|| Familia || Sakumo Hatake

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«𝐔𝐳𝐮𝐦𝐚𝐤𝐢 𝐓𝐚𝐦𝐢𝐤𝐚»

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La pequeña heredera al clan uzumaki nació el 9 de octubre exactamente a media noche, pesaba apenas 3 kg, y era extremadamente pequeña, sin duda fue un milagro médico. Durante su infancia, había entrenado para ser la princesa y futura heredera a su clan, a la edad de 4 años demostró talento para las habilidades ninjas, y como dote su padre le obsequió enseñanzas de su clan.

Cuando cumplió 7 ya era sin duda una prodigio, adorada por todos debido a su honestidad y valentía, era una niña amorosa y amable, hija única y por ende, esperanza de su familia. Cuando cumplió 9 años, la tragedia inicio, unos ninjas sádicos de una aldea desconocida a su parecer, masacraron a toda su familia y por ende al clan, ella fue la única sobreviviente, gracias a que sus padres se habían sacrificado para protegerla.

Durante años vagó por el mundo shinobi, aprendiendo diversas técnicas de combate y jutsus prohibidos, desarrollando habilidades envidiables para cualquiera. Al cumplir 16 años, decidió vivir temporalmente en Suna, bajo las estrictas órdenes del tercer Kazekage, un hombre frío y cruel sin duda alguna.

El kazekage era muy estricto, y pese a no agradarle la idea de asesinar, Tamika obedeció tal y como debía hacerlo, hasta que el día más difícil llegó, la orden que desobedecería sin duda, 𝐦𝐚𝐭𝐚𝐫 𝐚 𝐮𝐧 𝐧𝐢𝐧̃𝐨.

La joven se negaba rotundamente a asesinar a un niño inocente, furica, abandono Suna para abrirse paso a otra aldea o a ser una guerrera solitaria nuevamente, su ultima parada fue konoha, donde luego de varias interrogaciones y sospechas, el Hokage accedio a acogerla bajo su ala.

[Cɪɴᴄᴏ ᴀɴ̃ᴏs ᴅᴇsᴘᴜᴇs]

Desde su llegada a la aldea de la hoja, las cosas habían sido bastante sencillas para la joven Uzumaki, conoció a otra mujer de su clan, casi de su misma edad, Kushina era sin duda una joven especial. Tamika mantenia su distancia con el resto de la aldea, no se sentía parte de ellos, siempre había sido considerada una 𝗳𝗼𝗿𝗮𝘀𝘁𝗲𝗿𝗮.

Esta mañana en particular era emocionante para ella, sería su primer día como maestra de academia, sin duda se sentía orgullosa de su logro. Enseñaria matemáticas e historia, con sus extenso conocimientos heredados, podría brindar una mejor educación a sus niños.

Amarro su cabello en una coleta alta, se puso una cómoda camiseta y pantalones holgados, tomó su mochila y salió del departamento en dirección a la academia. En el camino su nerviosismo creció, le preocupaba no agradarle a sus pequeños alumnos, pero por otro lado tenía confianza en que serían amigos.

De tan perdida en sus pensamientos, no noto que choco con alguien, cerró los ojos esperando el impacto pero jamas llego, al contrario, sintió un fuerte agarre en sus caderas, alguien había detenido su caída con una velocidad increíble.

Abrio los ojos lentamente, una sonrisa apenada fue lo primero que pudo notar, una cabellera plateada y unos ojos negros hipnotizantes, era un hombre, al parecer un poco mayor a ella.

Por un segundo, su corazón se detuvo, ese hombre tenía un rostro hermoso, esas ojeras solo lo hacían ver más atractivo de una manera extraña.

Un gran sonrojo apareció en sus mejillas, se enderezo y cubrió su rostro con sus manos antes de suspirar y mirar nuevamente al hombre frente a ella. Siempre había sido reservada y cuidadosa, no quería llamar la atención y ahora chocaba con un shinobi a media calle.