En el cielo, cuatro figuras se alzaban sobre pegasos. Una de ellas alzó la voz, que reconoció como la voz de Reyna:
-¡Semidioses! Reuniros todos con su Campamento. Las reglas son claras: no mutilaciones de gravedad, o serán castigados según le correspondan a los jefes de sus campamentos. Dos equipos, una bandera por cada equipo. El primero que llegue con la bandera del otro equipo a su terreno, gana. Está permitido el uso de poderes. ¡Que inicie el Captura de la Bandera!
Dos segundos después, un silbato daba iniciado el juego.
Inmediatamente, las estrategias se armaron. Semidioses griegos corrían en modo de ataque, mientras que los romanos esperaban pacientes en formación tortuga.
Nico esperaba con cierto nerviosismo la señal de Will. Como todos los hijos de Apolo, él podía emitir sonidos o notas musicales, sean cuales fueran esas notas.
Desde el Este, mientras los griegos distraían rápidamente a los romanos con el ataque abrupto, un agudo silbido cortó el aire. La señal. Nico se apresuró a avanzar hacia el "frente", el mismo lugar en donde un segundo antes, la mayor parte del campamento griego se había ubicado, donde los hijos de Démeter y Dionisio levantaban enredaderas con vides y hiedra venenosa, recreando una visión de absoluto bosque, invisible para los romanos.
Will lo estaba esperando ahí. Víctor Plant, el jefe de la Cabaña 4, tenía una mano apoyada en la enredadera, junto a un par de sus hermanos.
-Hey Nico, ¿qué tal va todo? -Sonrió alegremente, como siempre lo hacía a pesar de las más extrañas y peligrosas situaciones en las que podría estar. Su cabello pelirrojo parecía crecer a medida que hacía crecer la pesada enredadera.
-¿Estás listo, Víctor? ¿Cuántos hermanos tuyos viajarán conmigo? -Preguntó Nico, tomándose de la mano con Will.
-Sólo una, Florence. ¿Haz ensayado esto, verdad? -Le miró dubitativamente.
-No desconfíes de mi, Víctor. ¿Las hijas de Hécate?
-En camino. Ellas enviarán un perro negro de niebla que indicará la avanzada de los romanos. Están escondidas entre niebla.
Will le apretó la mano.
-¿Estás seguro del plan, Nico? Tus poderes han cambiado y son mejores, pero aún tienes 18 años. ¿Podrás con tanta gente?
-Pude con la Atenea Paternos. -Nico alzó una ceja, como si con eso no habría lugar a discusión. -Es una estatua mágica de oro que pesa toneladas, ¿y crees que no puedo cargarme unos cuantos semidioses?
-Creo que yo seguiré esperando a las brujitas... -Comentó Víctor dándoles un poco de espacio, notando que tendrían que conversar asuntos de pareja antes de lograr la estrategia como era debido.
-Sí, obvio que lo creo. -Aseguró Will, alzando ambas cejas y negando -Pero con la Atenea Paternos casi te mueres, Nico. Tu salud... -Le apretó un poco la mano y suspiró.
-Oye, esto es un juego, ¿recuerdas? No puede pasarme nada. -Le sonrió dulcemente, para dejarlo tranquilo. Will le sonrió de vuelta y lo abrazó.
-Ten cuidado, ¿vale? No me gustaría que te quedaras atrapado en otro viaje sombra por días.
-Yo asumía que a ningún novio le gusta que su pareja se quede atrapado en una sombra, Will. A menos claro, que te vayas de parranda con los muchachos mientras yo no estoy. -Le guiñó un ojo mientras se deshacía de su abrazo.
-¡Que no, Nico! ¡No me gustaría...! Agh, cállate. -Le tomó por los hombros y le dio un dulce beso. Nico cerró los ojos, sintiéndose lleno de nueva y brillante energía.