Capítulo 4. Nure-Onna

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Era noche cerrada. El frío y la humedad calaban en los huesos de una forma escalofriante, hasta la persona más resistente y calurosa sufría temblaba ante el frío de esa fría noche del Obon. Mientras los habitantes del pueblo estaban celebrando el Obon, Natsuki Sasaki estaba en el puerto arreglando su barco. No estaba especialmente preocupada por quien honraría a los antepasados de su familia, pues su hermano mayor había ido a hacerlo en lugar de ella, como todos los años. Lo que más le preocupaba era tener el barco arreglado antes de irse a dormir, ya que al día siguiente lo necesitaría para llevar a la otra isla a los turistas que habían venido de visita por el Obon y que se irían por la mañana.

Por suerte había terminado a tiempo y podría ir un rato a ver el Obon antes de volver a casa. estaba recogiendo sus herramientas cuando escuchó un ruido, se giró pero no había nadie alrededor. Se encogió de hombros siguió recogiendo, una vez hecho se fue directo a una caseta que había cerca del muelle. Una vez allí, dejó las herramientas y cerró la puerta.

Decidió dar una vuelta por el puerto para ver los barcos, eso es algo que a Nastsuki le relajaba mucho: mirar los barcos del puerto. Además le daba a veces algunas ideas para mejorar su barco. Mientras caminaba por los muelles volvió a escuchar el mismo sonido de antes. Parecía que alguien estaba chapoteando en el agua. Agudizó la mirada hacia el final del muelle y no vio nada ni nadie que pudiera hacer ruido. Una vez más se encogió de hombros y lo achacó al cansancio. Siguió caminando hasta llegar al final del puerto, el cual tenía una escaleras que llevaban a una pequeña orilla desde la cual se podía ver todo el puerto Además de la estructura que habían construido para cerrar la entrada al puerto y poder controlar mejor la entrada y salida de los barcos.

Estaba tan distraída en sus pensamientos que no se dio cuenta de la figura que se iba acercando hacia ella: era una mujer de estatura media, delgada, con una larga cabellera negra y se podía ver que en sus brazos llevaba un bulto que parecía ser un bebé. La mujer se acercó lentamente a Natsuki y cuando estaba a punto de llamar su atención ella comenzó el camino de vuelta a su casa.

Natsuki no era consciente de la persona que iba detrás de ella, caminando lentamente hacia ella y sin hacer ningún ruido. Cuando Natsuki estaba a punto de llegar a la caseta la mujer que iba detrás de ella habló:

- Disculpe- Dijo la mujer angustiada.

Natsuki se dio la vuelta y pudo ver a la mujer. Estaba empapada y entre sus brazos sostenía a un bebé que estaba profundamente dormido.

-Madre mía, señora está empapada. Tiene que entrar en calor y secarse- Exclamó Natsuki  totalmente preocupada. No entendía como alguien podía caminar así a estas horas con el frío que hace. Sin pensárselo dos veces abrió la puerta de la caseta y la invitó a entrar.

........

Una vez entró la mujer Natsuki le ofreció asiento y sacó dos mantas para que se pudieran calentar. Una vez hecho esto Pudo apreciar que la mujer estaba muy pálida y que estaba notablemente cansada.

-Podría sostener a mi hijo un momento mientras descanso. Por favor- Le pidió la mujer. Su petición había sonado más como una súplica. Cómo si su vida dependiera de los minutos u horas que pudiera descansar.

Natsuki no quería hacerlo, pero la cara de angustia y cansancio hacía que se le partiese el corazón. No se veía capaz de decirle que no a una persona que necesita su ayuda. Por lo que sin pensárselo mucho decidió que debía hacer.

-Pues claro- Dijo Natsuki mientras extendía los brazos para sostener el bebé.

-Muchas gracias. Pero no lo mires porque se pone a llorar- Dijo la mujer con un tono de voz que daba algo de miedo. Le puso el bebé en los brazos de Natsuki y, sin mirarlo, acercó la criatura a su pecho para que entrase en calor. Llevaba un buen rato sosteniendo al bebé cuando este empezó a moverse. Natsuki, en un intento de calmarlo, empezó a arrullarlo y, cuando se quiso dar cuenta, había bajado la cabeza para mirar al bebé. Fue entonces que el niño se transformó en un bulto de piedras y hojas muy pesado. No podía moverse, estaba paralizada. En ese momento oyó a la mujer con una voz muy enfurecida.

-¡Te lo advertí!- Y se abalanzó sobre ella

A la mañana siguiente encontraron el cuerpo de Natsuki flotando en el mar, cerca del cuerpo. Lo que más extrañó a la policía es que no tenía ni un a sola gota de sangre.

Japón negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora