La respuesta.

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Me despierto, con la respiración agitada. Creo haber tenido una pesadilla. Mi madre, se encuentra de pie en mi cama. La miro un poco aturdida.

—Cariño, ya podemos irnos.

La noticia alegra mi corazón. Cuando el doctor Petterson entra a la habitación, no lo hace solo. Si no, entra ayudando a una señora mayor de edad a recostarse en la cama del lado de la mía. Mi madre, quien se adelanto en ordenar las cosas. Le comunica al doctor que ya estamos por irnos.

—Deseo que te vaya muy bien. Maya, tomate un tiempo antes de regresar al ballet. —ordena. Asiento.

—Muchas gracias, doctor.

Miro a la mujer recostada quien tiene sus ojos cerrados, mi madre me ayuda a salir de la habitación. Antes, paramos en recepción para llenar nuestros datos.

—Madre ¿Sabes algo más de la persona que me salvo? —Mi madre asiente, con una sonrisa que transmite seguridad.

—Su nombre, su nombre es Sebastián.

Mi estomago se revuelve ¿Acaso era más que un simple loco en el pasillo del hospital, el chico de los lunares en el rostro?

La vida se trata de eso, de todas las cosas que no podemos entender. De todas las preguntas, que nunca serán respondidas. Mi madre, agradece a la recepcionista. Un chico, entra corriendo a donde estamos. Con un aspecto cansado y derrotado puedo escuchar como pregunta hacia la secretaria:

— ¿Isabelle Whitemoore, donde se encuentra? —Pregunta, en un tono desesperado.

—En la habitación, 307. Acaba de ser trasferida ¿Podría darme sus datos?

El, suelta un quejido.

—Soy su nieto, Julien Whitemoore.







Fin

𝐄l chico de las estrellas en el rostroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora