~}Amor En Alta Mar {~

Aviso

Por petición de una lectora tomaré algunas viejas historias, por ejemplo está, no obstante creo que la comenzaré de nuevo dado que perdí el hilo principal de la historia, mis disculpas.
Esperó y no les moleste el cambió.
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Capítulo 1
" Mares "

Las olas golpeaban con fuerza la embarcación, esta se movía guiada por el viento y la libertad de navegar mares sin restricción, Aome se acomodó el pañuelo alrededor de su frente y posicionó su gorro sobre éste, con una radiante sonrisa salió de su cuarto siendo recibida por los ardientes rayos del sol, el inconfundible sonido del oleaje y la aglomeración de palabras en el aire.
A medida que caminaba era saludada con gestos o movimientos de manos por su tripulación.

Cuándo subió a la popa le sonrió a su fiel acompañante Sango que sostenía el timón, dirigiendo y ladrando órdenes a los demás, sobre su hombro descansaba la peculiar gatita que recogió en una visita a Japón, por supuesto Aome también trajo recuerdos de aquella visita, siendo en específico cierta criatura mitad humano y zorro.

-. Todo bien "Capitana"? .- guiño su ojo Sango.

-. Perfectamente, pese a lo ocurrido .- murmuró tocando la joya colgada en su collar -. Iremos hacía la isla puerto Azulada.

-. A su orden .- sonrió antes de volver a gritar órdenes.

Aome suspiró caminando hasta la orilla del barco, se recargo en el borde y admiro las aguas bajo ellos, su mente era un lío, había decidido ir a su continente de origen y todo resultó peor de lo que había creído que pasaría, de igual forma no había planeado algo tan positivo con su visita, pero si era sincera consigo misma pensaba que todo se daria de una forma positiva, que ingenua fue otra vez.

El cambió de vientos movio sus cabellos y por poco su gorro se vuela, al momento de cogerlo diviso en las lejanías otro barco, fruncio el ceño al no haberlos notado antes, sujeto el catalejos entre sus manos y enfocó la mirada en la bandera de los otros.

En lo alto del barco, se agitaba con elegancia y superioridad la bandera inconfundible del navío lunar.

El amargo descubrimiento trajo consigo cientos de recuerdos y momentos de su juventud que deseo enterrar en algún lugar y olvidarse de ese pasado tortuoso.

-. Sango... A toda marcha .- Habló sin emoción con una mirada apagada.

-. ¿Por.... Oh...

Solo bastó mirarla y luego al barco que poco a poco se acercaba a ellos, solo bastó eso para apresurar el barco, para ladrar una orden tras otra y que todo se fuera al carajo en menos lo que esperaban, de una manera inexplicable el barco Lunar les dio alcancé, Sango fruncio el ceño y ordeno prepararse para un ataque.

Sobre la popa al otro lado del barco se alzaba la imponenten figura del Capitán plateado, Sesshomaru Taisho, lo mejor que podía poseer el Imperio de su padre y para su mala suerte, él estaba siguiendola, apretó sus puños molesta y ordenó que se detengan.

-. ¿Por qué? .- preguntó confundida Sango.

-. Pelear contra él es cómo pedirle al mar que nos de sus tesoros .- no se giró a verla, no quería que vieran sus aguados ojos preso de la impotencia, como si fuese un castigó sus memorias recordaron un viejo discurso que alentó a sus acompañantes meses atrás y ahora mismo fallaba a esa palabra.

El Lunar los alcanzó y se detuvo a un costado suyo, una tabla conectó ambas embarcaciones y por está (y otras más) ingresaron los uniformados del imperio Taisho, Sesshomaru encabezaba la guía, miro desinteresadamente a cada uno de los tripulantes de La dama, inaceptables y patéticos, inútiles en toda su extensión en su opinión, antes de observar en lo alto a Aome que lo miraba con una mirada de molestia, suspirando y negando, preguntó sin pronunciar nada un lugar privado.

Aome se disponía a bajar cuándo sujetaron su brazo por el costado, Sango estaba inquieta y preocupada, su mirada la delató, sujetó ambas manos de su amiga con las suyas y le murmuró " todo saldrá bien" antes de reunirse con Sesshomaru en su cuarto privado.

-. Me sorprende señorita Higurashi, con cada encuentro usted es... Impredecible .- detalló el cuarto.

-. ¿A que has venido Sesshomaru ? Mi padre te envío, cierto .- afirmó viéndolo de reojo.

-. En efecto, le pido que esto sea de la forma más pacífica posible y nos retiremos a su verdadero hogar .

-. No

-. ¿ disculpe ?

-. Dije que no volveré .- respiró profundamente para no dejarse intimidar por la presencia.

-. ¿Realmente desea que las cosas se den por ese caminó?

Avanzó lentamente hasta estar frente a ella, deshizo el descansó de sus brazos tras su espalda para sujetarla del mentón y alzarla, sus dorados ojos brillaban en molestia, aunque su rostro parecía imperturbable, sus ojos lo delataban, Aome tembló bajó él, se mordió el labio y giro su rostro sin soportar aquélla silenciosa presión, el espejo que descansaba a los pies de su cama la reflejó un momento, no como ella deseaba si no por lo que se odiaba.

-. Usted nació en cuna de oro, para ser una señorita de la alta sociedad no para caminar entre las ratas.

Una mueca se figuró en su rostro al recordarse en exagerados vestidos elegantes, joyas de todo tipo y siempre rodeado de la hipocresía social, odiaba esa vida para la que nació, se negaba a seguir esa tradición, deseaba ser libre, explorar, vivir la vida con la incertidumbre de cuándo acabaría y lo más importante...

-. Se equivoca... Son mis amigos .- murmuró ganando valor.

-. No, usted se equivoca, ellos son interesados que cuándo se enteré quién es usted la venderan al mejor postor, su inocencia la pone en continuó peligro, ¿porqué no me facilita las cosas? Y vuelve conmigo, con su padre.

-. Yo sabré que decisiones tomar Sesshomaru .- lo empujó arta de su cercanía -. Para usted es fácil ya que conquista todo lo que toca pero para mi no.

-. ¿ Que es lo que te tiene atada en esa incesante busqueda ?

-. Mi hermano menor...

-.¿ El bastardo de tú padre?

-. ! No lo llames así ¡

-. Así que todo es por éso .- medito su respuesta mirándola fijamente -. Si te ayudó en esta busquedad...

-. Volveré... Cuándo haya salvado a mi hermano... Volveré...a esa vida...

Su imperturbable rostro se deformo en molestia, los vividos ojos de la señorita Aome se opacaron al punto de que imaginó por una vez que se trataba de un cadáver en busca de paz, algo dentro de él se removió molestando, odiaba esa mirada, esa sumisa actitud de esperar que su verdugo la matará, no, él no era un verdugo, él era un capitán hijo y heredero del Reino Taisho, orgullo nacional, el nunca sería la mano que sentenciara una criatura que luchaba por vivir.

Pero...

Debe cumplir con su obligación, ¿ está bien someter al pájaro a una vida de encierro?