Callejones de Altdorf, Una Historia De Warhammer.

I: La noche y el borracho

El caer de la noche puede tener distintos significados dependiendo de dónde ocurra, para los hombres bestia que habitan los bosques de Middenland, la luna llena es un buen augurio y una razón para marchar a la guerra, o para los condes vampiro de Sylvania la noche es como una invitación a llevar a cabo sus blasfemas acciones y conjurar la nigromancia, pero para los humanos la noche es un motivo para esconderse en sus casas ya que en este manto de oscuridad se esconden algunos de los monstruos más peligrosos y mortíferos que pudieran imaginarse.
Sin embargo, los hombres son bien conocidos por muchas veces ser insensatos, y ciertamente la muralla de una ciudad puede hacer sentir seguro a cualquier borracho que decide pasar la noche llenando su estómago de vino bretoniano y cerveza enana.

- "¡Tabernero!" Exclamó un hombre borracho, casi a punto de desmayarse, desde la mesa de una taberna. "¡Tráigame otra pinta de bugman!".
Entonces un enano con una barba negra que llegaba hasta el piso y un claro aire de enojo se le acercó y exclamó:
- "Creo que ya has bebido demasiado, Heinz, Además, no tienes con que pagar, ya me debes lo de 3 noches, si estuviéramos en Karak Kadrin eso iría al libro.
- "¿Eh?, Por favor, solo una más, te prometo que pagaré, así podrás borrar mi nombre de tu librito"
Al parecer este último comentario enfureció al tabernero ya que tomó un trozo de leña y amenazó al ebrio.
- "¡Te juro Heinz, que si no te largas ahora mismo y me pagas todo lo que me debes para el viernes te romperé esto en el cráneo!".
Heinz, con la cantidad de alcohol que había consumido tardó un poco en comprender la amenaza del enano enfrente suyo.
- "Está bien, amigo, te juro que tendrás tu dinero y con interés" balbuceó mientras trataba de ponerse de pie y abandonaba el recinto.
El tabernero se limitó a mirarle fijamente, con garrote en mano mientras observaba el penoso esfuerzo del borracho para llegar de pie a la puerta de la taberna, pero finalmente lo logró y se dispuso a llegar a su hogar.
Mientras el ebrio Heinz caminaba por las oscuras y góticas calles de Altdorf, pensando en cómo conseguiría el dinero que le debía al tabernero, escuchó como se rompían unos maderos y como una mujer soltaba un grito de dolor tan fuerte que seguramente debió escucharse hasta Ulthuan.
El hombre, con su juicio nublado por la cantidad de alcohol que consumió anteriormente, decidió seguir la fuente de este ruido tan extraño, apenas sosteniéndose sobre sus dos pies fue avanzando y acercándose cada vez más a lo que parecían las piernas desnudas de una mujer asomándose por la esquina de un callejón, atraído el hombre siguió caminando y tropezandose hasta que llegó a la esquina, y antes de poder doblar el camino y dar una pequeña vuelta de cuello para así, poder observar que había a su izquierda, algo le perforó el pecho por la espalda y escuchando un lento y aterrador susurro en el oído, cayó al frío piso de adoquín, muriendo al instante, justo antes de ver lo que le había atraído hacia su súbita muerte, dejando así su cadáver frío y solitario en el gris piso de aquel callejón de Altdorf.

Fin del capítulo I