Capitulo 8

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Cuando desperté, me encontré en una habitación a oscuras y al tocar en donde estaba tumbada me dí de cuenta que estaba encima de una cama. No sé cuántos minutos estuve ahí, hasta que alguien abrió la puerta y ví qué la persona que entraba, además de ser mi secuestrador, era nada más ni nada menos que Belcebú. 

Lo peor de todo es que no estaba solo, había otros seis hombres más aparte de él, pero no se de quienes se trataban porque estaban bastante lejos. Entonces, Belcebú se me acercó y me preguntó.

Belcebú: Hola preciosa, ¿cómo estás?.
Yo: Ahora me llamas preciosa y antes me decías que me querías matar, a ver si te aclaras y no ves lo bien que estoy aquí secuestrada.
Belcebú: Que quiera matarte no significa que no tengas que ser preciosa, pero bueno. Ves estos hombres que están detrás mío, te van a estar vigilando para que no te escapes o para que nadie entre aquí, la única persona que puede entrar soy yo.

Le dijo a los hombres que se podían retirar y fue lo que hicieron dejándonos solos. Yo estaba bastante aterrorizada pensando en lo que querría hacerme pero, intentaba no demostrarlo. Belcebú, empezó a mirarme y eso hacía que me pusiera muy nerviosa y de repente alargó su mano y tocó mi mejilla. La fue acariciando hasta llegar a mi cuello, entonces quitó su mano de mi cuello y se fue acercando poquita poco hasta esté, cuando quise darme cuenta, ya era demasiado tarde, me había acorralado contra la cama, él encima mío, y estaba besando mi cuello.

Al notar su lengua en mi cuello, no pude hacer más que empezar a gritar pidiendo auxilio, pero nadie venía a mi rescate. Al ver que nadie venía empecé a llorar pidiéndole que se detuviera, pero no me hizo ni caso, al contrario, empezó a quitarme la camisa hasta quitarme la por completo. Comenzó poquita poco a quitarme el pantalón, pero, no sé cómo, de mi mano izquierda empezó a salir fuego. 

Entonces, recordé los poderes que tenía mi padre y por lo tanto yo también, y antes de que me bajara el pantalón del todo, le queme los ojos. Como era un demonio y estaba acostumbrado al fuego no llegue a hacerle nada entonces empecé a sacar brillo de mi mano derecha, el cual hizo que se tuviera que alejar y aproveche ese momento para empujarlo y salir corriendo de ahí. 

Al salir fuera de la habitación, ví a los otros seis hombres fuera de la puerta y al verme cerca de está se pusieron delante para impedirme que me escapará. No sabía qué hacer estaba acorralada, entonces se me ocurrió crear una sartén para utilizarla como arma. Cuando conseguí crearla la utilicé tipo bumerang y conseguí derribarlos a todos, recogí la sartén y empecé a correr hacia alguna salida pero, me dí de cuenta que estaba en ropa interior.
 
Rápidamente, volví a la habitación, sin antes mirar si había alguien alrededor pero por buena suerte no había nadie así que entré rápido, me vestí y volví a salir de la habitación a encontrar una salida. Estaba corriendo sin un rumbo fijo, hasta que de repente ví una luz a lo lejos de un pasillo.

Feliz de que fuera una salida, corrí lo más rápido que mis piernas podían hacer y cada vez que me acercaba más, podía ver como un bosque.

Conseguí salir y en efecto, delante de mí había un bosque muy frondoso. Empecé a escuchar detrás mío gritos diciéndome que me detuviera pero yo lo que hice fue salir corriendo hacía el bosque y esconderme entre toda la vegetación. Cuando dejé de escuchar los gritos, aminoré el paso y pude fijarme en como el bosque era muy grande. 

Volví a escuchar voces llamándome pero, está vez no salí corriendo porque sabía que esas voces eran de mi padre y Satán. Los ví en el cielo buscándome, hasta que Satán se dio cuenta de que estaba justo debajo de ellos y con una gran sonrisa en sus labios vino volando a abrazarme. Yo le devolví el abrazo y le di un beso en la mejilla. Él se puso muy rojo y yo hice lo mismo, nos miramos fijamente aún abrazados. Nuestras cabezas se iban acercando poquita a poco y tanto yo como él bajamos los ojos a nuestros labios. 

Mi padre estaba viendo todo desde arriba mientras miraba de que no anduviera nadie cerca. Entonces sin darnos cuenta, nuestros labios se juntaron en un beso en el que se demostraban todos nuestros sentimientos. 

Estuvimos un rato besándonos hasta que mi padre hizo un carraspeo para que nos diéramos cuenta de que no estábamos solos. Nos separamos rápidamente con un gran sonrojo y mi padre me preguntó si estaba bien y yo le dije que sí, gracias a que utilicé mis poderes pude salvarme de ser violada. 

Tanto mi padre como Satán al escuchar lo que dije pusieron una cara que espantaría a cualquiera pero les dije que no pasaba nada que no quería que se pelearan con Belcebú, que no valía la pena. Ellos me hicieron caso y me llevaron a casa. 

Por el camino, me dijeron que había estado tres días desaparecida. Yo al escuchar eso les dije que más que desaparecida estaba desmayada. Se quedaron asombrados cuando les dije eso pero no preguntaron nada porque ellos sabían muy bien que no podría acordarme de lo que había pasado. 

Una historia de amor única Donde viven las historias. Descúbrelo ahora