Y no, tu vibrador no cuenta.

—Me ofendes, no es mi vibrador.  Es el señor K  y el mejor regalo que me has hecho jamás.—respondo en fingida molestia. —Soy una clásica, Iris. No voy a ponerme hasta arriba de lo que sea que los adolescentes bebáis ahora y a tirarme al primer tío que vaya lo suficientemente borracho como yo para darnos cuenta a la media hora de que ha sido la experiencia más desagradable de nuestra existencia. Si abro las piernas, las tengo que abrir con amor.

—Pues a este paso no las vas a abrir nunca, mon cherie. Que sepas que Cristina y yo estaremos por allí, si cambias de opinión, envíame un mensaje.

—Quién lo diría... Iris con la misma chica durante más de un mes. A este paso te veo en un altar cristiano casándote ante la bendición de un cura y de Dios.

— Cállate, puta. Con amor. 

El resto de la tarde lo paso en aquella mesa de restaurante con la mejor persona que he podido cruzarme en mi vida, hace ya catorce años. La única que ha logrado subirme la autoestima y hacerme ver que valgo tal y como soy.

Y mi fuente de cotilleos y prácticas sexuales varias más fiel.

Si hay algo que echaré de menos cuando empiece la universidad será pasar las tardes de los viernes hinchándome a azúcar con la malhablada de mi wicca favorita.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Querido diario de bolsilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora