¡Hola! Este drabble es un poco más largo que los anteriores, no tiene spoilers y está algo más alejado del canon
***
Las adolescencias siempre son difíciles. Pero lo son aún más cuando estás jodido de hambre y vives en un hogar de ratas.
Levi no echa de menos a Kenny (no tanto), pero reconoce que con él pasaba menos hambre que ahora con Farlan. Ese Farlan que, con su cuchillo, talla un trozo de madera como único método de distracción. Porque también le rugen las tripas. Solo después de pasarse un buen rato mirándolo, viendo su ceño fruncido, sus manos callosas y su gracioso flequillo rubio, le arrebata la daga de un solo movimiento y se la guarda en el bolsillo del pantalón que le viene grande.
El chico apenas protesta, se limita a soltar un bufido y mirar fijamente el trozo de astillas sin forma.
—Me marcho.
—¿A dónde? —la frase sale de Farlan con el mismo deje apresurado con el que se levanta del suelo y, además, suena muy aguda y no sólo porque le esté cambiando la voz. Levi le mira, sucio, despeinado y delgaducho y se da cuenta de que así nunca saldrán de ese hoyo.
—A por comida —es su única respuesta, junto a una mirada lo suficientemente clara para el muchacho, más alto que él, pero infinitamente menor. Es percibible aún el tiempo que lleva en la calle. El poco tiempo que hace que se convirtió en una rata más.
Levi frota su cuchillo contra su camiseta y se sacude el polvo de la ropa inmediatamente después. No soporta estar tan sucio. Le pone de muy mal humor. Pero las tripas le rugen demasiado como para preocuparse por la roña de sus mejillas y las de su compañero.
Por eso se mueve con su agilidad habitual por las calles del Subterráneo. Mira cuidadoso a todas partes, ocultándose tras cada esquina. El olor a humedad es siempre el mismo. La pobreza de sus gentes es la misma. Las personas tiradas en rincones son las diferentes: porque van muriendo. Es precisamente por eso por lo que es tan difícil encontrar a quién robar, porque pocos son los que tienen algo que poder quitarles.
¿El hombre que sale del burdel al final de la calle? Sí, ese podría tener encima unas monedas y, ya solo por donde se deja caer, se merecería unos cuantos golpes. Posiblemente no podría defenderse de él, aunque fuese un crío. No parecía muy fuerte. Sí, quizás....
Es justo entonces, mientras aprieta con fuerza su arma, que se detiene un carro a pocos metros de él. Un carro. En el Subterráneo. Le llama la atención, claro que lo hace. Y tiene el estandarte de la Policía Militar. ¿A quién podrían acompañar ahí abajo? Se agacha tras un barril justo antes de que un soldado que tiraba del carro se aleje de él en dirección al interior de un edificio cercano. Es su oportunidad.
Echa a correr hacia el carro y, entonces, consciente de que en su interior solo puede haber alguien indefenso a quién robar, se cuela dentro con el arma en alto.
Por eso se sorprende tanto cuando, a la misma velocidad que el irrumpe, una mano atrapa su muñeca, la que lleva el cuchillo, y le detiene. Y es solo un chaval que podrá sacarle un par de años. Con los ojos azules y el cabello dorado como el sol que él nunca ha visto.
Ambos se miran fijamente durante segundos. Segundos muy largos. Levi reconoce al chico como un recluta por su traje de soldado, pero su emblema de dos espadas. Nunca había visto a uno allí abajo, por lo que no sabe si pensar que ya es muy bueno o justo lo contrario y está allí para darle una lección viendo las miserias de los demás. Apuesta más por la primera por la forma en la que le mira, inspeccionando cada detalle. Analizándolo. Y el del Subterráneo siente vergüenza, tan pequeño y tan sucio frente a él, limpio, peinado, bien vestido y lo suficientemente fuerte como para frenarlo.
Entonces, el rubio le suelta con un suspiro a la vez que rompe el contacto visual. Rebusca con una mano en su bolsillo y con otra en un fardo que lleva a sus pies. Levi solo es capaz de observarlo, barajando qué opciones tiene. No le da tiempo a decidirse: el recluta le tiende una monedas y un panecillo del tamaño de una mano. Se apresura a cogerlos rápidamente, como si le quemase el no hacerlo.
—Vete deprisa antes de que alguien te vea —le dice el otro, obligándolo de alguna manera a levantar la vista del dinero. Ya estaba contando cuántos días podría durarle. Los ojos azules le miran con rudeza, pero también seguridad—. Algún día yo arreglaré este mundo.
Levi no cree a ciencia cierta en sus palabras, pero a él ya le ha arreglado la semana. Sin decir palabra, salta fuera del carro y echa a correr, deshaciendo el camino que había hecho pocos minutos atrás. Cuando regresa con Farlan, ya ha partido el panecillo a la mitad.
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Instantáneas | Eruri Week 2020
FanfictionRecopilatorio de todos mis drabbles escritos por la #eruriweek2020 (@holidayeruri). Son todos en el universo de Shingeki no Kyojin, algunos más fieles al original y otros menos. Unos bonitos y otros más melancólicos; la mayoría ambas cosas. El nombr...