Simplemente Amigos ღ 𝙇𝙖𝙧𝙧𝙮

a lonely room

Ese día el cielo estaba gris, se sentía como si hiciera más frío que de costumbre o tal vez, solo era el sentimiento de culpabilidad que le quemaba el pecho lo que hacía que tuviera esa sensación. Se sentía tan culpable; aún no podía entender como fue que las cosas cambiaron tan rápido, por fin estaban juntos y felices, y ahora todo se fue al carajo. No iba a pretender que no sabía que pasó, porque estaba completamente consciente de que todo fue causado por su inseguridad y los malditos celos. Si perdía a Louis para siempre, toda la culpa sería suya.

La melodía del coro de la iglesia lo arrebató de sus pensamientos, al mirar hacia el lado, vió a su madre y abuela cantar al unísono, del otro lado, Gemma fingía hacerlo. La abuela Agnes siempre ha estado obstinada a que sus nietos fueran "por el buen camino" justo como ella y por alguna razón, siempre obtenía lo que se proponía, justo como ese domingo, ya que después de tanto insistir, había conseguido llevar a su familia a misa. Cuando la ceremonia finalizó, la familia se dirigió al auto luego de recibir la bendición del cura.

—¿Cuándo piensas casarte, Gemma? —preguntó la abuela mientras viajaban de regreso a casa—. Imagino que debes tener muchos pretendientes.

—En realidad, no tengo ningún pretendiente porque nadie me soporta —respondió con ironía—. No me interesa casarme, ahora estaré más preocupada a mis estudios.

—Tu verdadera preocupación debería ser aprender a cocinar, jovencita. ¿Qué vas a darle de comer a tu esposo si solo sabes preparar esa horrible comida congelada?

—Abuela, si algún día me casó, mi esposo tendrá que saber cocinar por su cuenta, para eso tiene manos y porque es algo humanamente necesario.

—Estos jóvenes de hoy en día —niega con la cabeza—. No quieren ninguna responsabilidad, no puedo creer que sean tan egoístas, solo piensan en ellos mismos, creen que la vida es solo diversión por allá y por acá, ni siquiera piensan en el mayor logro de la vida que es casarse y formar una familia.

A Harry no le interesaba la conversación que se desarrollaba en el interior del auto, lo único que podía pensar era que podía hacer para que Louis lo perdone. ¿Acaso merecía su perdón? Harry se odiaba a sí mismo por lo que le había hecho.

Al pasar por en frente de la casa de los Tomlinson, todos los momentos que han pasado juntos vinieron a su cabeza, no había un solo instante de su vida donde Louis no estuviera involucrado y ahora, su ausencia era tan notable que dolía, le partía el alma al saber que había lastimado a una de las personas más importante de su vida.

Su ánimo estaba por los suelos, no tenía fuerzas para nada, por eso prefiere encerrarse en su habitación, aunque ese cuarto no hacía nada más que aumentar su tristeza, cada rincón tenía un recuerdo de Louis. Se sentó en la cama, esa misma donde han dormido infinitas noches, donde Louis ha bromeado tantas veces sobre cuanto le gustan sus rizos y donde Louis lo ha besado.

Intentando evitar sus pensamientos, revisó su teléfono, viendo todas las notificaciones que tenía por esas malditas fotos, habían mensajes de varias personas, pero ninguno de Louis y Harry entendía perfectamente que no quisiera hablarle, después de todo, se lo merecía. Las horas fueron avanzando, pero no quiso salir de su habitación a pesar de los llamados de su madre, solo se mantuvo en la cama, viendo las gotas de lluvia golpear el cristal de la ventana y cuando llega la hora de dormir, lo hizo en una cama solitaria de frías sabanas.

Al otro día, el clima no mejoró, de hecho parecía que las nubes estaban más grises que nunca, como si se hubieran sincronizado con los sentimientos de Harry. Esa mañana, se alistó desanimado, lo que menos quería era ir a clases porque sabía que todo el mundo estaría hablando sobre esas fotos, lo único que lo animaba a salir de su habitación era ver a Louis y pedirle perdón.