Los alumnos

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- Seis... -

Empezó a recobrar el conocimiento.
El llamado a su nombre se sentía cómo murmullos lejanos, cómo si lo estuvieran llamando desde el final de un túnel.

- Seis. -

Se sentía mareado, la cabeza le daba vueltas y las náuseas empezaban a aparecer en su cuerpo, ocasionando que las ganas de vomitar se incrementaran.

- ¿Creen que deberíamos ponerle más cinta? -

- ¿Acaso quieres que el chico explote? -

Los murmullos empezaron a ser más claros y el dolor en su cuerpo a revelarse.

- Seis. -

Sus ojos comenzaron a abrirse, dejando que el delirio le permitiera ver a la chica morena que causaba que su vida tuviera un poco más de valor.

- ¡Seis! -

Unos chasquidos fueron los que lo hicieron reaccionar, abriendo los ojos por completo y dándose cuenta que la chica que lo llamaba no era nadie más que su hermana quien estaba en lado de los que lo habían secuestrado.

Cuando quiso levantarse para combatir, se dio cuenta que estaba fuertemente amarrado a una silla, intentó hacer fuerza para romper sus agarres pero no se le fue posible; intentó liberar sus tentáculos letales, pero aquellos no pudieron responder.
Esto último le aterró, el hecho de pensar que aquellas personas le habían cortado lo que lo hacía especial le dio miedo.

- No te preocupes. - Su hermana elevó su camiseta revelando el qué le impedía al asiático exponer su poder. - Es solo cinta. - Le indicó su torso el cual, efectivamente, estaba envuelto con cinta adhesiva por completo. - ¿Qué clase de monstruo crees que soy? - Bajo su camiseta y retrocedió unos pasos.

- ¿Qué demonios estás haciendo, Ocho? - Le preguntó mientras su cabeza se equilibraba para evitar más mareos. - ¿Estás traicionando a tu familia por esta bola de inútiles? -

- Necesitan mi ayuda. -

- No les debes nada. -

- Lo sé, pero si los ayudo obtendré algo anhelado. - Se agachó a la altura de su hermano. - Y para que eso pase, necesito que me digas que fue lo que encontraste en la oficina de papá. -

- ¿Qué? - Le preguntó confundido.

- El otro día te escuché hablar con Tres en la biblioteca, hablabas de que papá había construido una prisión en la luna. -

Esto captó la atención de lo Hargreeves, jamás habían escuchado a su padre hablar de una prisión y menos de una en la luna, donde Luther había estado 4 años y nunca se percató de algún tipo de prisión.

- No sé de que me hablas. - El asiático desvió la mirada.

- Ese día entraste a la oficina sin su permiso y viste su diario. Dime lo que sabes. - Cambió a un posición más amenazante.

- No te diré un carajo. - Escupió con furia.

- Bien. - Se alejó de él para ponerse al lado de Luther. - ¿Qué te parece si él va y le pregunta a Tres? Probablemente no sea tan amable con ella. - El rubio al entender lo que intentaba hacer la chica, intentó tomar una actitud más intimidante pero sin tanto éxito.

- No saques tanto el pecho. - Luther hizo caso a la observación de Diego que pasó desapercibida del asiático.

- ¡No te atrevas a ponerle un dedo encima! - Intentó nuevamente safarse de los amarres de la silla con más fuerza.

- Si no quieres que ella salga herida, entonces dime qué fue lo que descubriste. - Se acercó nuevamente al amarrado, apoyando sus manos en los brazos de la silla donde estaba sentado y rendido ante la amenaza.

Sparrow Academy | Cinco Hargreeves (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora