Capitulo 7

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Empecé a mirar alrededor mío, pero no encontré a nadie y entonces Satán me dijo al oído que quien me había llamado era Belcebú. Yo me quedé de piedra al escuchar eso.

Al darme de cuenta de que Satán me había hablado al oído me puse roja y Belcebú desde la otra línea nos dijo:
Belcebú: Parece que mi amo ya te ha dicho quien soy, ¿verdad Mei?
Yo: Respondemé a una pregunta, ¿Tu estuviste en mi casa cuando yo era pequeña?
Belcebú: Parece que tienes buena memoria, si estuve ahí.
Yo: Ya me lo imaginaba, ¿qué quieres de mí?
Belcebú: Te quiero muerta.

Al escuchar esas palabras la piel se me erizo y Satán al notar eso cogío mi mobil y le dijo a Belcebú:
Satán: Como rey del infierno te ordeno que no le hagas nada a Mei, además de que si le haces algo podrías crear una guerra entre demonios, dioses y ángeles.
Belcebú: Pero, ¿no habías sido tú quien nos dijo que teníamos que matarla?
Satán: Puede que sí lo haya dicho pero ahora es distinto.
Belcebú: Es distinto, porque te estás enamorando de ella, ¿verdad?. No te creas que no he visto cómo la miras.

Al decir eso tanto yo como Satán nos pusimos rojos como unos tomates.
Belcebú: Al ver los rojos que estáis puedo saber que estais enamorados mutuamente.

Cuando dijo eso nos miramos a los ojos y nos dimos cuenta que tenía razón. Nos quedamos un rato mirándonos hasta que Belcebú cortó diciendo un “No me voy a rendir, pienso matarla”.

Dejamos de mirarnos a los ojos y miramos al móvil recordando las últimas palabras que dijo así que decidimos hablar con mi padre para que pudiera hacer algo antes de que estallara la guerra.

Pero no nos dimos de cuenta de que nos estaba vigilando desde el cielo, y le ordenó al arcángel Gabriel que le entregara a Belcebú una nota diciendo que si se atreve a hacerle algo a su hija se arrepentirá. 
Gabriel entregó el recado y volvió al cielo. Belcebú al acabar de leer la nota se dijo así mismo”Pues que así sea”.

Mientras tanto, Satán me había dicho que me acompañaría hasta casa, que una chica no debería de andar sola por la calle tan tarde. Entonces yo enfadada le dije que podía protegerme sola. Él se empezó a reír y le dí una colleja en la cabeza mientras hacía un puchero. 

Cuando llegamos a mi casa le dí las gracia y me fuí a meterme a mi casa pero antes de hacerlo él me agarró de la muñeca y me hizo darme la vuelta para darme un abrazo. Yo le correspondí al abrazo y cuando nos separamos le dí un beso en la mejilla y me metí dentro de casa rápidamente para que no pudiera ver lo roja que estaba. Satán se había quedado fuera de mi casa petrificado con la cara como un tomate. Cuando reaccionó, sonrió y se dio la vuelta para volver a su mundo, al infierno. 

Mi padre había visto todo lo que había pasado entre nosotros y por raro que pareciera, no estaba enfadado sino sorprendido por ver esa faceta que nunca había visto de Satanás. Yo por mi parte ya había cenado y estaba en mi cama recordando el beso que le había dado a Satán, y con eso en mente me quedé dormida.

Al día siguiente, al ser sábado, me levanté más tarde de lo normal, porque aunque no lo parezca soy bastante vaga. Pero empecé a escuchar como tocaban a la ventana, así que con mucha pereza me levante, abrí la ventana y ví a mi padre fuera de ella.

Dios: Buenos días hija.
Yo: Buenos días papá, ¿Que te trae un sábado por aquí? 
Le dije mientras me rascaba los ojos como una niña pequeña, el cual a mi padre le pareció adorable.
Dios: Quería decirte que me he enterado de que le has dado al botón que está en tu collar. ¿Al darle no has sentido algo en tu cuerpo?
Yo: La verdad es que sí. He sentido como si algo fluyera por todo mi cuerpo.
Dios: Eso significa que ya has sacado los poderes así que lo que ahora te toca es saber controlarlos y para eso estoy aquí para hablar con tus padres adoptivos y decirles que vendré todos los días que pueda para ayudar a que los controles.
Yo: Gracias, Papá. Y por cierto,¿puedo hacerte una pregunta?
Dios: Pues claro, hija.
Yo: ¿Cuántos años teneís tú y Satán?
Dios: Tantos que no podrías contarlos. Por cierto,¿porque te interesa saber la edad de Satanás?
Yo: Por nada, solo por curiosidad.
Al decir eso, se me pusieron los mofletes rojos y mi padre soltó una pequeña sonrisa al verme así. 
Dios: Vale, vale. Ahora podría yo hacerte una pregunta.
Yo: Pregunta.
Dios:¿Estás enamorada de Satanás?

Cuando dijo eso me puse tan roja como un tomate y me tapé la cara con la mano de la vergüenza.
Dios: Eso me quiere decir que si lo estás. La verdad es que yo creo que él siente lo mismo por ti y aunque seáis de reinos opuestos y sabiendo que es mi enemigo por naturaleza, si tú lo amas tanto como él a ti, lo apruebo.

Al decir eso quité mis manos de la cara y le dije a mi padre que no sabía si era amor lo que sentía pero lo que sí sabía era que no me quería separar de él nunca y que cada vez que me miraba o me sonreía, hacía que mi corazón latiera como si se me fuera a escapar del pecho. 

Mi padre me dijo que eso que sentía se llamaba amor. Según decir eso salió de mi habitación para ir a hablar con mis padres adoptivos. Yo, mientras tanto, me quede pensando en lo que me dijo mi padre, sin darme cuenta de que la persona a la que amaba había escuchado toda la conversación.

Cuando acabó de hablar con ellos, mi padre, Dios, me dijo que mejor nos vayamos a un lugar en el que nadie pudiera vernos. Yo le dije que podríamos ir al colegio, que al ser sábado no habría nadie dentro. Mi padre aceptó y me llevó volando en su espalda hasta el colegio y por detrás nuestro iba Satán. Al llegar mi padre me dijo que esperara un momento que iba a revisar que no hubiera alguien pero, en realidad iba a ir a hablar con Satán, que sabía que los había seguido y que había escuchado toda la conversación que habíamos tenido antes. 

Yo, mientras tanto,  me quedé apoyada en la pared dejando que el viento removiera mi pelo pero, Satán no era la única persona que nos había estado mirando, detrás de unas basuras estaba Belcebú escondido mirándome fijamente. Yo no me había dado cuenta hasta que de repente una mano me tapó la nariz con un pañuelo e hizo inmediatamente que me desmayara. 

Más tarde, mi padre vino junto con Satán a mirar qué estaba haciendo, porque se había delatado de que nos estaba siguiendo,  pero se llevaron una grata sorpresa al no verme ahí. Los dos se pusieron muy nerviosos y empezaron a llamarme para ver si estaba cerca pero nadie respondía, entonces decidieron separarse para ir a buscarme pero antes de que lo hicieran me vieron en las manos de un hombre desmayada. Los chicos al instante supieron que se trataba de Belcebú así que corrieron detrás de él sin que se diera cuenta. 

Una historia de amor única Donde viven las historias. Descúbrelo ahora