Capítulo 1

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2012 CDMX ... El día de la tragedia


Ya no quiero que me lastime. No puedo soportar un minuto más en este infierno. ¿Cómo puedo decirle a mis padres que me equivoqué, que la persona que tanto he querido, resultó ser un abusador?

Tenía suficiente tiempo para salir corriendo de la casa e irme sin mirar atrás, pero algo en mi interior me detuvo. Tal vez se trataba del mismo miedo que me carcomía por dentro.

-¡Sé que estás ahí, Guadalupe! ¡Abre la maldita puerta o te irá peor si no lo haces!

Estaba aterrada, en una esquina de la habitación, con mi cuerpo paralizado del miedo y rogándole a Dios una y otra vez de que Jorge no derive la puerta.

-¡Dios mío, ayúdame! No permitas que ese ser pueda entrar. Mi bebé corre peligro - mis ruegos se vieron interrumpidos por el estruendo que hubo en la puerta.






Hace unos meses atrás...

Hoy me tocó trabajar y es algo que disfruto, ya que mantiene mi mente ocupada, distante del infierno que vivo en la casa. Luego del trabajo visito a mi madre, entro a su recámara y se voltea al escucharme entrar.

-¿Qué pasó? ¿Ya compraste la prueba de embarazo?

Me negaba a que estuviera embarazada, no por qué no lo quisiera, sino porque estoy segura de que Jorge no se pondrá feliz con una noticia así.

-No, mamá. He estado muy ocupada en el trabajo y no he tenido oportunidad de hacerlo.

-De todas maneras hoy saldremos de dudas - busca en su gaveta una prueba de embarazo casera y me la entrega.

Mi mamá se ve emocionada, pero a decir verdad, yo no me siento así. Todo lo contrario, tengo miedo, porque si lo estoy, no sé cómo Jorge va a reaccionar.

Sigo las indicaciones de mi madre, entro al baño a realizarme la prueba y luego salgo. Mientras esperamos los resultados, me ataca con un sinnúmero de preguntas.

-¿Qué nombre le pondrás?

-Todavía no está el resultado de la prueba y ya me pides nombres? - rio, y se contagia con mi risa.

-Mucha risa, ¿eh? ¿Qué esperas? Debe estar lista ya.

Miro la prueba con mis manos temblando y sudorosas, encontrándome con las dos líneas de un «positivo», el cual fue como un balde de agua fría por encima. Mi madre saltó en un mismo sitio, como si se tratara de una niña cuando le compran su dulce favorito.

Estoy embarazada, voy a tener un bebé de Jorge. Lo que en otras circunstancias hubiese sido todo felicidad, alegría y dicha, ahora mismo solo puedo sentir miedo, temor de que Jorge se entere de esto. De esa inquebrantable, bonita y amorosa relación que tuvimos al comienzo, no queda absolutamente nada. No sé en qué momento las cosas cambiaron entre los dos. Todo era tan bonito y perfecto para ser verdad. Pese a la diferencia de edad por alrededor de diez años, no existía ningún impedimento entre los dos, por esa razón decidimos irnos a vivir juntos. El cambio que ha dado, ha sido de mal a peor.

Me despido de mi madre para ir de vuelta al trabajo. En la tarde, al momento de salir, Jorge vino a recogerme, pero como de costumbre, estaba borracho hasta las tuercas.

-Mi amor, he venido por ti - se me acerca y el fuerte olor a alcohol me causó náuseas.

-¡Qué asco! No me abraces así, Jorge. ¿Cómo es posible que siempre vengas a recogerme en este estado?

-¡¿Qué dijiste?! - no esperaba que su mano aterrizara tan de repente en mi mejilla.

En un milésimo segundo, el ardor recorrió toda esa zona. Intento alejarme de él, pero me acorrala bruscamente contra la pared. Su mano se ha aferrado a mí cuello, mientras que presiona su cuerpo contra el mío. Su fuerte agarre me estaba lastimando.

-Me estás lastimando, Jorge. ¿Qué no lo ves?

Todos mis compañeros de trabajo estaban siendo espectadores de la manera tan tosca en la que me estaba tratando, pero no es la primera vez que lo hace.

-No aguantas nada - me suelta y sonríe burlesco.

No pude normalizar mi respiración, cuando me agarra la mano, obligándome a caminar ligero hacia el auto.

-No puedes manejar así - siempre que está alcoholizado conduce como un loco.

Su respuesta fue una mirada llena de rabia y automáticamente bajo la cabeza. Subimos al auto juntos, pero sus palabras hirientes solo me llevaban a cuestionarme si realmente vale la pena seguir soportando esto. ¿Qué pasó con ese amor que decía sentir por mí, con las promesas de que sería incapaz de lastimarme? ¿Qué hice mal? Tengo que buscar la forma de acabar con esto de una vez, antes de que ese lunático me haga algo mucho más grave. Esta vez no estoy sola, tengo un bebé en mi vientre y debo protegerlo a toda costa. Aunque si quisiera saber cuál sería su reacción al enterarse.

Llegamos a la casa, y es cuando mis nervios y el temor incrementa. No sé si deba atreverme y decirle. Entro rápidamente a la casa, no quería que fuera a empujarme como siempre hace. Se dirige a la sala y lo observo a lo lejos. Tú puedes hacerlo, solo debes decirlo.

-¿Puedo hablar contigo? - los nervios se centran en la boca de mi estómago.

-¿Qué? - entró a la cocina, en busca de una cerveza en el refrigerador y se encaminó de vuelta a la sala para sentarse en el sofá.

Me detengo frente al sofá y ni siquiera me mira, es como si para él no fuera nadie o simplemente no existiera. Las palabras estaban atoradas en mi garganta, no sabía por dónde comenzar.

-Tengo algo muy importante que decirte - hice una breve pausa, tratando de llenarme de valentía y atreverme a decirlo-. Estoy embarazada - suelto la bomba, manteniéndome alerta a su reacción.

-¿Qué? ¿Estás segura? - su reacción no fue precisamente la que esperaba, todo lo contrario, me atrevería a decir que sus ojos adquirieron un brillo.

-Sí, segura. Hoy en la casa de mi madre me hice una prueba.

-Mi amor, estoy muy feliz. Vamos a tener un bebé. Por fin tendré a mi primogénito - se levanta del sillón, dejando a un lado la cerveza y se arrodilla frente a mí, levantando parte de mi blusa y proporcionando un delicado beso en mi barriga.

Verlo hacer ese dulce gesto, me conmovió más de lo que pudiera describir. Tal vez todavía haya alguna forma de arreglar lo nuestro y que todo vuelva a ser como antes. Por nuestro bebé, por él y por mí, quiero pensar que esta vez las cosas van a funcionar. Debo admitir que pude sentir un gran alivio, luego de haberme sentido tan cargada y con miedo.

En el transcurso de varios meses, confirmé que el peor error que pude cometer, fue volver a creer en sus palabras. Pensé que cambiaría por su bien y por el nuestro, pero me equivoqué y ya es muy tarde para remediar mi error. No debí decirle nada sobre nuestro hijo.

Existen personas capaces de destruir una familia, sin sentir remordimiento alguno. Todavía recuerdo esa noche que fui a la panadería. Todo marchaba como de costumbre. De hecho, era un hermoso día, pero la felicidad me duró muy poco. Mi corazón se rompió en mil pedazos, mientras que un fuerte nudo se formó en mi garganta y las lágrimas se asomaron al borde de mis ojos. Todo se derrumbó, mis esperanzas, mis sueños, el deseo de tener una familia eternamente unida y feliz. Estaba con Ella, sonriendo y tomando su mano de la misma manera que lo hacía conmigo. En su rostro no se reflejaba culpa o remordimiento, dejando a entender que no le importaba jugar con mis sentimientos y volver a lastimarme. Probablemente, en ese momento ni siquiera estaba presente en su mente. Toqué mi vientre y solo de recordar, hace que esa opresión en el pecho vuelva a aparecer.

-Mi bebé, mi pequeño y hermoso bebé. Perdóname, Miguel Ángel. Debí haberme ido cuando pude, es por eso que ahora me toca sufrir las consecuencias.

Volver a Amar . Donde viven las historias. Descúbrelo ahora