Eran las seis de la tarde. No había casi nadie en el instituto a esas horas. Ryoko entró al baño del tercer piso, la discreción no era su mayor virtud, sin mencionar que siempre mira a los demás como seres inferiores a ella. Sin embargo, estaba tensa y preocupada. Tras echar un vistazo rápido por el baño, entró al segundo cubículo y se sentó a esperar.
Tras unos minutos la puerta del baño se volvió a abrir, dejando ver a una estudiante un poco más baja que Ryoko, pelo negro, ojos marrón oscuro, postura encogida y una mirada nerviosa. Estaba completamente asustada: miraba a todos lados en estado de alerta, como si su vida dependiera de ello. Ryoko que la observaba desde la arte más alta de los cubículos del baño esbozó una sonrisa. Con mucho sigilo se bajo de la parte alta del cubículo y tiró de la cadena.
La otra estudiante, aterrorizada, se giró hacia el lugar del ruido y enseguida se escuchó a Ryoko decir en voz alta:
R: - ¡Ichibanme Hanako-San!- La otra chica gritó asustada mientras Ryoko se reía sin parar.
R: - Tendrías que haber visto tú cara Yuka- dijo Ryoko mientras salía del cubículo.
Y: - No tiene nada de gracioso- Le recriminó Yuka. Si había algo que no le gustaba es que la asustaran de esa forma.
R: - Perdona. Había olvidado lo miedosa que eres- dijo sin un mínimo atisbo de arrepentimiento- Cambiando de tema. ¿Has traído el dinero?- Preguntó con mucha seriedad.
Y: - S-sí. Lo tengo aquí- Dijo Yuka mientras sacaba tres billetes doblados a Ryoko, quien sin esperar mucho se los quitó de las manos, con la otra mano abrió su chaqueta y sacó un papel que le entregó a Yuka.
R: - He intentado ser lo más realista posible con las notas. Nadie se creería que saques una asignatura con sobresaliente-.
Yuka no contestó. Tenía la solución a todos sus problemas. Sin embargo, no estaba del todo convencida de que fuera lo correcto. El sentimiento de culpa era enorme. Aunque sabía que se iba a arrepentir ya había tomado una decisión.
Y: - Lo siento. No puedo hacerlo-
R: -Te vas a rajar ahora. Yo he hecho mi parte. Por lo que me quedo el dinero-. Dijo Ryoko indignada.
Y: - Quedate el dinero, pero no digas nada por favor- Le suplicó Yuka.
Ryoko no pensaba decir nada. Pero no iba a irse así sin más. Antes le iba a dar un buen susto a Yuka.
R: - ¡Nibanme Hanako-San!- Dijo en voz alta. Yuka la miró aterrorizada para ir enseguida a intentar cerrarle la boca.
Y: - ¡No lo digas!- Le gritó
Ryoko sonrió, lo estaba disfrutando
R: - ¡Sanbanme Hanako-San!- gritó
De repente se escuchó un ruido estruendoso por las tuberías. El sonido estaba cada vez más u más cerca y.... paró. La luces comenzaron a parpadear y una mano llena de sangre apareció por en cima de la puerta del tercer cubículo. Ryoko y Yuka estaban mudas y paralizadas por el miedo. Cuando menos los esperaban la mano agarró a Ryoko por el peló y, de un golpe seco la arrastró al retrete mientras gritaba. Poco después se escuchó como alguien tiraba de la cadena al mismo tiempo que el baño se llenaba de sangre.
La puerta comenzó a abrirse y apareció Hanako-San. Yuka estaba a punto de rendirse cuando recordó lo que le habían dicho hace unas semanas: que Hanako-San deja en paz a las estudiantes que sacan buenas notas. Sin pensarlo dos veces le enseñó Hanako-San el falso boletín de notas, quien lo tomó entre sus manos y sin mirarla retrocedió unos pasos y cerró la puerta.
Instintivamente Yuka salió corriendo a la puerta del baño. No podía creer que hubiese sobrevivido a Hanako-San. Abrió la puerta y salió corriendo de su instituto en dirección a su casa. Se sentía afortunada de haber sobrevivido, pero la mirada que le dedicó Hanako-San le perseguiría para el resto de su vida.
ESTÁS LEYENDO
Japón negro
HorrorEste libro contiene historias cortas sobre distintos personajes que se encontrarán cara a cara con varios fantasmas y/o entes demoníacos de las leyendas urbanas y del folclore Japonés. Nuestros personajes se verán atrapados en situaciones en donde s...