Capitulo 3

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Noche. ¿Quién diría que en la penumbra de la noche se estaría curando un corazón? Se está aliviando un corazón de oro que jamás debió sufrir. ¿Quién diría que la persona que jamás se imaginaron tan sensible y comprensible como para consolar, ahora sería la más indicada para curar ese corazón agrietado? ¿Quién diría que ahora esa persona con ese corazón destruido jamás volverá a sufrir?

Ahora ese corazón está regocijándose de alegría.

Alegría porque se siente tan seguro al lado de esa persona especial, pero también hay miedo, por supuesto, nadie se arroja al precipicio sin antes dudar. Ahora está dudando, duda porque tiene miedo, y es que ¿quién no?

Sufrió tanto el solo. Paso tanto el solo. Ahora se aferra a esa oportunidad de ser feliz, de ya no sufrir, con dudas porque está convencido que, como siempre le paso, solo será feliz un minuto, una hora, un día, un mes, una temporada, un año, pero nunca lo será siempre... de ahí vienen esas dudas y miedos porque cree estar seguro de eso, pero no es así, porque la persona que tiene al lado está segura que siempre estará a su lado, que jamás se irá. Porque por fin lo tiene...

[...]

Amor. Esa mierda que jamás sentí, al menos, no por alguien más aparte de mi familia, pero en este preciso momento, junto a este estúpido sol que me saca suspiros y hasta putas sonrisas, estoy aprendiendo de ello. Y es que lo amo a más no poder. No lo quiero ver sufrir, no lo quiero ver llorar, no soporto verlo así, solo quiero ver ese brillo en sus ojos, esa sonrisa que ilumina todo este jodido mundo quiero verlo tan feliz que hasta que suelte brillitos por donde va, aunque eso ya lo hace, es un jodido sol. Y ahora lo entiendo todo... entiendo por qué hablaba tanto de él, el porqué lo miraba todo el tiempo, el porqué siempre prestaba atención a todo lo que hacía y decía cuando fácilmente lo pude mandar a la mismísima mierda, el porqué era el único al que soportaba, el porque me hervía la sangre al verlo con alguien más y el por qué parecía una colegiala enamorada apreciando su linda y puta cara. Tsk, ahora entiendo las mierdas que me decía mi vieja del amor, y que me repetía "algún día conocerás a la persona indicada y cambiarás tu actitud de mierda, mocoso" ahora soy capaz de decir que... la encontré.

Y prometo que jamás me iré de su lado...

Quizá quiere escuchar eso, puedo sentir que tiene miedo, a pesar de estar dormido, lo siento; porque tiembla y se aferra a mi como si su vida dependiera de ello. Diablos, como odio eso, pero lo entiendo.

Debe comprender que no me iré porque, como el diría, "no sería muy masculino de mi parte". Solo me queda abrazarlo y aferrarme a él con la misma fuerza, porque también temo, temo el no poder hacer nada por él. Lo bueno es que sé que a pesar de todo eso no pasará jamás, no mientras yo exista. Protegeré a ese estúpido rayo de sol cueste lo que cueste...

[...]

Veo su rostro tan hermoso iluminado por la poca luz de su habitación, con una expresión muy relajada a diferencia de como lloraba antes, sigue con algunos hipidos, pero eso no quita que se vea muy tierno, lindo y tranquilo.
Trato de acomodarme para tener una mejor vista, pero al parecer tiene un sueño muy ligero, me moví solo unos centímetros, pero ya dio a relucir sus hermosos orbes rubí.
Me mira como con miedo, terror. Con algo tristeza. Y no puedo más que mirarlo confundido. ¿Qué pasa...?

[...]

Siento como Bakugo se remueve ligeramente. ¿Será que ya lo molesté? ¿se quiere ir? ¿lo incomodo? ¿s-se arrepintió...?

No me molestaría que se arrepienta, pero igual duele. Seguro ya no quiere volver a verme, quizá se ira y me dirá que ya no quiere cargar con alguien como yo... estoy seguro que se irá.

Me alejo rápidamente para dejar de incomodarle y decirle que lamento molestarlo:
― ¿T-Te quieres ir? P-Porque si es así n-no hay problema, en serio. S-seguro s-solo te m-molesto ¿no es así? L-Lo l-lamento mucho B-Bakugo, d-de verdad lo siento. ― No puedo evitar que se acumulen pequeñas lágrimas en mis ojos.

En serio duele y mucho...

[...]

― ¿Qué? ¿Por qué dices eso? ― lo tomo de las mejillas para que me mire, que en mis palabras no hay una sola pizca de mentira ― Hey, solo me acomodaba te aseguro que no me iré de aquí.

― E-En serio?

― Si... Te traeré algo para que tomes, ¿sí? ― digo depositando un suave beso en su frente.

El asiente y limpio sus lágrimas para dirigirme a la cocina.

[...]

Un vaso de agua, quizá para algunos no suene muy reconfortante, pero para mí, en este preciso momento, con pequeños hipidos y con una mirada cálida sobre mí, tomar un té era lo más reconfortante del mundo, sobre todo si estaba mirando esos ojos rojizos tan hermosos como el mismísimo rubí.




Tomo un trago y gracias a la temperatura del agua, una ola de calidez recorre todo mi ser, logrando calmarme, aunque sea un poco. Pero no sirve del todo. Recuerdos vienen a mi mente, o, más bien, es el único deseo de imaginarme a mis padres dándome esa taza de té. Sé que no pasara, al menos no pronto, pero es mil veces mejor estar con Bakugo ahora. Miro una vez más ese bello rostro y no puedo evitar conmoverme. Mi respiración es algo agitada solo por tratar de retener mis lágrimas. Pero fue inútil, él se dio cuenta. Y me abrazo. Me comprendía.

Si, me sentía algo ridículo al solo llorar por una taza de té, ¡pero no podía! Era muy bello todo ese ambiente, tan conmovedor, tan abrumador ―en el buen sentido claro está― y tan lindo. Mi corazón no lo soportaba. Porque si, después de algunos años mi corazón se terminó convirtiendo en un corazón de pollo. Siempre trataba de controlarme. Pero ahí estaba él, rompiendo mis muros y dejando que me descontrole.





Termino mi té con algunas lágrimas, me abraza para tratar de calmarme.
Y luego me dice algo muy lindo, como... ¿Cursi? No lo sé, pero amo verlo así, relajado. Tal vez sea algo egoísta, pero amaría que solo yo pueda ver ese bello rostro relajado.

[...]

Estoy por hacer una reverenda estupidez. Ojalá luego no me arrepienta.

— Escucha, voy a hacer una mierda algo estúpida, así que como le digas a alguien, te mato eh, idiota.

Ese idiota no puede parecer más adorable asintiendo.

Suspire, es malditamente vergonzoso esto... vamos, cálmate Katsuki y dilo:

― Cuando a veces estaba triste... la vieja...hacia esto... ― Lo tomo de la mano, él solo me mira atento, correspondiendo a mis gestos ― Me decía que vaya con ella y me acurrucaba a su lado ― lo abrazo, siguiendo al pie de la letra todo lo que hacía la bruja para que me sienta mejor, no me importa revelar este lado mío, solo si lo ayuda tan solo un poco ―, luego acariciaba mi cabeza y me decía un "te amo, y me quedare contigo, si?"―  Mierda estoy llorando, ¿por qué me pongo tan sentimental...? Ah, cierto, es Eijiro. ― me daba mimos, y acariciaba mi nariz, después me dormía... ella siempre se quedaba conmigo a pesar de que me dormía, ¿sabes?

[...]

Escucho atentamente lo que Bakugo me dice. Diablos, el que debería estar en lágrimas soy yo, no él. Me da mimos y cierro los ojos para disfrutar esa adorable sensación de su mano rozando mi rostro y cabello. Al abrir los ojos me acerco lentamente para alcanzar sus labios mientras limpio las pocas lagrimas que dejó salir y, lo beso. Un cálido beso que de inmediato fue correspondido con suaves movimientos para expresar lo que sentimos el uno por el otro. Nos separamos y volvemos a como estábamos antes, yo en su pecho y el con su cabeza sobre la mía, con la diferencia que esta vez entrelazamos nuestras manos, un tacto suave y tierno, algo diferente a su personalidad. Como amo que me dé a revelar ese lado suyo que muchos desconocen al igual que yo.





Nos quedamos dormidos, esperando la mañana. Que estoy seguro será el mejor mañana de todos. Al fin y al cabo, sé que todo terminara gracias a Bakugo. Fue como un ángel. No, él es un ángel.

"Te amo, Blasty."

"Lo sé, Shitty hair."

Devolviéndole la sonrisa - Kiribaku/BakushimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora