II

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Nueva York, Estados Unidos.
Junio 1930

Desde ese inesperado encuentro con aquella rubia, Natsu no se podía sacar sus bellos ojos de la mente. Ni siquiera la escuchó hablar, pero podía asegurar que tenia la voz más dulce del mundo, de ese tipo que con solo escucharla te sacaba una sonrisa. Durante el resto del día su corazón palpitaba apresuradamente, y esta vez no solo por el esfuerzo físico que el trabajo requería ¿Que era lo que lo estaba haciendo sentir así?

-Natsu- llamó su atención un hombre de cabello azul -¿Te encuentras bien?

-¿Ah?- salió de su trance -Si, perdón- respondió agitando la cabeza. Jellal era uno de los pocos supervisores con quien podía hablar y lo trataba bien, tal vez porque en algún momento estuvieron en el mismo lugar -¿Quien era la rubia que estaba en la mina?- no podía esperar más, necesitaba saber quien era.

Una mirada desconcertada apareció en el rostro del hombre -¿La señorita Heartfilia?- preguntó -Es la hija del dueño.

Por eso estaba ahí, por su padre. Debía admitir que no le sorprendía, tenía demasiada clase como para ser la esposa o hermana de alguno de los trabajadores.

-No me digas que- dijo soltando una risa burlona -¿Te atrae la señorita Heartfilia?

-No, claro que no- negó bajando la cabeza con una sonrisa -Bueno, tal vez.

-Olvídala- puso su mano sobre su hombro -No es por sonar despectivo pero, ella jamás se fijaría en ti.

-¿Y crees que no lo sé?- se quitó su gorra para pasar estresado sus dedos entre su cabello -Pero simplemente no puedo quitármela de la mente.

-¿No crees que estás sobre exagerando por una chica que solo has visto una vez en tu vida?- preguntó cruzando sus brazos. Volteo a ver su amigos, este tenía la mirada perdida hacia el horizonte -¡Esta bien! Necesitan hombres que ayuden a bajar los muebles para su nueva casa, puedo apuntarte.

-¿Enserio?- respondió emocionado.

-Solo lo hago porque Erza me mataría si no te ayudará- su esposa era muy unida a la familia Dragneel, era como si fuera parte de ella -Pero solamente verla, ni se te ocurra hablar con ella o chocar con ella o cualquier cosa que venga a tu mente.

-Te doy mi palabra

-Y mandaré a Redfox para que te esté vigilando- se levantó de su asiento listo para bajar del tranvía -Mañana a las siete en punto.

[...]

A la mañana siguiente había mucho movimiento en los terrenos de los Heartfilia, los trabajadores estaban bajando los muebles para que todo quedara listo esa misma noche. La joven rubia paseaba por los alrededores de su nueva casa, pasó por la cocina, el comedor y finalmente la biblioteca, imaginando donde iría cada mueble y como se vería una vez que acabaran.

-Supongo que este es el cuarto que más te emociona- la joven pegó un pequeño salto al escuchar la voz de su padre -Planeó poner el cuadro familiar encima de la chimenea.

-Le hubiera encantado aquí- comentó con una sonrisa nostálgica abrazándose a sí misma.

-Podía pasarse horas leyendo un libro- postró su mano en el hombro de su hija -No me queda la menor duda, eres igual a ella- soltó un suspiro para luego ir hacia la ventana para ver cómo bajaban los muebles uno por uno -Será mejor que vayas al patios, ahí pasan menos trabajadores.

-Pero si no son una molestia- respondió yendo con su padre para también ver como trabajan.

-Lucy- habló entre dientes irritado. No quería tener que estar dando órdenes al mismo tiempo que cuidaba de su hija.

-Esta bien, esta bien- levantó las manos en señal de tregua. Se acercó a la barra de la cocina para tomar el libro que había estado leyendo ayer, estar en el jardín le daría la oportunidad de terminarlo.

[...]

-Los muebles del jardín. ¡Los malditos muebles del jardín!- pensó Natsu -¿Como es que podré verla nuevamente si ni siquiera puedo entrar a la casa?

Tuvo que tomar la tarea que le habían dado sin quejarse, estaba ahí para seguir órdenes. Ya había dejado algunas cosas dentro del invernadero, solo faltaban las plantas, si las acomodaba rápido, pasaría a las sillas y mesas del quiosco, si terminaba en menos tiempo de lo que esperaba tendría la remota posibilidad de dejar algo en la casa.

Con esto en mente tomó el mayor número de plantas y macetas que pudo, aunque estas le obstruyeron la vista empezó a caminar hacia el invernadero guiándose por el piso de piedra que formaba el camino.

Estaba ya a solo unos metros de llegar a aquella casita de cristal cuando lo que más temía comenzó, la pila se empezó a tambalear. Las macetas no le resultaban pesadas, pero acumuladas una sobre otra era difícil mantener el equilibrio.

-Vamos no te caigas- susurró caminado lentamente en un intento de que ninguna llegara al piso. La planta de la punta, un rosal, no pudo soportar más y calló. Cerró los ojos esperando un fuerte golpe más no escuchó nada.

-¡Cuidado!- escuchó una voz femenina -No debería llevar todas de una sola vez, no siempre habrá alguien que atrape lo que se caiga.

Una sensación de alivió inundó su cuerpo, si rompía algo era probable que lo despidieran y no de una forma bonita.

-No sabe de la que me salvo- dijo agradecido -¿Podría ayudarme a llevarla al invernadero?- probablamente era una mucama qué tal vez había salido para supervisar.

-Yo..- escuchó algo de duda en su voz -Si claro, no hay problema.

Caminaron los metros restantes y por fin llegaron a la estructura de cristal. Lucy dejó el rosal en el borde de la mesa que ya había dejado, Natsu dejó las plantas restantes en el piso para así agradecer a quien había sido su salvadora.

Limpio el sudor de su frente con su antebrazo -Muchas gracias por- al momento de darse la vuelta fue interrumpido por aquellos bellos ojos que había visto la otra vez, era ella. Sintió como su rostro se empezaba a calentar. Se quitó la gorra en señal de respeto.

No lo sabían, pero en ese momento empezaba una historia, una historia de amor que ninguno de los dos podría olvidar.

Over the rainbow (Nalu AU) [Español] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora