Al borde del delirio.

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Trato de que el tiempo avance rápido. Ahora, estoy leyendo unas revistas en la sala de espera del hospital. Siento, como alguien toma el lugar que está a mi lado y cuidadosamente, levanto la mirada. Frunzo el ceño, cuando me doy cuenta de que se trata del extraño que me encontró mirándolo una vez.

— ¿Puedo ayudarte en algo? —Interrogo, con curiosidad. El chico me dedica una sonrisa tan cálida, que creo que revive una pequeña parte de mi alma que creí haber perdido. Aun así, decido ignorar ese sentimiento y me dedico a esperar respuesta.

—Me alegra, Maya. Haber sido de ayuda para ti. —Habla, me sorprende en la forma que dice mi nombre. Es decir, me sorprende solo que sepa mi nombre. Lo miro con sorpresa. —Mis alas han servido para algo, y ahora tú puedes estar aquí. Eso significa, que ya debo irme. Pero antes, me he atrevido para pedirte un favor: Quiero que ayudes a alguien, de la forma en la que lo hice contigo. Su nombre, es Julien.

Trato de procesar lo que está pasando, pero todo en mi está congelado. ¿Cómo me conocía? ¿Acaso, este hombre no era nada más que un loco, que andaba merendando por los pasillos del hospital?

—No te conozco. —Dije, levantándome abruptamente. Dispuesta a irme corriendo si era necesario. El, alzo la voz. Y llegue a escucharlo:

—Cuando lo encuentres, dile que vas de parte de Sebastián.

Me escapo, con rapidez de nuevo hacia mi habitación. Deseado, que la estadía en el hospital termine pronto.

𝐄l chico de las estrellas en el rostroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora