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Emma


-¿Qué mierda queres Ramiro?- dije soltándome de su agarre

-Bueno bueno rubia... ¿ por qué tan enojada? si tu novio es un tarado yo no tengo la culpa

-Correte, me tengo que ir

-No hermosa, vos de acá no te vas a ir... me parece que me debes algo más que una charla

-Yo a vos no te debo nada, correte Ramiro porque no te soporto más ¿ quién te pensas que sos flaco?

-¿Quién me pienso que soy? ¿ quien te pensas que sos vos pendeja?- dijo agarrándome con fuerza del brazo y acorralándome contra la pared- ¿Te pensas que soy estúpido? ¿ que no se todo lo que están por hacer con la otra taradita de tu amiga? cuando ustedes fueron, yo ya fui y vine dos veces ... te dije que tuvieras cuidado con andar hablando de más

Intenté soltarme de su agarre, pero de poco sirvió, cada vez que trataba de empujarlo, el aferraba con más fuerza su mano en mi brazo. Su mirada estaba desorbitada, el olor a alcohol emanaba de su piel y esa sonrisa cínica que tanto detestaba, parecía no despegarse de su rostro.

-Soltame Ramiro, porque te vas a arrepentir...

-¿Si? ¿me voy a arrepentir?... a ver, contame ¿ qué vas a hacer rubia? ¿ vas a llamar inútil de tu novio? ¿ al taradito de Camilo? por favor Emma, no seas ingenua, deberías estar agradecida que mi tío no se deshizo de esos dos cuando tuvo la oportunidad

-Me das asco- solté con toda la bronca que llevaba acumulada

El sonrió mostrando sus dientes y con una de sus manos me tomó con fuerza de las mejillas, intenté patearlo, pero lo único que logré es que se pegara mucho más a mi. Las lagrimas estaban amenazando con salir de mis ojos, la bronca que tenía se había esfumado y lo que verdaderamente recorría por mi cuerpo en estos momentos era el miedo, miedo de que sucediera eso que estaba imaginado, miedo de que nadie me escuchara o viniera, miedo por no poder pararlo.

-Que feo eso que me decís rubia... sabes que yo siempre te miré con otros ojos a vos, no eras igual a las otras,  desde que me empecé a juntar con ustedes, fuiste la única que logró llamarme la atención... pero nunca te fijaste en mi, siempre estuviste atrás del otro negro de mierda, que ni futuro tiene y para colmo ¿ un hijo con ese vas a tener?- murmuró sobre mi cuello mientras  iba deslizando su mano hasta mi vientre, automáticamente se me formó un nudo en la garganta, quise gritar, pero no pude... no me salía la voz- Igual la verdad que es lo de menos, si podemos divertirnos igual ¿ no?

-Soltame Ramiro, por favor-solté entre sollozos

-Sabes que es lo que pasa rubia, que vos me debes algo y de acá no te vas a mover hasta que no me lo des- posó una de sus manos en mis caderas y apoyó su cuerpo contra el mio, acortando al máximo la distancia que en un momento nos separaba y presionándome aun más fuerte contra la pared- Así que relajate hermosa que la vamos a pasar bien... mejor que con tu novio seguro

Los brazos me dolían, las piernas me temblaban, la panza se me había puesto dura y mi respiración estaba acelerada. Me dolía esta situación, nunca en mi vida me hubiera imaginado el estar pasando por algo parecido... pero me tocó ser mujer en un mundo de enfermos. Con la fuerza y con el valor que me quedaba le escupí la cara, a los segundos sentí su mano sobre mi rostro y un fuerte ardor sobre el mismo, con la misma fuerza con la que me había tomado del brazo, ahora me agarraba del cuello, arrinconándome contra la fría pared.

-No te hagas la viva Emma porque la vas a pasar mal ¿ me escuchaste?- murmuró sobre mis labios

-Sos un hijo de puta, eso es lo que sos, un hijo de re mil puta- solté con dificultad y casi sin voz

Él me separó de la pared y después de pegarme nuevamente a esta con fuerzas, me tiró al piso. El dolor se hizo presente al instante, un fuerte ardor en el ciático junto a algunas puntadas en la zona de la ingle me invadieron. Las lagrimas que había estado acumulando durante todos estos minutos comenzaron a salir sin control, las manos me temblaban y el cuerpo me pesaba... intenté pararme, pero lo único que conseguí fue arrastrarme hasta chocar de espaldas con la cama, el dolor que estaba sintiendo era demasiado intenso.

-¿Así que soy un hijo de puta Emma?- dijo acercándose lentamente hacia mí y agachándose para quedar a mi altura- ¿ Queres que te demuestre que tan hijo de puta puedo llegar a ser?

No le respondí, estaba aturdida, la pesadez que estaba sintiendo en el cuerpo era demasiado, me sentía mareada y no dudaba de que la presión la tuviera por el suelo, por eso es que todas mis fuerzas las estaba concentrando en mantenerme en eje, estar consiente, porque desmayarme en este momento no era opción.

-Respondeme Emma- gritó esperando mi respuesta, respuesta que no le dí- Da igual rubia, acá se va a hacer lo que yo diga- dijo tomándome del brazo y obligándome a pararme para luego volverme a tirar con fuerzas sobre la cama.

Me sentía perdida, atemorizada, asqueada, asustada... sola. Quería gritar, llamarlo a Mateo, pedirle que venga, decirle que tenía razón, que tendría que haberme que dado en casa, pero que ahora lo necesitaba, pero la voz no me salía, las manos me seguían temblando y el nudo que se me había formado en la garganta nunca había sido tan difícil de tragar. Me estaba ahogando,  sentía que hasta ahí había llegado, que eso era todo, que ya no daba más.

Y para ser sincera no se en que momento pasó, cómo, ni porqué no escuché la puerta abrirse con fuerza, solo se que luego de que una luz se filtrara en la habitación, pude pude verlo a Camilo tirarse sobre Ramiro y golpearlo con fuerzas. Los brazos de Micaela fueron la segunda cosa que sentí, mi amiga me envolvió entre sus brazos y me ayudó a pararme, no logré escuchar lo que me decía, pero se la veía desesperada. Me ayudó a caminar con lentitud hacia la puerta y al llegar a esta, Camilo apareció por detrás.

-Emma hAblanos... Emma por favor- escuché bajo y a lo lejos, aunque supuse que el que hablaba era Camilo, ya que lo veía mover con exageración sus brazos, aun seguía mareada- Amor, mirale las piernas

¿Las piernas? ¿Qué pasaba con mis piernas?.  Camilo me tomó en sus brazos y me alzó, rápidamente comenzó a bajar las escaleras. Inconscientemente, con la mirada, lo busqué a Mateo y al parecer Camilo también lo había visto, porque frenó de golpe, chocando a Micaela que iba delante de nosotros. Ahí estaba, sonriendo y tomando  de la cintura a una morocha y acomodándole el pelo detrás de la oreja y mientras tanto yo...

-¿Esa es Abo?- le escuché preguntar a Camilo

-Parece... no se- respondió Micaela- Hay que decirle...

-Después- dijo Camilo comenzando a caminar- Ahora hay que llevarla a Emma al hospital




No tengo mucho para decir porque hasta bronca me generó escribir este capitulo, pero les agradecería que se tomen un minuto para leer esto. 

Lamentablemente esta es una realidad para muchas . Según estadísticas, a nivel mundial, una de cada tres mujeres ha experimentado violencia física o sexual, 15 millones de mujeres, en todo el mundo, han sido forzadas a tener relaciones sexuales en algún momento de su vida. Entre otros datos, 8 de cada 10 de los femicidios son cometidos por una persona conocida por la víctima, un 47% de los femicidios son cometidos por la pareja o ex pareja de la víctima, mientras que 19% son perpetrados por un conocido o vecino y un 15% por un familiar. Esta es una realidad, lamentablemente es nuestra realidad, y no son casos aislados, esto se llama patriarcado, la violencia deja marcas, pero no verla o ignorarla, no solo te hace cómplice, sino que deja un femicidio.  Mas allá de que esto sea ficción, no quita el hecho de que suceda en la vida real, acá no intento romantizar nada, tal vez el tema a lo largo de toda la novela no este tratado de la mejor manera, no lo se, y les pido disculpas si es así, pero es que las emociones me ganan. Lo que quiero que sepan es que realmente, si de alguna manera puedo ayudar, desde acá, o desde donde sea, siempre voy a tratar de hacerlo, no están solas.


Cadena de secretos || TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora