Su mirada esta a un fija en el pequeño cuerpo frente a él. A pesar de a verlo observado durante mucho tiempo nunca encontró respuesta a su comportamiento tan raro. Por un momento el castaño lo observa fijamente para luego ponerse la capucha de su chamarra y salir del patio. ¿Por qué era así? ¿Por qué no hablaba con nadie? Y simplemente no sabía cómo responder a esas preguntas que se hacía a diario.

—— Emilio ¿otra vez observando a Joaquín?. ¿Sabes? si fueras un poco más valiente fueras a hablar con él ——comenta el rubio tocando el hombro de él rizado.

——Dejame en paz, Pol ya estoy cansado de que me repitas eso todos los días. Y no están fácil, no es nada fácil. Lo he intentado muchas veces pero es como si tuviera miedo. Viene a clase y vuelve a su casa y no sale de ahí por nada. ¿Sabes? habeces pienso que su estúpido padrastro lo maltrata ——dice y cubre su rostro con sus manos.

——Tu eres su vecino. Emilio por que no averiguas más de él ——habla el rubio y se sienta a su lado.

——es lo que hago a diario. No sé qué hacer para acercarme a él. Siento que su mirada refleja tristeza, siento que sufre en silencio.

——Es obvio, perdió a su madre y a su hermana, y se quedó con un completo desconocido a su cargo —suspiro— pobre muchacho, pobre —finalizó.

——haré lo posible por acercarme a él, haré de todo para ayudarlo a salir de esa tristeza.

—— ¿Y como lo harás? Mmm. Emilio el chico no habla con nadie, y cuando te intentas acercar huye. ¡Al Carajo! Te ayudare a acercarte a él — dijo y palmeo el hombro de él rizado.

La campana de la escuela sono y todos los alumnos corrieron a la salida de la escuela. La mayoría hacía salía gritando y emocionados.

A lo lejos observa la figura de él castaño, y medita para acercarse a él.
El pitido de él auto de su hermano mayor lo hace volver a la realidad.

—— ¡Emilio!  Sube al auto, vamos de una vez, muero de hambre.

—— este... Yo... Yo mmm. Ya voy, Sebas —dijo, y abrió la, puerta de auto para subir.

—pelos de maruchan ese no es el hijo de el vecino — dijo Sebas.

—te he dicho que no me digas así, y si es Joaquín, es el hijastro —corrigió— de Andrés.

— ¿Te gusta? Uhh ¡te gusta!—dijo, y despeino el cabello de su hermano— ¡Oye Joaquín! Hey, Hey, Hey castañito ven te llevamos a tu casa — dijo una vez que estuvo cerca a Joaquín. El solo negó con la cabeza y susurro un :
" gracias pero van a venir por mi"

Tras casi rogar logró hacer que el castaño suba al auto para llevarlo a su casa. El rizado sentía: felicidad, nervios y ganas de abrazar y matar a su hermano. Abrazarlo por lograr sentarlo junto a él castaño y matarlo por hacerlo pasar vergüenza todo el camino a casa.

El castaño no hablaba y sólo miraba fijamente hacia sus zapatos.

—¿Estas bien? —preguntó el rizado con una sonrisa.

—oye Joaquín por qué no nos acompañas a almorzar hoy, mi novia y yo hemos preparado una lasaña exquisita.  A Emilio le encantaría que estuvieras ahí — dijo, y le guiño un ojo a su hermano por el espejo de él auto.

—No puedo, pero gracias por la invitación, señor — dijo en un susurro.

— oh vamos no me digas señor, tengo 23, dime Sebas o cuña... — no pudo terminar de hablar ya que el rizado le tapo la boca, para luego soltarlo — tus manos huelen raro Emilio —arrugó la nariz y soltó una carcajada —y si te preocupas por tu padre yo y mi novia hablamos con el para que te de permiso... Además vives al lado de nuestra casa.

—Padrastro —corrigió — gracias de nuevo por la invitación —susurro el menor.

El camino fue largo y algo agobiador para el rizado ya que Sebas no paraba de avergonzarlo.

—llegamos, Joaquín. Piénsalo vamos hablo con tu padrastro para que almuerzes con nosotros.

—gracias por traerme, lo pensaré. De nuevo muchas gracias Sebas y Emilio —dijo y sonrió débilmente para caminar hasta la puerta de su "casa"

Por un momento el rizado sintió que su corazón paro. El castaño se sabía su nombre, se lo sabía. Sentía deseos de gritar en esos momentos.

—llegas tarde, muy tarde, demasiado tarde. Ya hemos hablado de él horario, Joaquín, nada de distracciones.

—Pero solo fueron 5 minutos —susurro y subió su capucha.

—calla. Pasa de una vez.

—Creo que esa no es manera de tratar al muchacho, se "demoro" ya que lo trajimos nosotros por que alguien se olvidó de él —lo miro mal— y  nuestro auto es una carcacha, por eso demoro 5 míseros min—dijo Sebas y sonrió hipocritamente.

—Gracias entonces —dijo Andrés y devolvió la sonrisa para luego empujar al menor a adentro.

—Ese tipo me cae mal. Esta más que seguro que no lo dejará venir a almorzar con nosotros. —bufo — vamos, Emilio entremos.

ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora