Tres

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Cuando sentí su boca sobre la mía, me quedé en shock, mi boca se quedó quieta y él lo noto, así que solo se quedó con sus labios presionando los míos. Pero cuando yo puse mis manos en sus hombros y abrí levemente la boca, él rápidamente se abrió paso en mi boca, metió su lengua y ambos comenzamos a besarnos frenéticamente. Sus manos acariciaban mis caderas mientras que yo apreté mis manos en sus cabellos. Baje mi mano a su espalda y luego las lleve a su pecho pasando mis dedos por sus brazos para comenzar a desabrochar la camisa. Pero hubo algo que hizo que me quedara quieto, en su antebrazo sentí algo que fácilmente reconoci y lo primero que hice fue alejarme de él e intentar abrir la puerta, pero fue inútil, estaba trabada.

- ¿Pensaste que ibas a escapar del mundo magico? - senti su presencia a mis espaldas, me había susurrado esa pregunta, que yo tanto temía, en el oído, no pude evitar estremecerme del miedo.

- ¿Que quieres? - mi voz salió entrecortada, tenía tanto miedo y más porque no sabía que quería conmigo.

- Que vuelvas a Inglaterra mágica a pagar tus pecados, Harry Potter - apreté mis puños, yo no tenía nada que expiar con esos malditos magos.

- Yo no tengo nada que hacer ahí - me di la vuelta para mirarlo a la cara, él tenía una sonrisa sarcástica.

- ¿Estas bromeando? ¿Quien fue la personita que le clavó un cuchillo en la cara a nuestro Ministro? ¿O que incendio el Ministerio? Tienes muchas cosas que pagar, Harry Potter - lo mire con odio.

- Ese no era el Ministro de Magia, era un megalómano enfermo que bajo un pensamiento asquerosamente sangre pura tomo el Ministerio y lo lleno de sus pestilentes seguidores, solo hice lo que debía hacer, ¡Sacar a ese enfermo del poder! - pero mis palabras lo enfurecieron y me estrelló contra la pared agarrándone del cuello.

- ¿Y porque escapaste luego de hacer todo eso? Alguien que hace el bien no se esconde como una rata, eres un simple chiquillo que solo quería que cumplieran sus caprichos y como no obtuviste lo que querías hiciste una rabieta - mi respiración estaba fallando, me faltaba cada vez más el oxigeno y solo quería meterle una patada para que cerrara su boca - Simplemente eres un tonto niño que no obtuvo lo que quería - me susurró al oído y dejando mi cuello libre.

Cai al suelo tociendo, me ardía la garganta y tenía unas inmensas ganas de llorar y no pude evitar que un sollozo saliera de mi boca.

- ¿Ahora lloras? Y como dije, me demuestras que no eres más que un niño con sueños de grandeza, no obtuviste lo que querías mocoso y ahora, por tus pecados - él me tomo la barbilla y acercó su boca a la mía - Lo perderás todo - me susurro y tuvo el descaro de lamerme el labio inferior antes de levantarse y dejarme tirado en el piso.

Lo escuche caminar detrás de mi y destrabar la puerta, pero escuche su advertencia antes de que me dejara solo en el baño.

- Ni se te ocurra decir nada o pagarás las consecuencias tú y los de todo este avión -

....

Llegar a levantarme fue difícil, pero una azafata me ayudó, mi escusa fue que me sentí muy mal y al parecer mi palidez y mis ganas de vomitar por el miedo que sentía las convencieron de dejarme sentarme un rato en la cabina de azafatas. Mi cabeza maquinaba a toda prisa, mi varita había quedado en mi bolso, no esperaba tener que usarla durante el vuelo y solo la habia dejado ahí despreocupadamente. No podía volver ahí, con él, me pondría a gritar o a intentar escapar de él y eso llamaría más la atención. No quería salir lastimado o que alguien saliera lastimado, todos en el avión eran gente inocente que solo volvían a sus casas o por otro asuntos, ellos no tenían nada que ver con mi problema.

Pero no quería volver a mi lugar y no podría quedarme ahí en la cabina de las azafatas durante lo que restaba de viaje, ellas me sacarían en algún momento. Y justo cuando pensé que podría tener más tiempo para pensar en una solución, dos azafatas entraron y me miraron con una sonrisa.

Vuelo a medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora