prologue

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Es un soleado día de verano, en el interior de una de las casas de un vecindario ubicado en el pueblito Holmes Chapel, Inglaterra, un adorable niño de cabellos dorados y grandes ojos verdosos bajaba las escaleras de su hogar. En sus pequeñas manitas llevaba hojas de papel junto a su estuche lleno de crayones de todos los colores, sus pasos lo hicieron atravesar la sala de estar donde su padre veía el partido en la televisión, cruzó por la cocina dirigiéndose a la puerta que llevaba al patio trasero y colocándose en puntillas, logró abrirla para poder salir. Una vez afuera, avanzó a través del césped y se sentó a la sombra del gran árbol que estaba ubicado en medio de la cerca de madera que separaba los patios. El chiquillo comenzó a escribir usando su crayón favorito: el azul, también es su color preferido porque le recordaba al océano y a sus vacaciones del año pasado, sacando la lengua, escribió en una desordenada y tierna letra: Harry.

En el kindergarten, habían enseñado a todos los niños a escribir sus nombres y él, dueño de una mente brillante -palabras de la señorita Doris- fue uno de los primeros en lograrlo. Ahora iba escribiendo su nombre por cada rincón, lo cual provocaba que su madre se enojara por encontrar las paredes de la casa llenas con el nombre de su hijo. El pequeño Harry continúo su labor, manteniendo la máxima concentración hasta que de pronto un balón lo golpeó en la cabeza. Soltó un leve "auch" y su mirada buscó a quien había lanzado la pelota pero no vio a nadie, entonces notó como una tabla suelta de la cerca se hacía un lado y a través de ella, otro niño miró.

—¡Hola! —un niño con corte de honguito y ojos azules lo saludó muy entusiasmado—. ¿Me puedes pasar mi balón, por favor?

Harry desvió la atención del niño para depositarla en el balón ubicado en el césped a unos centímetros de distancia, se puso de pie de un brinco y tomando el objeto entre sus manos, se acercó a la cerca y se la entregó al otro niño.

—¡Muchas gracias! —una gran sonrisa se formó en su cara, mostrando que se le había caído un diente de leche—. ¡Me llamo Louis pero mis amigos me dicen Lou!

—Hola... soy Harry.

—¿Y tus amigos cómo te dicen? —quiso saber.

—¿Harry? —alzó los hombros.

—Yo podría crearte un... ¿cómo se llamaba? —se preguntó intentando recordar—. ¡Un apodo! Así me dijo papá que se llamaba. Oye, ¿y qué estás haciendo?

—Escribo —Harry levantó sus hojas enseñándole.

—¡¿Sabes escribir?! —sonrió, entusiasmado y Harry asintió—. ¡Yo igual, espera voy a mostrarte! —Y con eso, se fue corriendo en dirección a su casa.

Harry se rascó el cabello, un tanto curioso por el otro niño, nunca lo había visto aunque vivan al lado del otro, tal vez se debía porque su familia no se relacionaba tanto con los vecinos. Unos minutos después, Louis regresó trayendo algo consigo pero esta vez no se quedó satisfecho con hablar a través de la cerca sino que pasó su pequeño cuerpo por la tabla que se movía y pronto estaba en el patio de los Styles. Sin borrar la sonrisa de su rostro, entregó un papel lleno de desordenadas palabras a Harry.

—Yo lo escribí —dijo, orgulloso.

—¿Y qué dice?

—No lo sé, aún no sé leer.

—Oh.

—¡Me caes bien! ¿Quieres ser mi amigo?

Harry aceptó gustoso, en ese momento no lo sabía pero ese niño de cabello en forma de honguito, se volvería una de las personas más importantes en el futuro. A partir de ese momento, los dos niños se volvieron prácticamente inseparables, incluso Louis le pidió a su madre que lo inscribiera en la misma escuela que Harry y ella aceptó porque amaba ver a su hijo feliz, pronto ambos iban por el patio de la escuela jugando todo tipo de juegos. La reciente amistad también hizo que ambas familias se conocieran mejor y los padres se hicieron buenos amigos, por ende se volvió común que pasaran algunas fiestas juntos como el día de acción de gracias o navidad.

El par de pequeños amiguitos esperaban ansiosos la hora de abrir los regalos y cuando lo hacía, corrían a jugar con sus juguetes nuevos. El tiempo fue pasando, ellos fueron creciendo más su amistad en ningún momento murió, ambos se complementaban mutuamente. Louis tenía las ideas y Harry lo seguía a donde fuera, como aquella vez que se metieron a la panadería de la señora Quentin y comieron golosinas hasta no dar más, aunque su pequeña travesura les costó una semana sin verse, ese fue el castigo de sus padres y fue la peor tortura que podría existir.

Cuando empezaron el colegio las cosas no cambiaron, siempre iban y volvían juntos pero probablemente eso se debía a que la señora Anne y Johannah se turnaban para ir por ellos a la escuela. El caso es que la amistad entre Harry y Louis era irrompible.

Y entonces empezó eso.

Un día en que Louis faltó al colegio porque tenía que ir al médico, unos chicos de un curso mayor golpearon a Harry sólo porque no les quiso dar unos bombones de almendra, el oji-verde no es egoísta pero aquellos dulces los estaba guardando ya que quería dárselos a su mejor amigo porque eran sus favoritos, claramente esos niños no entendieron y se ganó una golpiza, la primera de su vida.

Y Harry siempre fue sensible, lloraba en las películas animadas como cuando murió Mufasa o cuando Spirit era capturado por esos vaqueros. Por ende, empezó a tener miedo de que esos chicos lo volvieran a golpear, ahora miraba detrás de su hombro para asegurarse de que no estuvieran y tenía esa mirada de cachorro asustado que no pasaba desapercibida ante Louis.

—No tienes que tenerle miedo a esos tontos, yo te puedo proteger —le dijo Louis en una ocasión mientras levanta los brazos queriendo enseñar sus músculos como un superhéroe.

—Ellos son mayor que tú, Lou —Harry no quería que su mejor amigo saliera herido igual que él—. Y no digas malas palabras.

—No me importa que sean más grandes. Eres mi mejor amigo, tengo que cuidarte, Hazza.

Harry simplemente sonrió. Hazza es el apodo que Louis le dio.

A pesar de que esos niños se fueron del colegio, el miedo permaneció, ahora pensaba que ellos iban a tratar de vengarse como en esa horrenda película que Gemma, su hermana mayor, hizo que viera cuando se quedaron solos puesto que sus padres habían ido a un restaurante a celebrar su aniversario. Harry empezó a tener pesadillas; soñaba consigo mismo siendo golpeado por ellos y siempre despertaba llorando. No quería decirles a sus padres porque sabía que su padre diría "tienes que ser valiente, hijo, sé un hombre" pero había alguien a quien siempre podía contarle todo.

Siempre era Louis.

Ese mismo día a la hora de dormir, una vez que se puso el pijama sintió un golpecito en la ventana. Tragó saliva y se acercó con preocupación, corrió las persianas y un suspiro de alivio salió de sus labios cuando descubrió quien era.

—¡Louis! ¿Qué haces aquí? ¡Ya es hora de dormir! —le dijo en cuanto abrió la ventana viendo como su amigo pasaba a través de ella para poner los pies en su habitación.

—Te dije que te iba a cuidar, Hazza. Pensé que si me quedo contigo, no tendrás miedo de los tontos de Bryan y Alan —sonrió sentándose en la cama.

—¿Quedarte conmigo? ¿Toda la noche? —preguntó y Louis asintió muy seguto—. ¿Tu mamá sabe que estás aquí?

—No, ella cree que estoy durmiendo —soltó una pequeña risa traviesa que fue rápidamente callada por un "¡shhh!" proveniente de Harry.

—No hagas tanto ruido, mis papás están durmiendo.

—Perdón —Louis sonrió, inocente—. Mejor acostemonos ya, estoy cansando.

Harry no le vio nada de malo, así que se acostó en la compañía de su mejor amigo y no hubieron pesadillas, esa fue la primera noche que durmieron juntos, más no la última. La segunda vez llegó algunos meses después, en una ocasión en la que el oji-verde se sentía muy triste porque su padre había enterrado a su hámster creyendo que estaba muerto siendo que el Señor Bigotes sólo dormía. Esa noche, Louis lo consoló haciendo tontas bromas sobre el cielo de los roedores.

La noche siguiente Louis volvió a aparecer por la ventana y a la siguiente, y la siguiente después de esa y así se convirtió en algo normal que nadie más sabía, tan sólo algo íntimo entre el par de amigos.

Y ahora, años después con ambos en plena adolescencia, el pequeño secreto podría haberse mantenido como una simple rutina que no afectaría en nada a su amistad sino fuera por el hecho de los sentimientos que se tienen el uno por el otro, que podría traer más de algún problema...

Simplemente Amigos ღ 𝙇𝙖𝙧𝙧𝙮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora